Revista Salud y Bienestar

Trastornos del sueño y enfermedad de Alzheimer (nuevos estudios)

Por Seo Bloguero

Los problemas de sueño se anticipan al Alzheimer

Antes de que lleguen los primeros olvidos, los despistes o los cambios de carácter, tener problemas de sueño podría ser un indicador de la existencia de un Alzheimer incipiente. Así lo sugiere un estudio publicado esta semana en la revista ‘JAMA Neurology’. [http://archneur.jamanetwork.com/journal.aspx]

“Nuestros hallazgos apoyan la hipótesis de que las anomalías en el sueño se asocian con la presencia de depósitos amiloides en estadíos preclínicos de la enfermedad”, resumen los autores del trabajo, liderados por David M. Holtzman, del departamento de Neurología de la Universidad de Washington (EEUU).

La investigación confirma los resultados de trabajos que el mismo equipo había llevado a cabo anteriormente con animales, aunque sus conclusiones tampoco pueden darse por definitivas. “Nuestros datos suponen un impulso para futuros estudios”, señalan los investigadores, que ya han iniciado los pasos necesarios para continuar con las indagaciones.

Los participantes del estudio tenían tendencia a dormir siestas diurnas.| EM

Los participantes del estudio tenían tendencia a dormir siestas diurnas.| EM

El doctor Hernando Pérez, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y el Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), señala que los resultados no son sorprendentes, “porque ya se había observado que en fases previas a los síntomas típicos de la enfermedad de Alzheimer ya hay ciertas alteraciones del sueño”.

El problema, admite el especialista español, es que dichas alteraciones difícilmente van a poder traducirse en un marcador capaz de identificar precozmente esta demencia; “entre otras cosas, porque hay muchas otras patologías, e incluso el propio envejecimiento, que se manifiestan con problemas de sueño”.

Para el estudio que ahora se publica, los investigadores realizaron un seguimiento a 145 voluntarios de mediana edad o mayores que, al inicio de la investigación, no presentaban ningún problema cognitivo. Entre otras pruebas, los científicos pidieron a cada participante que realizara un diario con sus patrones de sueño y, durante dos semanas, colocaron en sus muñecas un dispositivo capaz de medir su actividad nocturna.

Además, también llevaron a cabo un análisis del líquido cefalorraquídeo de cada individuo en busca de biomarcadores de un Alzheimer incipiente. En concreto, analizaron los niveles de AB42, una de las proteínas precursoras de las placas características de la enfermedad neurodegenerativa, ya que estudios previos han demostrado que niveles bajos de esta proteína en el fluido cerebroespinal se asocian con la formación de placas.

Análisis

En total, se localizaron 32 individuos con signos preclínicos de Alzheimer. Y al cruzar su perfil con la información del sueño obtenida anteriormente, los investigadores observaron que estos participantes tenían una peor calidad del sueño que el resto de sus compañeros.

“No es que durmieran menos horas”, subrayan los investigadores en la revista médica, sino que dormían peor. Estos mismos individuos, también tenían más tendencia a realizar siestas durante el día. En sus conclusiones, los científicos reclaman nuevas investigaciones sobre el tema que, entre otras cosas, deberán dilucidar “la direccionalidad de la relación” entre sueño y Alzheimer.

“Hay varios mecanismos que podrían explicar cómo los depósitos amiloides provocan una fragmentación del sueño“, señalan los investigadores, quienes destacan que la agregación de proteínas típica de la enfermedad puede interferir directamente con el funcionamiento neuronal de las áreas del cerebro implicadas en el sueño.

“Sin embargo, también hay mecanismos que podrían explicar cómo un sueño pobre podría contribuir a los depósitos de proteína amiloide”, por lo que hay que seguir investigando, señalan los investigadores, quienes sugieren la hipótesis de que tal vez la influencia sea mutua.

Sea como sea, conocer a fondo esta relación, podría ayudar a localizar nuevos abordajes contra la enfermedad, concluyen los autores. Su colega español, con más cautela, admite que estudiar el sueño como indicio precoz de Alzheimer tendría sentido, por ejemplo, si existiese un tratamiento preventivo; “pero a día de hoy estamos lejos de eso y los intentos más recientes por lograr este tipo de terapia en fases iniciales de la demencia han sido decepcionantes”. elmundo.es


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