Revista Filosofía

Tratado lógico metafísico

Por Antronius

Si queremos hacer un artículo original debemos partir desde la concepción de nuestros propios problemas, de tal manera que un autor tratado, sea Wittgenstein u otro, sirvan como motivadores o como buenos consejeros. Repetir lo que dice Wittgenstein no es un artículo original; interpretar a Wittgenstein no es un artículo original. Tampoco puede ser muy original, aunque muy interesante, el preguntarme por los problemas que acuciaban a Wittgenstein y discutir con él, pues esto indica que discutamos un problema que a él le nace y no a mí, dos mil años atrás tal vez el tema de discusión haya sido otro; aunque se dice mucho de que existen problemas universales que a todos nos achaca, esto, claro, es muy discutible; la muerte, por ejemplo, no fue problema para cierta cultura. Parto de lo que a mí me tiene en vilo, y esto expresa una presión por parte de todo lo que me rodea, de la época, del lugar, de la sociedad en donde vivo; cada mundo tiene sus propios problemas. Mi originalidad empieza así.

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En el mundo en el que vivo, al cual pertenezco, se da una característica muy importante: no hay absolutos. Cuando no hay absolutos, entonces los hombres van en diferentes sentidos, unos van para aquí, otros para allá, hay una mezcolanza de sentidos. Solución a esto quiere ser la democracia. La falta de sentido hace que nos comportemos de diferente modo, incluso muchos quieren olvidarse de algún modo de esta falta de sentido haciendo una y otra tontería. Uno extraña el mundo de la niñez, un mundo encantado en donde nos dicen que el sentido lo impone Dios, etc.

Ante la falta de sentido, hay tres soluciones: las drogas (la fijación a algo), la imposición artificial de una meta (existencialismo) o vivir el sinsentido del mundo (Nietzsche).

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La falta de absolutos indica la eliminación del enlace que hay entre las cosas y el absoluto. Se le ha llamado el descenlace entre Ser y ente. Que los entes no tengan Ser muestra la eliminación de todo absoluto. La metafísica cree que los entes no puedan estar así por así en el mundo, deben tener una causa (un arjé). El arjé es o bien para explicar la existencia de algo o bien para explicar la esencia de algo. De Homero a Husserl han creído esto. El mundo de Wittgenstein lo conforman una serie de hechos atómicos diferentes entre sí, casuales, sin jerarquía, pero con una estructura fija, su figura lógica. La metafísica fue dejada de lado a partir de que en la naturaleza o fuera de ella y en el cual el hombre no intervenga no hay sentido. El sentido está en el espíritu (Husserl, Hartmann, Wittgenstein). El mundo no tiene sentido. La metafísica ya agotó todas sus posibilidades, ya no hay esa relación Ser y ente, ya no hay cosas trascendentales más que la de que el hombre lleva en su ser espiritual.

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El último refugio de la relación Ser y ente la dio Husserl, el sujeto trascendental y los objetos. La metodología fue ahora filosofía. Si no hay objetos trascendentales, entonces la metafísica está por las puras. Empieza la filosofía hacerse marginal (Wittgenstein, Ballón).

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La aparición de la metafísica no se debe a que se hayan presentado de algún modo a la mente seres absolutos. La metafísica no debe ser entendida como relación Ser y ente. La metafísica se justifica por la visión dual general-particular (tal vez se entienda esto si pensamos sobre la idea de hombre genérico de Feuerbach). La visión dentro del mundo es particular, fuera de ella es general. Esto se da aun aceptando que haya o no haya sentido y menos aun dioses. La metafísica no se elimina con la falta de esos seres.

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El pensamiento ha sido tratado de dos modos a lo largo de la historia de la filosofía, por dentro y por fuera. Por dentro de modo trascendental (Kant y Husserl) y de modo psicológico (los amigos de Locke). Por fuera de modo trascendental (Wittgenstein) y de modo lingüista (Pierce).

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Decir que el pensamiento sea la proposición con sentido es un decir arbitrario, del mismo modo puedo decir que el pensamiento es la expresión sinsentido. En ambos se muestra un deseo, que yo quiero que el pensamiento sea de tal forma y no de otra. Otra cosa es decir que el pensamiento es así porque es así y no porque yo lo quiera.

Marcar un límite al lenguaje, es decir que el lenguaje es de tal y cual forma muy a pesar de mi voluntad, que el lenguaje muestra una estructura, es hablar bien. Pero si digo ello, y luego digo que ese lenguaje es solo mío, digo muy mal. Por ahora mis valoraciones son indiferentes.

Hay una diferencia muy grande entre limitar o determinar un lenguaje privado (digamos armar un juego) y limitar el lenguaje en general. Creo un lenguaje de computadoras, pero no creo el lenguaje con el cual todos nos comunicamos, ese lenguaje no es mío, es de la humanidad, o sea de nadie.

Lo mismo con la idea de limitar el pensamiento.

El pensamiento, digo de modo engreído, tiene dos facetas: la faceta del ver y la faceta del decir. Con esto saltamos el obstáculo que nos impone Wittgenstein (Los cuadernos azul y marrón), que no hablamos de aquello que hay en mi cabeza porque es imposible decir lo que sucede allí. Husserl salvó el inconveniente proponiendo una psicología a priori. Esto ya es problema de Husserl.

Nosotros decimos: veo y digo, de eso estoy seguro. Limitar el pensamiento es limitar el ver y limitar el decir.

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Cuando me tiro boca arriba en el piso veo ante mí un cielo infinito y, en medio del cielo, el sol. Digo cielo y digo sol.

Cuando subo a la azotea de un edificio y veo hacia abajo veo a mi hermano, mi casa, mi árbol y digo así en tanto los veo... después digo "ellos están sobre la tierra".

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Sí hay objetos lógicos, lo que pasa es que no son necesarios. Digan lo que digan "~" es un objeto lógico. En esto no vemos error en Russell, de ahí el nacimiento de la lógica, y solamente nace aquello que es.

Ahí donde hay visión general solo ahí aparecen los entes a montón. Sólo ahí es posible decir que "al Perú le duele el estómago". Sólo ahí aparecen los entes ideales, las esencias, las constantes lógicas, etcétera, y, claro, también "etcéteras".

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¿Cómo es que las constantes nacen de la visión general? Vemos un hombre, otro y otro... entonces decimos "lo humano", la clase de los hombres. La inducción es el llamado que le hacemos a las cosas a partir de nuestra visión general.

Que tome una naranja y una manzana en mis dos manos solo es posible sabiendo que pueden estar juntas. Es difícil que un leopardo coja dos cosas a la vez.

Los animales que tienen esta doble visión pueden coger dos cosas a la vez. La posibilidad de coger se simboliza en "v" o "&".

Que Kiko, el hijo de doña Florinda, siendo adiestrado por Jirafales en cuestiones de música, suelte el mango de la guitarra cuando su atención está en el cuerpo de la guitarra, sólo puede ser aceptado como parodia del animal. El animal no tiene doble atención, no es genérico.

Los datos de los sentidos se reúnen en un todo.

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Se podría pensar que si veo una piedra digo piedra, y si veo el cielo digo cielo. En ambos casos hay simetría. Pero tanto la palabra "piedra" como la palabra "cielo" no tienen la misma equivalencia. Así nacieron las categorías de infinitud. ¿Hay un conjunto infinito? ¿Hay un infinito limitado? No, la esencia de los nombres es señalar una cosa limitada. De algo finito no puede salir nada infinito. La palabra sale de un ente finito, salvo que Dios hable por ello. Pero la palabra de Dios no es la palabra humana, si no hablaría limitadamente.

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Los conceptos metafísicos y lógicos son divinos. Pero hablar como algo que no somos solo es bufonería.

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Aquello divino que siempre se nos ha achacado viene solo de nuestra visión general, de nada más.

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El que ve y el que dice soy yo, fuera de mí todo es infinito. La palabras universo, mundo, cosmos no dicen nada, porque menta lo infinito. La totalidad de las cosas como de sus nombres respectivos es lo que podemos decir, es lo que nos mantiene seguros, porque son finitos.

El yo (la visión y su lenguaje) es finito, de ahí que todo querramos hacerlo finito.

A este yo quiero llamarlo "pensamiento"

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Ya que el yo es finito y los objetos (con nombre) finitos, y solo por ello, podemos cogerlos con el lenguaje, son decibles. El yo y el no-yo (los objetos) son objetos finitos, no particulares. Son conjuntos finitos. Los dioses son parte del no-yo.

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Mi tesis es que es posible aun un lenguaje metafísico claro a partir de estos objetos (yo y no-yo).

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El mundo, aquello que yo llamo "mundo", así debió decir Wittgenstein, es todo lo que acaece.

18.1. Lo que acaece son todos los hechos con los cuales configuro dos objetos: el yo y el no-yo.

18.11. El yo es voluntad.

18.112. El yo, la visión y la dicción, muestra voluntad por causa de su dicción. El decir limita. Voluntad de limitar. Imagínense una mano grande que quiere cogerlo todo.

18.12. El no-yo también se muestra como voluntad. Al ser el yo un limitador lo hace empujado por algo. La voluntad no viene de cero. Lo que nos empuja es aquello que nuestra visión ve como lo ilimitado. Vemos lo ilimitado, pero no podemos hablar de él.

18.121. La voluntad es el hecho.

18.2. Que el yo pueda decir algo del no-yo es porque ambas tienen la misma figura lógica.

18.21. La figura lógica es la estructura de lo que acaece.

18.3. Lo que permite a ambos tener la misma figura lógica es que ambos son voluntad.

18.31. La voluntad es una proposición y su estructura general es:

(p→q) . ~q :→: +p, se lee: "si p quiere q, no q, entonces súper-p", si y sólo sí, "p" pertenece al conjunto "yo" y "q" pertenece al conjunto "no-yo"

Puedo decir: "Jorge quiere a María, no María, entonces super-Jorge"

18.311. El signo "+" muestra el poder creativo de la voluntad.

18.312. "Super-p" no es parte del mundo, es parte de la voluntad que regresa al infinito. Ya hemos dicho, sabemos del infinito porque lo vemos. Super-p suele ser llamado "Dios", "absoluto", "Zeus", "conciencia ética", etc, pero ya sabemos que sus nombres mentan lo infinito, cosa que no tiene sentido.

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Con este bosquejo resolvemos todos los problemas que se refieren al espíritu, que puede tomar muchas formas, como Cosmovisión, Psicología cultural, Religón, ética, etc. Hemos dado la estructura lógica de lo que se ha llamado el espíritu: la relación hombre-Dios-mundo: el Hecho-La Voluntad.

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Todo lo que puede ser dicho, puede ser dicho claramente, de aquello que no se puede decir, solo lo vemos.



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