El Trastorno Bipolar es una alteración crónica del estado de ánimo. Las personas que lo sufren presentan fluctuaciones anímicas más intensas y duraderas que las que todos podemos presentar de forma habitual. Sus vidas se encuentran teñidas por temporadas de gran desánimo y tristeza (episodios depresivos) y ocasionales accesos de euforia y actividad desenfrenada que pueden durar semanas o meses (episodios maníacos). Entre dichos episodios suelen existir intervalos de ánimo normal.
¿Por qué aparece el trastorno bipolar?
El Trastorno Bipolar tiene un importante componente genético, y es habitual encontrar antecedentes familiares entre los afectados. Por lo general se inicia entre los 20 y los 30 años. Si se presenta a edades más avanzadas es necesario realizar un estudio médico completo, dirigido a descartar posibles problemas de salud física que a veces dan la cara como episodios maníacos aislados.
Además de esta base biológica, algunos factores externos parecen influir en las descompensaciones. Entre los más estudiados se encuentran un insuficiente descanso nocturno, los cambios estacionales y algunas situaciones de estrés o gran impacto emocional. Las sustancias estimulantes (cocaína, anfetaminas) y algunos antidepresivos también tienen la capacidad de desencadenar un Trastorno Bipolar en personas genéticamente predispuestas.
¿Cómo reconocer el trastorno bipolar?
Para diagnosticar el trastorno es necesario detectar la presencia de síntomas maníacos en algún momento de la vida, ya que son éstos los que diferencian el Trastorno Bipolar de la Depresión por todos conocida. Pero es difícil que una persona que esté sufriendo un episodio maníaco pueda reconocer en sí mismo estos síntomas como anormales. Lo más habitual, de hecho, es que lo último en lo que esté pensando sea en acudir al médico, ya que por lo general se sentirá “mejor que nunca”.
De forma contraria a lo que sucede en los episodios depresivos (en los que el paciente suele ser dolorosamente consciente de su propio malestar), la euforia y la sensación de omnipotencia que caracterizan al episodio maníaco impiden al paciente percatarse de su estado, siendo normalmente señalado por sus familiares y conocidos. Es importante que tanto el paciente como su familia se familiaricen con los síntomas del episodio maníaco, a fin de poder frenarlo cuanto antes:
Son síntomas iniciales:
- Menor necesidad de dormir
- Aumento de la actividad y de los planes de futuro
- Aceleración del pensamiento y del habla
- Ánimo eufórico, bromista, irónico
- Incremento de gastos y conductas placenteras
Son síntomas de gravedad:
- Hiperactividad improductiva
- Estado de hiperalerta con alta distraibilidad
- Pérdida del hilo de la conversación
- Irritabilidad y desconfianza
- Delirios megalomaníacos y alucinaciones
¿Qué hacer?
Ante estos síntomas de alarma es importante acudir al médico. La enfermedad dura toda la vida, y si no se realiza un tratamiento adecuado puede ser muy destructiva en cuanto a relaciones familiares, estabilidad laboral y nivel de satisfacción personal. Esta perspectiva puede parecer muy dura, pero en realidad lo más complejo en el Trastorno Bipolar es llevar a cabo el diagnóstico, no tanto el tratamiento.
Una vez que se ha identificado el trastorno es razonablemente sencillo que el paciente encamine la senda de la mejoría.
Hoy el tratamiento está dirigido, no sólo al imprescindible abordaje farmacológico, sino al apoyo psicológico y el diseño de estrategias de prevención individualizadas diseñadas por cada paciente. La enfermedad puede ser controlada, y cuando la persona con Trastorno Bipolar la conoce bien y se compromete con el tratamiento, pasa a disponer de todas las herramientas necesarias para retomar una vida satisfactoria y completamente funcional.
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