Revista Diario

Travesura escatológica

Por Arielac
Ayer por la mañana, Valeria hizo caca nada más despertarse. Le quité el pañal, que era desechable, lo cerré y lo dejé en el suelo del pasillo para llevarlo a la basura cuando acabara de cambiarla. Le puse otro pañal, le volví a poner el pijama, jugamos un ratito en la cama y ya la levanté. Vine al ordenador a mirar unas cosas y ella vino conmigo. Levanté del suelo el comedero y el bebedero de los gatos, porque le encanta meter las manos dentro y los dejé en la mesa, a mi lado. Ella jugaba en el suelo, a mis pies.
Me puse a lo mío y de repente me empezó a oler a mierda. Olfateé un poco y pensé "cada vez huele peor la comida de los gatos". Miré a Valeria, tan feliz sentada en el suelo y dando grititos. El olor a mierda iba en aumento y ya me extrañé... a ver si Valeria se había vuelto a hacer caca... me extrañaba, porque iba con pañal de tela, que cuesta más que salga el olorcillo, y además no la tenía tan cerca, estaba a un par de metros, pero en fin, me acerqué a ella por si acaso... ¡y casi me da algo! ¡Tenía un zurullito en cada mano y los estrujaba como si fueran plastilina mientras daba gritos de alegría! Resulta que había cogido el pañal del pasillo y de alguna manera que no me explico lo había abierto y ahí que estaba, tan feliz, jugando con la mierda. No me olvidaré de esa imagen en mi vida, le quité las mierdecillas de las manos a toda velocidad y con el "ojo-águila" que desarrollé en ese momento, ¡vi mierda en la cama, mierda en su pijama, mierda en el suelo, mierda en todas partes!
La cogí por las axilas y la llevé volando al baño, quise quitarle el pijama, pero ella se quiso poner de pie agarrándose con sus manitas enmierdadas en el borde de la bañera. Yo ya no daba abasto con todo, le quité el pijama, lo eché en el bidé, y la metí en volandas en la bañera, di el agua y en cuanto salió templada le enchufé el chorro, que le encanta. La tía se partía de risa, se pasaba las manos por la barriga mientras yo intentaba sujetarla y limpiarla a la vez, cogí el jabón y me puse a frotarle las manos como en la vida, le pegué una enjabonada tremenda, la aclaré y luego la volví a enjabonar, ¡si hasta en la mejilla tenía huellas del delito!
La lavé bien, la sequé, le puse el pañal, una camiseta y un litro de colonia... y luego corriendo a fregar el suelo, limpiar la cama, lavar el pijama... un show.
Reconozco que en el momento en que me di cuenta de lo que pasaba, me entró un ataque de risa, tendríais que haber visto su cara de felicidad... pena no haberle hecho una foto, pero tenía otras prioridades en ese momento...
En fin, que no se les puede quitar el ojo de encima...

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