Un estudio reciente encontró que la toxina del ántrax, o ET, alteraba las respuestas al dolor en las neuronas sensoriales. La inyección de esta toxina en la columna vertebral de los ratones bloqueó el dolor sin efectos sistémicos. La proteína del ántrax modificada podría servir como un vehículo potencial para la administración de otras sustancias que bloquean el dolor en los nervios. Determinar su seguridad y eficacia para tratar el dolor requerirá más investigación en animales y participantes humanos.
Esta investigación, de la Escuela de Medicina de Harvard, en Boston que aparece en la revista Neurociencia de la naturaleza, encontró que la toxina del ántrax puede apuntar selectivamente a las neuronas del dolor y alterar la respuesta al dolor en ratones mediante un mecanismo de adaptación puede ser a través de una señalización alterada que bloquea la capacidad del huésped para sentir el dolor y, por lo tanto, la presencia del microbio. Esta hipótesis podría ayudar a explicar por qué las lesiones de piel que a veces forma la bacteria del ántrax son notablemente indoloras.
Como parte de la nueva investigación, los experimentos para detectar la expresión génica con análisis de alcance de ARN en nervios sensoriales humanos y de ratón en los ganglios de la raíz dorsal (DRG) demostraron que estas fibras del dolor tenían el receptor 2 de la toxina del ántrax, que no estaban presentes en otros sistemas nerviosos centrales. neuronas. La bacteria del ántrax produce tres proteínas: antígeno protector (PA), factor de edema (EF) y factor letal (LF). La PA y la EF juntas se denominan "toxina del edema" (ET).
Luego, los investigadores administraron ántrax LF o ET a cultivos de DRG y observaron cambios en la señalización dentro de las células. Después de confirmar los efectos de la toxina del ántrax en las células, los investigadores realizaron experimentos en ratones para explorar el impacto en la sensación de dolor. Los ratones recibieron inyecciones de LF y EF con y sin PA a través del canal espinal.
Los investigadores encontraron que la administración de ET a ratones disminuyó su capacidad para sentir el calor, el frío sin afectar su frecuencia cardíaca, temperatura corporal o coordinación motora. Los experimentos en ratones que no expresan el receptor 2 de la toxina del ántrax mostraron que la presencia de estos receptores era necesaria para el alivio del dolor inducido por ET. El tratamiento con ET no provocó la muerte celular en los cultivos de DRG después de 16 horas ni en los ratones que habían recibido el tratamiento.
A continuación, los investigadores administraron ET mediante inyección a ratones con dolor neuropático o inflamatorio inducido artificialmente y encontraron que la ET reducía las respuestas de dolor neuropático e inflamatorio en ratones.
En el siguiente conjunto de experimentos, los científicos administraron LT combinada con toxina botulínica, otra bacteria potencialmente dañina que afecta la transmisión nerviosa, y midió sus efectos analgésicos en ratones. Esencialmente, utilizaron la toxina del ántrax como vehículo para transportar la toxina botulínica a las células nerviosas. Este enfoque también bloqueó el dolor en ratones.