Con el frontal iluminando el teclado escribo hoy. Estas noches que me pongo a escribir porque no me queda otra, porque son de esos días intensos, de esos días del viaje que jamás pasarán al olvido. Porque hoy ha sido un día especial. Un día en el que no he dejado de aprender, de compartir, de reír y de andar. Hoy a sido el primero de los tres días de treking hasta el lago Inle. Y ha comenzado así:
Pronto, bueno ya estoy más que acostumbrado a madrugar y aunque la cita era a las 8 a las 6 de la mañana ya tenía el ojo abierto. Quedamos en el restaurante de Uncle Sam del que ya hablé ayer y tomamos un desayuno indio (chapati con verduras al curry) por 0.7$. Mientras desayunamos conocemos a nuestro guía y a nuestro cocinero particular que nos hará las delicias por las montañas.
Los dos tienen nombres totalmente distintos que se pronuncian exactamente igual Chit y Yig pero se pronuncian chí.
Si me preguntan cuantos años le pongo al guía nada más conocerle jamas diría que pasa de los 27…. y el tío, hombre o como se le quiera llamar pasa los 40! “Es por la thanaka” me dice, esa pasta amarilla que al parecer te rejuvenece cuerpo y alma.
Empezamos a andar a las 8:00, el camino no es de lo más duro y Chi (el guía) no deja de enseñarnos cosas, de la manera más natural, sin ser un speach preparado, como unos amigos de toda la vida. Así que se hace de lo más ameno el camino que poco a poco asciende hacia las pequeñas cumbres del margen izquierdo del valle y una vez arriba, vamos por las aristas del valle sin volver a bajar.
Comprando coles para la cena!
El tiempo ha dado un respiro, el día es perfecto para andar, hace calor pero no demasiado. Las lluvias monzónicas han cesado para dejar días claros con nubes altas que impiden que el sol abrase la piel, una suave brisa no ha dejado de soplar, lo que digo, un día perfecto para andar.
A la hora de comer nos paramos en un pequeño pueblo de la tribu Daon, y somos invitados a una casa a tomar té verde. Nuestro cocinero toma posiciones y en menos de lo que canta un gallo nos prepara un arroz y tallarines en sopa, además de una ensalada de tomate con jugo de lima. De postre el mango más impresionante que he probado en estos 4 meses, y tras una pequeña sobremesa, a seguir caminando.
Y más de lo mismo, historias de Myanmar, de la gente, de las tribus, de las vestimentas, de las serpientes (de las cuales hemos visto una), de las plantas medicinales,el thanaka….
Y a todo esto el camino salpicado por búfalos, de los cuales es mejor apartarse del camino ya que si se les cruza el cable te pueden hacer un apaño…. como al último gran rey birmano que fue cruelmente matado por un búfalo, pero que hacen que el camino sea más excitante!
Finalmente llegamos al final de nuestra primera etapa, un pequeño pueblo de la tribu Pao. Dormimos en la casa de un antiguo líder de la comarca que nos ha abierto las puertas de su casa y desde donde escribo ahora en la más completa oscuridad rota sólo por mi linterna y el resplandor de la pantalla del ordenador.
Quizás, lo más interesante del día haya sido la cena, a la luz de dos velas, un espectacular (y me quedo corto) manjar de distintos platos que nos ha cocinado Chit en las últimas horas incluyendo pollo al curry, judías con cacahuetes, acelgas, ensalada de brotes de soja con tofu, pan inflado, y dulces de postre. Y acompañando esto, una buena conversación con Chi sobre el gobierno, sobre lo jodido que está el país, sobre las carencias, sobre la explotación y la miseria. Sobre como su madre tiene una pensión de apenas 9$. Como el hombre de la casa donde estamos cobra una pensión de 15ct$ (no habéis leído mal, su pensión son 15 céntimos de dólar al mes!!!!!) cuando un cigarrillo vale 5 céntimos, tiene una pensión de 3 cigarrillos. Vamos que la cena ha sido una via de escapa para Chi, para soltar todo lo que lleva dentro, y para nosotros, para aprender, boquiabiertos, y en cada silencio disparar nuevas preguntas.
Suficiente por hoy, mañana más caminar así que me retiro a descansar sobre el suelo con una mantita. Buenas noches.