A continuación continúo con el artículo “Tres claves para educar“, hablando ahora de la segunda de ellas: el respeto.
Respeto
Desde que nacemos estamos aprendiendo, comenzamos por controlar nuestro cuerpo y vamos adquiriendo más y más conocimientos sobre el entorno, el mundo y nosotros mismos. Todos esos conocimientos van pasando a un lugar donde son gestionados de forma inconsciente. De esa manera ahora estás leyendo este texto sin necesitar ir letra por letra y dando sentido a las palabras.
En cada momento de nuestra vida tenemos la necesidad de actuar según los conocimientos que tenemos o de lo contrario nos bloquearíamos. Debemos dar por válido lo que conocemos para decidir y actuar. Ya tengamos 20 años o 50, la experiencia vital de cada cual es lo único con lo que contamos para tomar decisiones.
No sé qué edad tienes tú que estás leyendo esto, pero seguro que si miras atrás en el tiempo y te ves a ti mismo/a con la mitad de años, habría muchas cosas que te gustaría decirte para que las aprendieras de forma más rápida. Seguro que hay muchas cosas que, de haberlas sabido, te habrían permitido tomar decisiones más acertadas. Y no me refiero a adivinar el futuro, sino a cómo funcionan las cosas. No me refiero a pistas sobre lo que no va a salir bien sino sobre cómo es realmente la vida y en aquella época no lo sabías.¿Qué le dirías a tu persona de hace 15 años? ¿Cómo la ayudarías a decidir mejor? ¿Qué experiencia le puede aportar? ¿Qué aprendizaje sobre lo que es importante te gustaría que hubiera sabido ese “tú” jovencito?
Y aquel “tú” ¿Te habría escuchado? Piensa un momento ¿Cómo habrías respondido ante una persona con más experiencia que te dice lo que debes hacer? ¿Cómo necesitabas que te lo dijera para escucharlo?
Cuando eras mucho más joven ¿Hasta que punto pensabas que tenías razón en tus ideas?
Cuando nos dirigimos a una persona con menos experiencia, deberíamos hacerlo desde el respeto por lo que ha vivido y ha aprendido. Su experiencia comprende su realidad y su realidad es todo lo que tiene. Tal y como actúa y responde tiene relación con lo que piensa que es lo más adecuado en cada momento, aunque no lo comprendamos, e incluso ni él mismo lo entienda, es su carácter más su experiencia lo que provoca el comportamiento.
Ni niño está aprendiendo las reglas del juego al mismo tiempo que lo juega. La vida es complicada y las normas van cambiando, porque no se le exige lo mismo con 3 años que con 6 y a veces el cambio no es progresivo.
Igual que tú hace años tenías que actuar con lo que conocías y te costaba dar crédito a lo que te contaran otros con una experiencia distinta, un niño de 2 años o de 17 sabe lo que sabe y con eso debe manejarse.
Que no tenga razón no significa que se merezca el respeto por opinar de otra forma.
Respetar al otro como legítimo otro es un factor clave para la educación y la convivencia, porque si el otro no se siente respetado difícilmente va a escuchar las directrices que le den.
El respeto en el día a día se vive cuando una persona acepta lo que el otro piensa, aunque no este de acuerdo. Esto no significa que los padres deban permitir que los hijos hagan lo que quieran. Esto significa que los padres pueden incidir sobre la conducta de los hijos aceptando como legítimas sus opiniones y experiencias previas.
No es algo muy diferente a lo que puede suceder cuando una familia va a un espectáculo de magia. Un niño verá desaparecer las cartas y aparecer mágicamente, pero los padres saben que no es cierto. Es posible que quieran explicarle el truco al pequeño y lo harán comprendiendo con cariño la ilusión creada en la mente del niño. En ese momento, es fácil aceptar las ideas equivocadas del otro.
Esta escena tan idílica no es muy distinta una discusión con un adolescente que no quiere estudiar. Su realidad es que aquello no hace falta o es inútil, porque así se lo dice su experiencia. Los padres pueden actuar desde el respeto por sus ideas y llegar a conclusiones interiores que ayuden gestionar la situación.
En una discusión se pueden adoptar muchas posturas, unas más útiles que otras. Yo personalmente sigo este esquema y lo recomiendo para quien quiera comenzar a convivir desde el respeto hacia el legítimo otro:
“Comprendo que pienses así, pero creo que estás equivocado y quiero ayudarte a cambiar tu actitud aunque sea imponiendo mi criterio. “
En el siguiente artículo hablo sobre el tercer factor: la coherencia.
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