Revista Cultura y Ocio

Treblinka. Chil Rajchman

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Treblinka. Chil Rajchman
     "Los tristes vagones me conducen hacia allí, hacia aquel lugar. De todas partes nos llevan: del este y del oeste, del norte y del sur. De día y de noche. En todas las estaciones del año, viajan los trenes: primavera y verano, otoño e invierno. Los transportes viajan hacia allí sin obstáculos ni restricciones y Treblinka se vuelve cada día más rica en sangre. Cuanta más gente llevan allí, más crece su capacidad para recibirla."
     Hay momentos de la historia que son realmente terribles. Nunca debieron suceder y , precisamente por eso, jamás se deben olvidar. Uno de esos momentos es la Segunda Guerra Mundial; los campos de concentración, de exterminio... y el legado en la memoria de unos pocos supervivientes que pueden contribuir a que esos días no caigan en el olvido. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Treblinka.
     Treblinka no fue un campo de concentración, era un campo de exterminio. Se calcula que murieron más de 900.000 personas allí. No se trataba de un lugar con castigos y trabajos desproporcionados, si alguien era mantenido con vida, se hacía únicamente para que trabajara con los cadáveres. Había muchos cuerpos que expoliar y luego hacer desaparecer. Era eso, o la muerte. En el verano de 1943 y contra todo pronóstico hubo un levantamiento en Treblinka del que apenas nadie salió con vida. Uno de los que lo consiguieron fue Chil Rajchman. Tras sufrir lo indecible durante meses, y luego esconderse sin librarse jamás del olor a muerte de sus hermanos judíos, Rajchman escribió su testimonio. Un testimonio que, según el testamento del autor, vio la luz tras su muerte y que la editorial complementa con un magnífico epílogo de Grossman.
     Hoy traigo un libro impregnado de honestidad. Hubiera sido más fácil hacerlo de sentimentalismos, pero entonces tal vez hubiera sonado hueco. Rajchman nos relata el único periodo de su vida que jamás olvidaría como si con ello nos hiciera depositarios de la necesidad de seguir recordándolo cuando él no esté. Y lo hace comenzando por el momento en que va con su hermana en un tren, junto con tantos otros que creía refugiados, esperando llegar a los campos a trabajar. Pero no, pronto el horror asoma a su vida, apenas para el tren y son obligados a bajar: jamás volvería a ver a su hermana.
     Así comienza su historia y nos permite acompañarlo durante el horror vivido. en un lugar en el que no hay prisioneros, la única posibilidad de sobrevivir es trabajar con la muerte y aguantar los golpes. Recoger al amigo, al vecino, al hermano, y no levantar jamás la cabeza. Descubriremos de este modo las rutinas de un infierno en el que un hombre era despojado hasta de sus dientes si con ello se podía conseguir algo de valor. Y seremos testigos de como unos hombres muertos en vida son capaces de encontrar alivio en el suicidio en un lugar del que nadie sale vivo. Convivir con el dolor extremo, con la muerte como única constante y que eso se convierta en una rutina. Esa es la historia de Rajchman y no busca otra cosa en ella, no intenta que se nos encoja el corazón con hermosas frases, pero si consigue que se encoja el alma ante los hechos.
     Si tuviera que definirlo diría que son los gritos desgarradores de miles de cadáveres expresados en la pluma de un vivo que convivió con ellos.
     Como complemento Grossman, los datos, lo objetivo, los números, lo que sucedió. Un epílogo perfecto que no deja duda de que hay momentos que han pasado tanto por las páginas de ficción, que es fácil olvidar que sucedieron. Treblinka sucedió, su horror fue totalmente real. Un libro que rezuma dolor y también una última petición no escrita pero que se oye alto y claro: que no suceda otra vez, que jamás se repita. Que no se olvide.
     Treblinka puede parecer un golpe difícil de encajar, pero es un libro magnífico. Hay historias que merecen ser contadas, y dejarnos de cuentos con niños en pijama y recurrir también a las voces reales. No puedo hacer más que recomendaros su lectura.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias

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