La epilepsia es un trastorno de origen nervioso que se caracteriza por crisis periódicas y recurrentes debidas a una descarga eléctrica desmesurada por parte de las células cerebrales (neuronas). La identificación de la epilepsia, en algunos casos, puede darse en los primeros años de la niñez, mientras que en otros tantos puede demorar más tiempo. En todos los casos se observan manifestaciones clínicas que, hoy en día, son bastante inequívocas.
Los tratamientos convencionales para tratar la epilepsia suelen ser bastante invasivos, llegando al extremo de extirpar zonas del cerebro que podrían estar generando este trastorno. Un tratamiento natural de la epilepsia, en cambio, se sostiene en métodos poco invasivos y sin efectos secundarios. El tratamiento natural por excelencia para la epilepsia es el de la dieta. Se recomienda eliminar por completo el consumo de sal e incorporar alimentos como las naranjas, las manzanas, las cebollas y la ortiga. Asimismo, pueden intentarse períodos de ayuno breves para desintoxicar el organismo y mantener el sistema nervioso en forma.
Con plantas medicinales también se puede intentar un efectivo tratamiento natural para la epilepsia. Algunas de las plantas medicinales más utilizadas en la epilepsia son la valeriana, el muérdago, el llantén, la árnica y la ortiga. Los pacientes que padezcan de epilepsia deberían incrementar su consumo de ciertas vitaminas y minerales esenciales (en lo posible a través de la dieta, y sino en forma de suplementos naturales). La vitamina B6, por ejemplo, contribuye al buen funcionamiento del sistema nervioso central, mientras que la vitamina E mejora el sistema inmune. El magnesio es un mineral que ayuda a calmar el sistema nervioso y suaviza los espasmos musculares de las crisis epilépticas. Para los pacientes con epilepsia es muy importante controlar la ingesta de manganeso, dado que se trata de un mineral que suele estar en déficit en epilépticos.