A lo largo de las últimas semanas hemos tratado el tema de la depresión desde ¿qué es?, sus causas y la indefensión aprendida, para finalizar hoy con el tratamiento depresión.
Aquí no me voy a centrar en el tratamiento farmacológico, el cual ha de ser pautado por un médico, pero sí me centraré en el tratamiento psicológico,que ha de acompañar a los fármacos, si estos fueran necesarios.
En la depresión el tratamiento puede ir por varias vías, tales como cambiar pensamientos, emociones y conductas, pero ¿cómo?
Activación conductual:
Recordar, que el enfoque conductual consideraba a la depresión como resultado de la ausencia de reforzadores positivos debido al aislamiento, a la evitación, a la inactividad, a la falta de interés, apatía,…que genera en la persona un estado de ánimo deprimido.
¿Qué hacer ante esto?
La persona deprimida espera recuperar la energía, la motivación, el impulso, las ganas por hacer cosas pero esto no ocurrirá si continuo haciendo lo mismo….el cambio ha de ocurrir de fuera para dentro. A las ganas hay que buscarlas no esperar que ellas me encuentren a mi.
La persona ha de activarse, pero no se trata de hacer cualquier cosa o cualquier actividad sino que lo que se hace se haga con una finalidad, con una utilidad,…ha de programarse e incluir nuevas rutinas de actividades.
Aprendiendo a protegernos de la depresión
Cambiar pensamientos
Desde las teorías cognitivas se concibe la depresión como resultado de pensamientos inadecuados o distorsionados que dan lugar a formas negativas de explicarnos por qué ocurren las cosas.
Sé que no es fácil cambiar los pensamientos, pero si hacemos un recorrido por los pensamientos que nos han acompañado a lo largo de nuestro existir muchos de ellos se han modificado, otros han desaparecido…recuerda cuando pensabas que los reyes magos existían, recuerda cuando pensabas que no podrías olvidar a Antoñita la fantástica o a Pepito Flores cuando te dejaron en la adolescencia,…
Cuando intervenimos en los pensamientos estamos influyendo en las emociones, y por consiguiente, en la conducta. Hay veces que ante el mismo suceso le damos muchas vueltas al tema pensando demasiado sobre ello, elaborando diversas teorías e hipótesis, a veces, bastante contradictorias.
Ante esto, es recomendable varias cosas:
- Identificar los pensamientos negativos que nos visitan y darles una patada.
Con patada me refiero a darles la bienvenida como por ejemplo, “ya estás aquí para fastidiarme el día” y así poder cuestionarlos. A los pensamientos no hay temerlos, ya que es así como se les da poder, sino que más bien hay que considerarlos hipótesis que tienen que validarse.
Para validarlas, se pueden hacer preguntas del tipo, ¿hay otra alternativa?, ¿seguro que tengo la panorámica?, ¿para que me sirve pensar lo que pienso?, ¿qué es lo peor que puede pasar?, ¿es tan horrible como pienso?,…
- Emplear como herramienta la “navaja de Ockham”.
La “navaja de Ockham” es un principio que dice que ante las mismas condiciones o teorías, la explicación más simple es la más probable. Confabular, elaborar hipótesis “paranormales”, intentar adivinar lo que otro está pensando,…es en definitiva, complicar la cosa y además, ¿qué te aporta?
- Hablar de lo que estás pensando
Son muchos los pensamientos que pueden abordar a una persona deprimida que se guardan en la mente como mosca que cae en la red de una araña.
A veces, no contamos lo que pensamos porque creemos que no nos entenderán, que estamos locos, que nos tomaran por tontos,…pero es posible que mucho de lo que piensas ya haya sido pensado por otros y hablar sobre ellos te permitirá también cuestionarlos.
Hasta aquí, el monográfico sobre depresión espero que os sea de utilidad.