En otras ocasiones ya he hablado de SinPermiso, una publicación digital de la que me llegan semanalmente una serie de artículos de opinión muy interesantes. Os voy a dejar los tres que he seleccionado de la última entrega (las imágenes las he añadido por mi cuenta). Espero que os gusten. Para leer el texto completo basta hacer click en el título.
La eclosión de la crisis económica, su carácter estructural, parecía que abría una oportunidad a la crítica en profundidad de las estrategias de crecimiento adoptadas, crítica que podría alcanzar a los fundamentos mismos del sistema capitalista. Ha pasado el tiempo, en algunos aspectos, la crisis se ha agravado y los escenarios que se perfilan para el futuro inmediato no pueden ser más pesimistas. Sin embargo, paradójicamente, las teorías y las políticas más ortodoxas y convencionales han recuperado el pulso (si es que alguna vez lo habían perdido). Una prueba de ello es que , como antes de la crisis, como si nada hubiera acontecido, con más vigor si cabe, el centro de buena parte del debate académico y político se sitúa en las cuentas públicas (además del mercado de trabajo), o, para ser más precisos, en los desequilibrios financieros públicos, como si su existencia estuviera en el origen, fuera la causa principal de la actual crisis económica y la restricción más importante para salir de ella.
Un incidente diurético (de Juan Gelman, escritor y poeta argentino, militante de izquierda de larga y respetada trayectoria, fue Premio Cervantes en 2007).
El soldado afgano que el viernes 20 mató a cuatro efectivos franceses e hirió a una docena o más –ocho se encuentran graves– no era un recluta talibán, como pretendió un comunicado triunfalista: el hombre había visto el documental de 40 segundos que alguien subió al blog TMZ y que muestra a cuatro marines sonrientes orinando los cadáveres de presuntos enemigos. Para el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, el hecho arroja serias dudas sobre la eficacia del entrenamiento que las tropas de la OTAN imparten al naciente ejército afgano y podría adelantar el regreso de los 3600 militares de su país estacionados en el país asiático.
El futuro se decide en China (de Guillermo Almeyra, miembro del Consejo Editorial de SinPermiso).
El derrumbe inglorioso del régimen burocrático y opresivo llamado “socialismo real” a fines de los ochenta dio al capital financiero mundial enormes oportunidades, con nuevos mercados y vasta cantidad de mano de obra calificada muy barata y, al mismo tiempo, dio un enorme impulso al capitalismo en China, ya en curso desde la visita de Nixon a Pekín en plena guerra de Vietnam y desde el triunfo de la política de Deng Xiaoping. Con la inmensa reserva de mano de obra china sin sindicatos ni derechos sociales, las transnacionales lograron nuevo oxígeno. En casi la mitad del mundo el stalinismo condujo, como Trotsky había previsto ya en 1936, a liquidar la Unión Soviética y a reforzar el capitalismo mundial. La monstruosidad de los gulags, el conservadurismo ideológico y cultural, la corrupción masiva de la casta burocrática vacunaron por décadas contra las ideas socialistas a la inmensa mayoría de las masas de la ex Unión Soviética y de Europa oriental y fomentaron allí un nacionalismo xenófobo, clerical y de ultraderecha. El capitalismo a la húngara, a la rumana o polaca o rusa no tuvo por consiguiente obstáculos y fue, por consiguiente, mafioso, superexplotador, neocolonial.