Trastorno Generalizado del Desarrollo

¿Qué es el Trastorno Generalizado del Desarrollo?

El trastorno generalizado del desarrollo se trata de un conjunto de alteraciones caracterizadas por retrasos en diferentes áreas del desarrollo. Entre ellas, están las habilidades para la comunicación y la interacción social. Es decir, estas habilidades inciden a su vez en las actividades, intereses y comportamientos de los niños.

Los trastornos generalizados del desarrollo TGD son un grupo de alteraciones cognitivas y neuroconductuales asociados que afectan el crecimiento del niño en sus primeros años. Por ello, aunque estos trastornos comienzan en la infancia, pueden mantenerse hasta la adultez.

Además, este tipo de trastornos pueden ser físicos, como la ceguera, afectar las capacidades mentales, como los problemas de aprendizaje. Sin embargo, también pueden ser una combinación de ambos, como el síndrome de Down. En general, los problemas duran toda la vida y afectan la vida cotidiana.

Tipos de TGD

El trastorno generalizado del desarrollo es una alteración grave y generalizada de varias áreas del desarrollo. Es decir, estas habilidades son:

• Habilidades para la interacción social.
• Las habilidades para la comunicación.
• Presencia de comportamientos, intereses y actividades estereotipadas.

Por otro lado, dentro del trastorno generalizado del desarrollo tenemos lo siguiente:

• Trastorno del Espectro Autista. Este término hace referencia a un conjunto amplio de condiciones que afectan al neurodesarrollo y al funcionamiento cerebral. Normalmente, suele dar lugar a dificultades en la comunicación e interacción social, así como en la flexibilidad del pensamiento y de la conducta.
• El síndrome de Asperger es un trastorno severo del desarrollo que conlleva una alteración neurobiológicamente determinada en el procesamiento de la información. Normalmente, suele presentar dificultades para la interacción social.

Causas del Trastorno Generalizado del Desarrollo

Las causas del trastorno generalizado del desarrollo son variadas. Por ello, la mayoría de los especialistas consideran que se trata de trastornos multicausales. Sin embargo, hasta el momento uno de los factores más estudiados ha sido la genética. Además, se ha descubierto que existen grandes probabilidades de desarrollar un TGD si los niños tienen una herencia autosómica recesiva o una herencia unida al cromosoma X frágil.

Por otro lado, se conoce que las infecciones víricas como la rubeola, la sífilis, la toxoplasmosis y la varicela pueden afectar al feto durante su desarrollo. Además, las complicaciones durante el parto como la isquemia, la hipoxia o una hemorragia intracraneal pueden provocar un trastorno generalizado del desarrollo.

Para terminar, vemos que otros estudios han sugerido que el manejo y la exposición a productos químicos por parte de los padres pueden aumentar también el riesgo de padecer trastorno generalizado del desarrollo en sus hijos. Por ello, este trastorno también se ha relacionado con el hipotiroidismo en los padres y la infertilidad o los abortos en las madres. Sin embargo, no se puede hacer referencia a un único factor, sino más bien a una concatenación de estos.

Tratamiento del Trastorno Generalizado del Desarrollo

Actualmente, existe un consenso internacional acerca de que la Atención Temprana puede modificar el mal pronóstico tradicionalmente asociado a los TGD. Sin embargo, hay marcadas diferencias individuales en la respuesta al tratamiento. Además, se evidencian mejoras en cuanto al coeficiente intelectual, las capacidades visuoespaciales y el lenguaje, aunque no en cuanto a las capacidades socio-adaptativas.

Sin embargo, la ausencia de programas específicos para los TGD en la mayoría de las unidades de intervención temprana. Por otro lado, el logopeda realiza el tratamiento y trabaja con las familias adquiriendo los requisitos básicos para el lenguaje. También, enseña sistemas alternativos para poder realizar la comunicación. Además, de mejorar el nivel fonológico, léxico y semántico del lenguaje. Por último, también se trabaja la lectoescritura, emociones y el nivel pragmático.

Bibliografía

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