Hoy tocamos un tema sensible, hablamos del Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo, un trastorno que intenta dar respuesta a una serie de pacientes pediátricos con síntomas de irritabilidad crónica y elevada reactividad a las frustraciones. Es decir, niños altamente susceptibles, coléricos o irascibles que no toleran ninguna frustración, niños que responden a ellas de un modo desproporcionado. Podría decirse que se trata de niños con unas rabietas muy intensas y graves, pero en realidad son más que berrinches o pataletas lo que padecen. Veámoslo.
Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo (DDEA) ¿Qué es?
El Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo aparece descrito por primera vez en la nueva edición del Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales, el DSM-V, en el 2013. Este trastorno, que en su inicio causó mucho revuelo porque algunos han creído o intentado ver que se estaba psiquiatrizando la infancia, pretende dar nombre a una patología que sufren una serie de niños a los que antes ya se trataba y engloba bajo otras categorías diagnósticas como por ejemplo el trastorno bipolar.
El Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo es una etiqueta diagnóstica sirve a los profesionales de la salud mental infantil poder mejorar el diagnóstico y tratamiento de estos niños, no solo de un modo farmacológico si no también y más importante con la terapia psicológica más adecuada. Tal y como comentan otros profesionales de la salud mental infantil “No es que se esté creando una nueva enfermedad, es que estamos poniendo nombre común a niños que a lo mejor antes clasificábamos con trastornos del ánimo, depresión, trastornos de la conducta…” (Arancha Ortiz, especialista en Psiquiatría del Niño y el Adolescente del Hospital Universitario La Paz de Madrid).
Algunas características sobre el trastorno DDEA
- Se trata de niños que presentan una irritabilidad no episódica crónica y estallidos de temperamento severo tres o más veces a la semana.
- Son niños que exhiben episodios frecuentes de irritabilidad, arrebatos y berrinches durante más de un año.
- Es decir presentan graves estallidos de mal genio recurrentes que manifiestan de manera verbal o física, insultando o agrediendo a personas o bienes.
- No se debe diagnosticar en niños menores de 6 años y mayores de 18. Es decir, estas rabietas no son las propias del niño de 2 a 6 años, no son compatibles con el nivel de desarrollo mental del niño. Aunque la edad de inicio de los síntimas debe darse antes de los 10.
- El niño se mantiene permanentemente enfadado, antes y después de los estallidos de rabia. Si lo comparamos con las rabietas propias de niño pequeño veremos que tras el berrinche el niño vuelve a recuperar la calma y vuelve a jugar con normalidad, en estos casos no es así, el niño sigue enojado y rabioso la mayor parte del día y todos los días.
- Estas características deben darse como mínimo en dos de los tres entornos del niño, es decir deben darse en casa, colegio o con los amigos, y ser especialmente grave o severo en almenos uno de ellos para poder ser considerado como DDEA.
Esta nueva categoría diagnóstica espera evitar el excesivo (y errado) diagnóstico de trastorno bipolar en la infancia. El diagnóstico debe realizarlo un especialista en salud mental infantil, quien a partir de su experiencia y basándose en la entrevista con los padres, profesores y viendo al niño podrá establecer el diagnóstico diferencial.
No son solo rabietas. No confundamos la normalidad con la patología.
En otro artículo publicado en este mismo blog hablaba sobre las rabietas y la normalidad de las mismas. Puedes leer el artículo titulado “Rabietas infantiles ¿patología o normalidad?” clicando sobre el enlace.
Tal y como comentaba en el citado artículo las rabietas infantiles son propias de los niños pequeños. Empiezan sobre los 18-24 meses y suelen desaparecer paulatinamente sobre los 5-6 años. A esta edad el niño ya ha adquirido un lenguaje comprensivo y expresivo suficientemente bueno como para poder expresar su malestar, enfado, rabia y frustración de otro modo por lo que no suele recurrir a las rabietas o berrinches.
Viendo las características del Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo, vemos que el tipo de rabietas que describe no son las mismas, por lo que el debate sobre si todos los niños tienen una enfermedad mental me parece absurdo. Hay niños que padecen graves trastornos y hay que saber tratarles, nos guste o no las etiquetas sirven a la comunidad para saber qué, cómo y cuando. Las rabietas en sí no son un trastorno ni una patología, las rabietas a los 2 o 5 años corresponden al desarrollo normal del ser humano. Es cuando éstas se vuelven en contra del niño, aislándolo, causándole dolor mental, emocional y físico cuando hablamos de patología. Algo que tenemos la obligación de entender y tratar del mejor modo posible.
Foto cortesía de http://www.freepik.es/
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