Tres claves para educar.
- Sólo hay dos tipos de padres, los que se han desesperado y los que se van a desesperar.
- Ser padre es muy fácil, lo difícil es hacerlo bien y es casi imposible hacerlo como a uno le gustaría.
- Encontrar claves simples facilita la tarea de educar y convivir.
Hay tres pautas que, según mi experiencia, son claves en la educación y convivencia con los hijos: amor, respeto y coherencia. Tres elementos que, bien interpretados y aprovechados, facilitarán tanto el día a día en casa como el desarrollo de los niños en un entorno que los enriquezca.
Amor
Creo que todos los padres dan por hecho que aman a sus hijos, pero una cosa es amar y otra cosa es aprovechar ese amor en favor de todos. Al hablar de amor, cada persona puede entender cosas distintas, pero creo que todos coinciden en que tiene una gran parte de entrega y sacrificio; de poner las necesidades del otro por encima de las propias.
Sin embargo, el amor tiene un componente de placentera entrega que a veces se utiliza poco. La presencia de esta paz en todas las facetas de la convivencia facilitará mucho la tarea de educar y compartir valores. La cuestión es ¿Cómo conseguir ese estado de paz en situaciones complicadas?Algunos padres se sienten culpables porque hay momentos en los que parece que actúan como si no amaran a sus hijos y me preguntan cómo pueden cambiar su actitud. Yo creo que el amor es compatible con cualquier situación cotidiana en una familia y les digo que no necesitan necesariamente cambiar la actitud, sólo necesitan hacerla compatible con el amor y actuar desde la compasión y no desde la rabia.
Antes de intentar dar este paso es importante distinguir el amor de la actitud amorosa, ya que no me refiero al amor como ese momento en el que una persona demuestra con gestos y palabras su cariño al otro, sino que me refiero al amor como los motivos profundos de cada acto. Cuando actuamos con rabia no lo hacemos desde el amor, sino desde la frustración aunque nos guste pensar que lo hacemos por amor, no lo hacemos desde él.
Una conducta rabiosa aparece porque no estamos consiguiendo un resultado y eso nos frustra, una conducta con amor se hace para el otro y puede ser igual de estricta que la anterior, pero tiene un impacto muy diferente en todas las personas involucradas.Cómo hacer esto depende de cada persona, mi trabajo no es aconsejar a otros cómo hacer las cosas, sino ayudar a cada uno a encontrar su propia solución y creo firmemente que padres y madres pueden encontrar su propia manera de discutir, educar e imponer desde el amor.
Cuando alguien me comenta que quiere dejar de realizar una acción con su hijo que considera que es inadecuada, yo lo animo a que encuentre la intención positiva de esa acción y sienta la forma de conseguir eso mismo desde el amor o con amor. A veces se confunde “desde el amor” con una acción amorosa y “con amor” es más un matiz añadido a la acción.
No se trata, por tanto, de cambiar una conducta, sino de cambiar un punto de partida interior y desde ahí la conducta cambiará sola. Porque se puede incluso regañar o castigar a un niño del mismo modo desde la rabia o la impotencia que desde el amor y seguramente que lo último sea más útil tanto para el niño como la convivencia en general.
El amor y el respeto van muy de la mano y centrarnos en uno puede ayudar a hacer aparecer el otro. En el siguiente artículo hablaré sobre el segundo factor: el respeto. Espero que os ayude a conseguir enfocar ciertas situaciones desde el amor.
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