Revista Cultura y Ocio

Tres chapuzas históricas

Por Cayetano
Tres chapuzas históricas Francis Bacon
Sarajevo 
Siempre se señala a Gavrilo Princip como el artífice del atentado de Sarajevo, aquel que desencadenó la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, tras el magnicidio del heredero al trono austriaco, el archiduque Francisco Fernando, hubo un complot de varias personas. Uno de los participantes en el asesinato fue un tal Cabrinovic. En un principio intentó acabar con la vida del príncipe heredero al tirar una bomba al paso de su carruaje, pero falló en su tentativa porque la bomba rebotó en el antebrazo del archiduque hiriendo a otras personas. El terrorista, acto seguido se tomó una cápsula de cianuro y se arrojó al río con intención de ahogarse; pero las aguas tenían escasa profundidad por ser verano, tan solo unos diez centímetros, insuficientes para que se hundiera el cuerpo del asesino. Además, no le hizo efecto el veneno porque estaba caducado y los viandantes lo sacaron del río y la emprendieron a tortas con el joven. De no ser apresado enseguida por la policía habría muerto linchado. 
La venganza de un pollo 
Francis Bacon, científico, filósofo y político de finales del siglo XVI y principios del XVII, tuvo una muerte de lo más tonta. Viendo nevar una tarde se le ocurrió que la nieve podría ser un buen conservante como la sal y que el frío serviría para retardar la descomposición de los cadáveres. Así que salió a comprar un pollo, lo mató y lo enterró en el campo cubierto de nieve. Y allí se quedó un buen rato, a la intemperie, para ver lo que tardaba en congelarse el animal. El pollo no se congeló, pero él pilló un buen resfriado que se convirtió en pulmonía y que lo llevó a la muerte a la edad de 65 años. 
Duro de matar 
Rasputín, el “monje loco” que tanta influencia ejerciera sobre Alejandra y su marido el zar Nicolás II, fue víctima de un plan trazado para asesinarle, pero a los asesinos les costó lo suyo. Primero fue envenenado con suficiente cianuro como para matar a un elefante. Como apenas le hizo efecto el veneno, le pegaron un tiro. Como no se moría, le volvieron a disparar. Luego le dieron una tunda de palos y lo castraron. Finalmente lo arrojaron a las heladas aguas del río Neva. Según la autopsia, murió ahogado.
Este texto también ha sido publicado originalmente en La Charca Literaria (lacharcaliteraria.com)

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