Una colaboración del escritor Iván La Cioppa
La Legio IX hispana fue quizás una de las legiones más famosas de la historia de Roma, mítica no tanto por sus méritos en la batalla, por notables que sean, sino por su final envuelto en misterio.
Ciudad y campamento de Eburacum
Según fuentes antiguas se fundó durante la guerra Social y, posteriormente pasó a las órdenes de Julio César en el 61 a.C., cuando era gobernador ulterior de Hispania, y lo acompañó tanto en la campaña gala como en la Guerra Civil. Participó en las batallas de Dyrrachium y Farsalia y en la campaña africana. Si bien demostró gran valor y lealtad hacia su comandante, la legión se manchó de una culpa muy grave al amotinarse en Placentia porque no estaban satisfechos con la paga recibida. Cesar abordó la situación con firmeza, como era su costumbre. Amenazó con diezmar a toda la IX legión, pero los soldados pidieron perdón y, al final, César fue magnánimo, decretando la pena de muerte de 12 de los líderes de la revuelta. Cuando terminó la guerra y los pompeyanos fueron derrotados, César retribuyó a los veteranos de la Legio IX retirándoles del servicio y cediéndoles tierras en el Piceno.
Vexillarius de la Legio IX Hispana
En el 46 a. C. Octaviano tuvo que enfrentarse a la rebelión de Sexto Pompeyo en Sicilia. La cuestión era de vital importancia, así que llamó de vuelta a los legionarios de la IX. Los veteranos de César eran la flor y nata del ejército y no eran muchos, pero su presencia podría suponer una victoria segura. De hecho, la IX derrotó a las tropas del hijo de Pompeyo y, fiel a Octaviano, participó a la batalla de Accio donde se ratificó definitivamente el poder del joven César. Derrotado Marco Antonio, Octaviano, futuro Augusto, se esforzó en la consolidación del poder de Roma en las provincias. Entre ellas, Hispania seguía siendo el peor dolor de cabeza porque una parte de ella, Cantabria, aún resistía. Así que la Legio IX fue enviada a Hispania y se cubrió de gloria, luchando contra los cántabros y contribuyendo de forma contundente a la pacificación de la región. Fue precisamente por estas fechas cuando tomó el nombre de "hispana" como reconocimiento a su valor. Posteriormente, la legión sirvió fielmente al imperio en la frontera del Rin, en África y en el Danubio. En el 43 d.C. el emperador Claudio decretó una nueva invasión de Gran Bretaña bajo las órdenes de Aulo Plaucio. Una vez más, Roma necesitaba a sus mejores soldados y la Legio IX respondió a la llamada. En el 52, reprimió valientemente la revuelta de los Brigantes, mientras que en el 61 sufrió una seria derrota en Camulodunum por mano de los rebeldes liderados por la reina Boudicca.
Después de este evento nefasto, las pérdidas fueron reemplazadas por tropas frescas procedentes de Alemania. En el 71 d. C., a la legión se le encomendó la construcción del fuerte de Eburacum, en la frontera con Caledonia, cerca de la actual York. Se asentó y permaneció en esta fortaleza durante más de cincuenta años, enfrentándose a constantes ataques y perdiendo muchos de sus integrantes. Entre el 78 y el 83 d.C., participó también en las campañas de Agricola en la conquista de la Caledonia y en la legendaria batalla del Monte Graupio. La última mención de la IX en las fuentes es del año 108, cuando se menciona con la reconstrucción de la fortaleza. Después de esa fecha no tenemos más noticias. A partir de entonces, el destino de la legión pasa a ser objeto de múltiples hipótesis, entrando en la leyenda. Solo sabemos que tres mil soldados fueron enviados a Eburacum para fortalecer la guarnición alrededor del año 120 y que en 122, Adriano, convertido en emperador, acompañó personalmente a la Legio VI a Gran Bretaña para tomar posesión de esa fortaleza. La IX no se menciona siquiera. Dion Casio en su "Historia romana", elabora una lista de las legiones existentes en el siglo II y la IX no es mencionada. Según el gran historiador Theodor Mommsen, durante el reinado de Adriano, los caledonios atacaron la fortaleza de Eburacum y masacraron a toda la legión.
En apoyo a esta tesis tenemos una obra del historiador Marco Cornelio Frontón, donde afirma que en esos años un gran número de soldados romanos fueron asesinados por los británicos. Lamentablemente, no da ninguna otra información al respecto. La tesis de Mommsen tuvo tanto éxito que en 1954 Rosemary Sutcliff la adoptó en su novela, "El águila de la IX legión", que inspiró la película "La legión del águila". Otras películas sobre la misteriosa desaparición de la legión son "Centurión" y "La última legión", basada en la obra de Valerio Massimo Manfredi. Todas estas especulaciones terminaron en los años setenta cuando se descubrieron varios azulejos con el nombre de la legión, datados en el 120 d.C. en el sitio arqueológico de la fortaleza Noviomagus, en Holanda, demostrando que la legión o parte de ella había abandonado Gran Bretaña y seguía activa después del año 108. Otra evidencia son los cartuchos que informan de las carreras de dos oficiales de la IX, Lucio Emilio Caro y Lucio Saturnino, que sirvieron en la legión después de 122. Sobre la base de estas nuevas pruebas, se ha planteado la hipótesis de que la Legio IX, a principios del siglo II, abandonara Gran Bretaña para ocupar el fuerte de Noviomagus. Posteriormente, según la tesis más acreditada, fue enviada a Capadocia para participar en la guerra contra los partos, desatada por los romanos en 162. Probablemente fue en esta ocasión cuando la IX encontró su fin. De hecho, Dion Casio afirma que, durante la guerra romano-parta, una legión entera fue masacrada por los partos en Elegeia, en Armenia. Como no había ninguna otra legión en esa zona, se asume que fuera la IX.Aparte de estas tesis, lo cierto es que en una columna que muestra una lista de legiones activas en la época de Marco Aurelio, la IX hispana no está. Así que ya había desaparecido de una forma u otra, dejando, sin embargo, una huella imborrable en la historia.
Ivan La Cioppa es autor de " La legión que llegó del mar" pulsa aquí o en la imagen si quieres hacerte con un ejemplar