Aunque parece existir una tendencia creciente a la colaboración interdisciplinar, a hibridar el conocimiento tecnológico, especialmente en materias como la robótica y la inteligencia artificial, con las disciplinas humanísticas o las ciencias sociales, lo cierto es que esa colaboración no siempre es sencilla.
Existen diferencia de intereses, de métodos, de formas de entender el trabajo y, probablemente, un acusado desconocimiento mutuo entre las diferentes disciplinas, especialmente si provienen de campos del saber muy diferentes.
Estoy intentando profundizar en el campo de la interacción humano-robot y en los denominados robots sociales, una área de investigación netamente multidisciplinar donde se dan cita ingenieros, científicos sociales, psicólogos, etc y como parte de ese empeño estoy leyendo el libro 'Human-Robot Interaction. An introduction' de Christoph Bartnek, Tony Belpaeme, Firedrike Eyssel, Takayudi Kanda, Merel Keijsers y Selma Sabanovic.
En el primer capítulo los autores destacan el carácter multidisciplinar de la materia y al hacerlo no eluden el citar las dificultades de esa colaboración. En concreto, plantean el tema hablándonos de tres grandes colectivos: los ingenieros, los científicos (especialmente científicos de ciencias sociales) y los que denomina diseñadores. Y dividiendo un poco el foco e intereses de estos colectivos, identifican tres grandes barreras:
- Foco: En esta dimensión se habla de si el foco del trabajo se centra en la tecnología,caso fundamentalmente de los ingenieros, o en el lado humano (que predomina en científicos sociales y diseñadores).
- Conocimiento: Se trata, quizá, de una distinción más sutil. Se refieren los autores a que en el caso de ingenieros y científicos el conocimiento es explícito y se suele manifestar en forma de publicaciones, artículos, conferencias, etc mientras que, en el caso de los diseñadores, el conocimiento es más intuitivo y por tanto implícito, menos manifiesto.
- Actitud ante la realidad: Finalmente, en esta barrera observan los autores una dicotomía entre una actitud más centrada en entender el mundo, propia de los científicos, frente a una actitud más de transformación de ese mundo hacia unos objetivos deseables, que domina en ingenieros y diseñadores.
Creo que, probablemente, en el trabajo multidisciplinar nos podemos encontrar alguna barrera más (insistiría, por ejemplo, en el simple desconocimiento) pero resulta interesante esta tipología de barreras identificadas, además, por personas que las viven en primera persona en su trabajo.
No quisiera de todas formas, dejar de advertir sobre la evidente simplificación que este tipo de clasificaciones suponen y con el serie peligro de caer en tópicos a veces burdos. Personalmente, siempre me han molestado un poco los tópicos simplistas y muchas veces injustos con que se caracteriza los ingenieros, especialmente desde áreas humanísticas. Y no quisiera caer en ellos.
Al final, las personas son personas, no ingenieros, científicos o diseñadores y, por tanto, sus intereses y actitudes pueden diferir, ampliar y superar aquellos que en teoría caracterizan a 'su grupo' y muy especialmente si se trata de personas con vocación por un área de trabajo inherentemente multidisciplinar como puede ser la interacción humano-robot y los robots sociales.
En cualquier caso, es evidente que visto como grupos, las diferencias de conocimientos, intereses y actitudes existen y, sin caer en tópicos, se deben tener en cuenta en grupos de trabajo multidisciplinares.