Miami, baila al son caribeño, huele a puro habano y a mojito. Capital mundial del estilo Art Decó y escaparate para el lujo y la ordinariez, a menudo, de la mano.
Miércoles 31 de agosto
Llegamos a Miami, último destino de nuestro viaje por la costa este de Estados Unidos.
Miami es un mundo a parte dentro de este enorme país. Nada tiene que ver con otras ciudades, ni mejor ni peor, pero sí muy diferente. Primeramente el idioma, donde el 60% de la población habla hispano como primera lengua, pero no es la única diferencia ni la más evidente, ya que en ciudades como New York el español se oye y se lee por todas partes, también. La manera de conducir es una diferencia a añadir: mientras que en otros lugares el respeto a las normas de circulación y a los peatones es una obligación y se lleva al límite, aquí poner el intermitente significa que seis o siete coches te adelantaran antes de que tú realices la maniobra previamente señalizada, el sonido del claxon es habitual y la paciencia no es una virtud demasiado extendida.
La música reggaeton, cubatón (o como quieran llamarla, si es que no es el mismo estilo) suena en cada esquina a un volumen que hace mover hasta el más arítmico.
La inmigración latina es un echo evidente, tanto es así que muchos de ellos consideran Miami como la capital de los países latinoamericanos, y otros tantos no la consideran ni como parte de Florida.
Uno de los barrios más populares de Miami es Little Havana es un barrio vivo y colorido del que los exiliados cubanos han hecho su patria. Muros pintados con mensajes de protesta política o con canciones de letras un tanto sexistas, maracas que dan sonido a sus locales y una vía principal, la calle Ocho, con estrellas al más puro estilo Paseo de la Fama de Los Angeles, con los nombres de personajes famosos de nacionalidad cubana que han traspasado fronteras. Todo ello con olor a comida cubana, a mojito recién hecho y a puro habano.
Uno de los lugares más pintorescos del barrio es el Parque Máximo Gómez, donde se reúnen cubanos de avanzada edad a jugar al dominó o al ajedrez mientras tratan de arreglar el mundo y su país natal.
Little Havana es un buen lugar para ir a degustar comida cubana a precios asequibles, mejor durante el día que por la noche, momento que hay que evitar por ser una zona no demasiado segura.
En el barrio de Buena Vista, entre Little Haití y Design Distric, se encuentra el apartamento donde nos alojaremos estas tres noches. Ubicado en un resort con seguridad privada, piscina, jacuzzi y gimnasio es un buen lugar para instalarse, además de que sus dueños, una pareja joven hispana, son muy amables y atentos con los huéspedes.
Al atardecer nos dirigimos a South Beach en Miami Beach, la zona más icónica de la ciudad. Con sus edificios Art Decó color pastel, miles de luces de neón que se encienden al anochecer e iluminan todo Ocean Drive, cuerpos morenos y musculados exhibiéndose por todo el paseo que circula paralelo a la costa y donde conviven surferos, jugadores de voley playa, skaters y asiduos a los clubs y pubs con vestimentas de todo tipo que inundan toda la calle la principal.
Sea la hora que sea, la zona es un hervidero de gente. Por la mañana por sus playas cristalinas y por las noches por sus restaurantes y locales con música latina sonando a todo volumen.
Aparcar en Miami Beach puede resultar un tanto complicado. Ocean Drive es zona reservada a los hoteles o zona de parquímetro, los primeros suelen hacer una tarifa plana para que puedas aparcar y dependiendo de las horas que vayas a estar puede salir a cuenta en lugar de pagar en la maquina expendedora (4€/hora).
Los parquímetros también están disponibles en el resto de la ciudad, aunque dependiendo de la ubicación los precios suelen ser más económicos. Los parquings públicos descubiertos también funcionan con el mismo sistema de prepago. Mi recomendación es que se utilicen los parquings públicos cubiertos, mucho más económicos, especialmente en South Beach, llegándonos a ahorrar hasta 3€ por hora, y sin la preocupación de que se nos eche el tiempo encima ya que disponemos de un ticket al entrar y realizaremos el pago a la salida por el tiempo total de estancia. Aquí os dejo un link de las zonas de estacionamiento y los precios medios.
Para cenar, lo mejor es alejarse un poco de Ocean Drive. En el 644 6th St, Las Olas Cafe (muy recomendado en Tripadvisor) sirve una excelente comida cubana para llevar y hacer un picnic nocturno en Lummus Park mientras se observa un partido de volley playa. Recomendado el sandwich cubano.
Jueves 1 de septiembre
Hoy es mi cumpleaños y mucho me temo que será la única vez que lo celebre tan lejos de casa.
Volvemos a South Beach, esta vez para ver el distrito Art Decó que se extiende a lo largo de Ocean Drive y por sus calles aledañas. Sumando un total de unas treinta manzanas y unos 1200 edificios, Miami es la ciudad con más ejemplos de este estilo decorativo en todo el mundo.
El Art Decó es un movimiento artístico que surgió en el año 1920 y tuvo su máximo apogeo durante la Gran Depresión, momento en el cuál, los estadounidenses se interesaron por una arquitectura que ayudara a levantar los ánimos del país con un estilo opulento que contrarrestaba la austeridad que provocó la Primera Guerra Mundial.
Los edificios con estilo Art Decó se basan, principalmente, en la geometría elemental (donde imperan los cubos, las esferas y las líneas rectas y en zigzag) y en una gran presencia ornamental, ya que la función del Art Decó es más decorativa que funcional.
Suelos de terrazo, molduras en los techos, colores tropicales y tonos pastel, rayas paralelas, tableros con bajorrelieves y, sobre todo, los letreros con luces de neón son algunas de las características más importantes del estilo Art Decó que impregna cada rincón de South Beach.
En la misma Ocean Drive, desde la 6th hasta la 14th, el Lummus Park Beach es el parque-playa más famoso de Miami. Las casetas de los socorristas pintadas de bonitos colores pastel a juego con la zona, se enmarcan en aguas de un azul turquesa y arena blanca. En el parque, bajo las palmeras, cuerpazos de escándalo entrenan en los gimnasios públicos al aire libre exhibiendo músculo a todo el que quiera mirar. Como en cualquier playa de SoBe, aquí se viene a ver y a ser visto.
Para comer una recomendación: en la 11th con Washington Ave un resplandeciente vagón de tren al más puro estilo Art Decó, el Eleventh Street Diner, ofrece unas buenas hamburguesas con patatas fritas y una refrescante limonada. El servicio es muy amable y hablan español.
Para acabar el día y bajo un calor sofocante, a pesar de estar nublado, nos dirigimos a Española Way, una calle peatonal llena de restaurantes con una arquitectura colonial y apartada del más bullicioso SoBe. Unas manzanas más al norte el Lincoln Road Mall es, también, una calle peatonal que funciona como centro comercial histórico aunque hoy en día las tiendas que lo llenan son todas las grandes marcas comerciales de cualquier centro comercial de cualquier ciudad del mundo.
Viernes 2 de septiembre
Al sur de Key Biscaine a tan solo quince minutos de Miami (en coche, claro) se puede disfrutar de un paraíso terrenal. Prácticamente virgen y alejada de la civilización, Bill Baggs Cape Florida State Park es una zona de recreo rodeada de naturaleza salvaje en la que se puede pasar el día paseando en bicicleta o en kayak, comer en sus merenderos, subir al faro histórico o tomar el sol en su playa, elegida una de las diez mejores de los Estados Unidos.
En Crandon Park, al norte de Key Biscaine, también tiene playas muy bonitas con palmeras donde refugiarse en días calurosos y algunos servicios, pero nada tiene que ver con las playas exóticas de Bill Baggs.
De vuelta a Miami y de camino al apartamento pasamos por Wynwood Art District, visita obligada desde muy pocos años en la ciudad. El antiguo distrito de almacenes y naves industriales de Wynwood se ha convertido en el centro de las artes del sur de Florida. Comenzó con graffitis y street art generando espacios de arte al aire libre y convirtiéndose en una zona llena de galerías que tiene su epicentro en el Wynwood Wall, una galería repleta de graffitis donde disfrutar de un walk art con artistas de todo el mundo.
Sin duda, y aunque en muchas guías ni lo nombran, hoy en día en uno de los imperdibles de Miami.
Después de descansar un rato y tras un baño en la piscina del resort, toca celebrar mi cumpleaños con una cena (aunque fue ayer) y aprovechar para despedirnos de las vacaciones hasta el próximo año.
Como ya he dicho, en Ocean Drive hay restaurantes para aburrir pero todos ellos están excesivamente encarados al turista. Enormes copas de algún cóctel raro con vistosos colores, comida internacional poco cuidada y todo ello bajo una música reggaeton a todo volumen y luces de neón. Así que para no jugárnosla en la última cena, volveremos a hacer caso de nuestra guía de referencia Loney Planet. Y el único recomendado en esta zona es el Front Porch Cafe, en el 1458 de Ocean Dr, entre la 15th St y la 14th Pl, en el porche del Crowne Plaza South Beach – Z Ocean Hotel que además con una oferta de Groupon la cena nos salió muy económica.
Sábado 3 de septiembre
Se acabó…
Hoy volvemos a Barcelona, pero aún nos queda la mitad del día hasta que cojamos el avión en el aeropuerto de Fort Lauderdale.
Hace unos años, Fort Lauderdale era el centro de juergas estudiantiles, hoy es algo más sofisticada y se ha convertido en un destino muy popular entre la comunidad gay.
Se la conoce como la Venecia de América por su extenso sistema de canales y por su enorme playa, una de las más limpias y bonitas del país con 11 km de arena blanca y aguas cristalinas con un paseo marítimo lleno de patinadores, runners y gente que, simplemente, pasea.
Pero si por algo es conocida esta ciudad es por ser una de los vértices del famoso Triángulo de las Bermudas desde que en 1945 desaparecieron cinco aviones de un escuadrón que se dirigían desde Fort Lauderdale a la isla de Gran Bahama. Jamás se les volvió a ver, tampoco al avión que salió al rescate. Pudo ser debido a unas explosiones, pero la leyenda continua…
En el mismo promenade hay muchos restaurantes y locales para comer o tomar algo. Es bastante probable que haya mejores sitios en la ciudad, pero nos espera el avión y no podemos demorarnos mucho. Elegimos The Drunken Taco, el nombre ya lo dice todo…, comida tex mex bañada con mucha cerveza y cócteles de tequila.
Despegamos a las 21 p.m del aeropuerto de Fort Lauderdale con la esperanza de que el Triángulo de la Bermudas no nos engulla.
¡Hasta el próximo viaje!
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