Y el jueves, el ruido diabólico de las obras casi cesó…No hay silencio, pero puedo volver a oír al petirrojo, que había desparecido de mi panorama visual. Ha vuelto a las zonas donde lo veía pararse.
El petirrojo también huyó de las obras estruendosas. Los dos, hemos sufrido una sobredosis de contaminación acústica de la que nos estamos recuperando.
Y no sé si es una tregua o volverán.
Ojalá pudiera volar como el petirrojo.
NB : Creo que está más gordito…