Tras unos días en los que hemos tenido ocasión de disfrutar de las opiniones de algunas de las voces que más saben de cómics de nuestra blogosfera sobre qué lecturas comiqueras nos recomendaban para aprovechar ese tiempo extra que (quizás) nos proporciona el verano, me parece justo cerrar la ronda con unas pocas pistas de cosecha propia (hay que tener valor escribir tras El Tío Berni, Juan F Molinera, Christian Osuna y Little Nemo’s Kat; quizás inconsciencia es la palabra, pero en fin, ahí van…).
La Ruta Joyce, de Alfonso Zapico (Astiberri, 2011)
Primero, una de las lecturas del curso 2011-2012 que más he disfrutado, la Ruta Joyce, de Alfonso Zapico, editada por Astiberri. En la Ruta Joyce, Alfonso Zapico nos presenta un auténtico making off de su anterior Dublinés, el álbum que dedicó a James Joyce (también absolutamente recomendable). Sin voluntad para repetir lo que he comentado en su post correspondiente, no puedo dejar de mencionar que el medio decálogo que justificaba, al menos a nivel personal, no perderse esta obra: 1. Por lo que Dublinés no enseña, pero la Ruta Joyce, sí; 2. Por la generosidad (de mostrarnos las interioridades del proceso creativos, con sus momentos epifánicos y otros no tan atractivos); 3. Por la querencia por las ciudades; 4. Por la triste (pero bella) historia europea; 5. Y, sí, por el dibujo también. Aunque no requiera leer Dublinés, la verdad es que se disfruta más la Ruta Joyce si primero uno se ha paseado por el mundo de Joyce de la mano de Alfonso Zapico.
Paso al Noroeste, de Scott Chantler (Ediciones La Cúpula, 2008)
Muy diferentes (a todos los niveles) es mi segunda recomendación estival, Paso al Noroeste. Recupero aquí una obra que entiendo ideal para el verano. Cómic de aventuras en estado puro, combinado con un desarrollo psicológico y personal de los personajes muy bien logrado. Se me antojan pocos empeños más adecuados para el verano que reseguir los derroteros por lo que circulan las vivencias de Charles Lord, el protagonista, encuadrados en la época de los auténticos pioneros del Nuevo Continente (el siglo XVIII en la costa este de Norteamérica) y en la búsqueda de una gesta en línea con los grandes lances a los que la humanidad se ha lanzado con arrojo e inconsciencia en su historia, el del paso del Noroeste. Ecos de El Último Mohicano (más de los libros de James Fenimore Cooper, hay que recordar que El Último era el segundo de una trilogía, que la de la película de Michael Mann) en una obra de vis épica que no renuncia a trasladarnos las turbulencias de la vida interior de sus protagonistas. El álbum, editado por La Cúpula, dispone, además, de un bonus que lo hace merecedor de nuestra atención por sí solo, las explicaciones de Scott Chantler de cómo afrontó el álbum y cómo evolucionó su producción. Apasionante viaje a la mente del historietista (Sí, efectivamente, estimado lector, soy un adicto a ver las entretelas de los procesos de creación, salta a la vista de estas dos primeras recomendaciones).
La cadena de oro, de Nira Harel y Batia Kolton (Sins Entido, 2010)
Finalmente, una auténtica rareza, también de un cierto tiempo atrás. La cadena de oro es una de esas locuras editoriales que nos hacen amar el trabajo de gente como los amigos de Sins Entido. Cuando uno cree que todo está dicho, de repente aparece una maravilla como esta. Se trata de una obra que recoge una serie de poemas hebreos para niños. El dibujo de Batia Kolton emociona, porque acompaña de forma indesligable las bellísimas poesías infantiles hebreas, seleccionadas con un criterio delicioso por Nira Harei. Quizás el tono, muy lírico, hace recomendable la obra para alguna noche de la segunda mitad de agosto, cuando empieza a cambiar el tiempo y los ánimos se acercan al ritmo otoñal.
En fin, disfrute del verano, estimado lector, leyendo buenos tebeos. Los que desde las recomendaciones de La Línea Clara le trasladamos, y muchos, muchos más.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure