Revista Cocina

Trendy timo

Por Dolega @blogdedolega
Por Dolega 5 julio, 2013 Actualidad 3 comentarios

El fin de semana pasado tuvimos visita allende los mares. Hacía que no nos veíamos más de 15 años y fue realmente agradable.

Íntimo amigo del Consorte, compañero de colegio y testigo de nuestra boda civil.

Rememoraron viejos tiempos, se pusieron al día de los cotilleos de los últimos 15 años y se partieron de risa en plena castellana de Madrid viendo esos 2 metros y diez centímetros de hombre, intentando salir de nuestro utilitario europeo.

El centro comercial donde estábamos anunciaba tener una de las terrazas más encantadoras de todo Madrid a nombre de uno de nuestros cocineros más conocidos a nivel internacional, así que quisimos subir a tomarnos algo antes de decidir donde cenar.

La terraza en cuestión estaba dividida entre la zona de restaurante al aire libre y una zona que no sé exactamente que pretende ser. El suelo enmoquetado del césped artificial más barato del mercado hacía “chof, chof” bajo nuestros pies.

Veníamos de hacer compras, así que miramos con lujuria uno de los sofás que algún día fueron blancos y tomamos posesión de uno.

A la hora de sentarnos, las alternativas eran:

• Sentar a nuestro invitado en el mini sofá más barato que tiene Ikea.

• Ponerlo en una silla de jardín de metal de la misma marca que el sofá y que quedan muy monas en las fotos, pero que ahí no hay Dios que se siente con un mínimo de comodidad.

• Una pequeña maceta de barro dada la vuelta, esta sí, con un cojín encima.

Adjunto foto para que vean que no les vacilo.

abc de serrano

Debido a nuestro cansancio ellos se lanzaron al mini sofá olvidando su caballerosidad y yo me dispuse a tomar asiento en la maceta, pensando

-Manda narices, se me ocurre a mí poner esto en casa y me ponen la maldita maceta de sombrero.

Nuestro invitado empezó a sacar sus compras y yo le tuve que decir que tuviera cuidado porque las mesas de centro son palés de obra sin lijar así que como no anduviera listo las prendas de ropa que había comprado para sus hijas, podrían llegar a Costa Rica con algún que otro hilo suelto.

Llegó el camarero y nos trajo los tintos de verano que habíamos pedido. Venían en vaso de vino con dos piedrecitas pequeñas de hielo y nos puso un vasito de plástico con una mezcla de aperitivos de bolsa del Carrefur.

-Son quince setenta y cinco y me los tienen que abonar ahora.

Yo lo miro desde mi maceta/pufo y le esbozo una tierna sonrisa.

-¿Qué, aquí también se van sin pagar?

Él solo sonríe.

-Es que nos obligan, lo siento.

Yo comprendo que cualquier cliente después de estar sentado media hora encima de una maceta con un cojín mucho más grande que el culo de la maceta, por lo tanto haciendo equilibrios, se les quite las ganas de pagar “eso” que nos han traído.

Consorte inicia su pelea personal de toooooodos los veranos.

-Perdona, nos puedes traer un poquito más de hielo por favor.

El camarero sin decir palabra, retira los tres vasos y vuelve con ellos con una piedrecita más de hielo que antes; mientras mis chicos se han repartido los aperitivos. Como no les caben los dedos en el diminuto vasito de plástico, se han puesto la mitad cada uno en la mano y se lo han comido. Calculo que han tocado a 15 kikos y cuatro manís. Nos  tomamos el brebaje y nos largamos a cenar un bacalao de escándalo en un tradicional de toda la vida en Madrid.

Solo un apunte más.

Señores restauradores la cosa está muy mal, la gente no tenemos ni un duro y cuando salimos queremos buena relación calidad/precio.

Está genial la corriente DIY el reciclado activo y las “ideas originales” de diseño que siempre salen del mismo sitio y de los mismos blogs profesionales que viven de ello.

Estaré encantada de lanzar cuatro “Waaaaoooos” si voy a casa de una amiga y me sienta en su jardín en un puf con forma de barca, realizado con los restos de la cortadora de cesped y me sirve la coca cola con vasos hechos con los envases de suavizante y el hielo con forma de los cartones de huevos, pero me niego rotundamente a pagar ni medio céntimo por tomarme un vino aguado con casera, caliente por no tener hielo, mientras mis reales posaderas están sentadas encima del culo de una maceta.

El que cuatro listos les hagan cuatro fiestas “trendy” no significa nada.

Cuando nos fuimos no había nadie más, el restaurante estaba vacío y ese Centro Comercial en la milla de oro de Madrid, al que hacía dos años que no iba, está con la mitad de los locales cerrados.

La crisis ha hecho mucho daño, pero la estupidez de algunos también.

Recabando imágenes para este post (pena no haber tomado las mías, me tengo que poner las pilas con el telefono) ninguna de las que encuentro se corresponden con la realidad que nosotros vivimos. Parece que si hay evento las cosas cambian. Le ponen mantelitos a los palés, pero el día a día es otra cosa diferente.


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