Iglesia de San Carlos Borromeo, Karlskirche. Viena
Teníamos previsto viajar quince días a Austria. Visitar ciudades históricas como Viena y Salzburgo y disfrutar de la naturaleza paseando por lagos y montañas. Pero una hora antes de salir, los acontecimientos cambiaron los planes; Luis no pudo hacer el viaje y tuve que partir sola e improvisar un viaje diferente.Llego a Viena a media tarde. En la Oficina de Turismo del aeropuerto pido un plano y compro los billetes (2 billetes de 2,20€ cada uno) para el tren que en unos 20 minutos me acerca hasta la Estación Central (Wien Hauptbahnhof).
Desde el tren veo el enorme cartel que anuncia mi hotel: Motel One Hauptbahnhof (70 €/noche). Qué bien! Ni siquiera tengo que buscarlo!.
Dejo las maletas y voy caminando hasta el centro, que queda a unos 20 minutos . El primer edificio que encuentro es la Karlskirche, o iglesia de San Carlos Borromeo, junto a un estanque en el que se refleja la fachada neoclásica y las enormes columnas; un estilo arquitectónico que en el s. XVIII causó furor en la corte de los Habsburgo (los Austrias de España). El precioso día de primavera me empuja a callejear y decido no entrar, pero desde fuera me parece preciosa y eso que el estilo neoclásico no es mi favorito.
Secesión de Olbrich. Viena
Cruzando Karlsplatz, otro edificio llama la atención por la enorme esfera dorada. Se trata del edificio de la Secesión de Olbrich, el movimiento modernista del XIX que trataba de romper con el clasicismo.Pantalla gigante en el edificio de la Opera de Viena
Viena y la tarta Sacher
No muy lejos se encuentra el Teatro de la Ópera de Viena, Wiener Staatsoper, lugar de culto para los amantes del género. Aprovecho para recoger las entradas que teniamos reservadas por internet para ver Don Carlo e intentar vender la entrada de Luis. Lo consigo gracias a que el señor de la taquilla se ofrece a quedársela para venderla y así pudimos recuperar los 75€.En el exterior del edificio neoclasicista han montado una enorme pantalla para poder seguir desde la calle las representaciones de ópera; así Viena se asegura de que su gran orgullo musical es accesible para todo el mundo.
La Staatsoper se encuentra en Ringstrasse, o avenida circular que rodea el centro de la ciudad y que en el s. XIX sustituyó a la antigua muralla del s XIII. En este "anillo" se encuentran los más significativos monumentos de la ciudad.
Viena es una ciudad para callejear. Es agradable, no agobia y sorprende la gran cantidad de edificios que se pueden descubrir en el paseo. Algunos nos traen recuerdos. Qué ilusión me hizo encontrarme con el Hotel Sacher, el lugar en el que nació la famosa y contundente tarta de chocolate que descubrí hace muchos años gracias a la pasteleria Melba en Zaragoza (todo un clásico en las celebraciones familiares).
Catedral de San Esteban (Stephansdom). Viena
Por la comercial calle Karntner se llega hasta la catedral gótica de San Esteban (Stephansdom), sobre la que se proyectan ya lo últimos rayos del atardecer. Se encuentra en proceso de restauración y parte de la fachada está cubierta. Destaca la torre lateral en forma de aguja que se refleja imponente en los edificios de alrededor y que se divisa desde distintos puntos de Ringstrasse. Y desde toda Viena, puesto que alcanza la respetable altura de 136 metros.
La plaza Stephansplatz es amplia y permite una buena vista de la catedral. En las vertientes del tejado, baldosas de colores forman el escudo del águila bicéfala del Imperio Austriaco por un lado y los escudos de Viena y de la moderna Austria por otro.
En el interior de la catedral las vidrieras filtran la luz creando un ambiente íntimo roto por el trasiego de turistas que no paran de moverse de un lado a otro.
Entrada metro. Viena. Austria
En la estación central compro un bono de transporte de dos dias (13,30 €) que me permite viajar por Viena en metro, tranvía y autobús. En una máquina del metro pico el billete una vez y ya me sirve para los dos días. El acceso es libre, sin control ni vallas; imagino que se confia en la honradez de la gente para no colarse y esto me sorprende y me agrada.Parada metro. Viena
Palacio de Schönbrunn
Palacio Schönbrunn. Viena
Voy con la linea U4 del metro hasta el Palacio de Schönbrunn, (parada Schönbrunn), declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No hay mucha gente y puedo sacar la entrada sin hacer colas. Me informan de varias opciones de visita y decido comprar un billete combinado para visitar el Palacio, el Laberinto y la Glorieta (21, 60 €).Palacio Schönbrunn. Viena
Palacio Schönbrunn. Viena
La visita al palacio se hace con una audioguia bastante amena que describe lo más interesante de cada estancia: los salones barrocos decorados en azul y verde, las habitaciones de Sissi, la sala de recepciones, las salitas decoradas con motivos orientales... Para mí es especialmente entrañable la sala en la que actuó Mozart cuando era un niño. Está prohibido hacer fotos y ni intento robarlas.Los jardines unen el Palacio con la Glorieta que se eleva enfrente, en una pequeña colina. En medio de este espacio se encuentra el laberinto, un jardín de plantas que forman un laberinto y resulta bastante divertido.
A los pies de la colina que sube a la Glorieta se encuentra una enorme fuente de Neptuno (todo en este palacio es grande) que puede rodearse y ver un poco más cerca las grandes esculturas de ninfas, caracolas, dioses, caballos...
Jardines del Palacio de Schönbrunn
Glorieta del Palacio Schönbrunn. Viena
La Glorieta desde el estanque. Schönbrunn. Viena
Hay una pequeña subida hasta la Glorieta. Desde la terraza se ve la magnitud de los jardines con el palacio al fondo. Impresionante. Qué bien vivían los Habsburgo!.Wiener Riesenrad. La Noria de Viena
Vuelvo con el metro y me acerco al Prater, un parque de atracciones al otro lado del río Danubio en el que se encuentra la famosa noria de Viena (Wiener Riesenrad).Noria de Viena
Exposición de cabinas de la Noria de Viena
Es visita obligada acercarse a verla. Tiene el mérito de ser la primera que se construyó para diversión en el mundo e igualmente por su tamaño fue, durante muchos años, la más grande jamás construida.Este símbolo de la ciudad ha quedado inmortalizado en varias películas como El tercer hombre, The Living Daylights, o Antes del amanecer, así que le sobran razones para ser conocida.
Subir a la noria cuesta 9 €. En sus orígenes la noria tenia 30 cabinas, actualmente tiene solamente 15. Las que no están montadas se pueden ver en la exposición que hay en la salita de espera.
Las cabinas son amplias, cubiertas de madera, con capacidad para varias personas y con grandes ventanas que permiten ver la estructura de hierro y el paisaje que rodea el Prater. La noria da la vuelta lentamente, se detiene en la cima y permite contemplar toda la ciudad. El recorrido es corto pero siempre se puede optar por solicitar la cabina en la que se sirve una comida "de altura" mientras la noria gira y gira.
Ringstrasse. El anillo de Viena
Ópera en la calle. Viena
De vuelta al centro me quedo un rato viendo la ópera que, a pie de calle, se representa en la plaza de la catedral. Es un espectáculo de calidad con el coro repartido entre el público, la orquesta en un carromato y los solistas sorprendiendo al público.Después de probar en el restaurante Figlmüller su famoso “Schnitzel” (escalope de cerdo) con un vino de cosecha propia que acompaña muy bien, me acerco a ver el mítico Danubio, pero la verdad es que a su paso por Viena no es nada especíal ( el Ebro es mucho más bonito desde el Puente de Piedra).
Después de un día intenso vuelvo al hotel, agotada pero contenta. El tiempo acompaña, Viena me gusta y recorrerla resulta muy agradable.
El Danubio en Viena
Neue Burg en la plaza Heldenplatz
Mozart. Viena
Dejo para la mañana siguiente ampliar la visita por el resto de los edificios de la Ringstraße.Un paseo agradable por el anillo de Viena, el Palacio Hofburg (Neue Burg) residencia de los Habsburgo durante más de seis siglos por lo que contiene diferentes estilos arquitectónicos aportados en diferentes reformas.
La Iglesia de los Minoritas.
El Ayuntamiento con la fachada cubierta por obras que impiden apreciar su estilo neogótico. En los jardines cercanos hay hamacas para relajarse del agobio de la ciudad.
El Parlamento con sus inconfundibles columnas de estilo griego y la fuente de Palas Atenea.
El Museo Albertina, en su origen otro palacio de los Habsburgo. Actualmente contiene una ingente colección de arte gráfico y también se organizan exposiciones temporales.
Jardines, esculturas y edificios que encuentro en el paseo y que me resultan muy atractivas.
Paseo en calesa. Viena
Contra la guerra y el fascismo
Albertina. Viena
Reloj Ankeruhr.
Obras en el Ayuntamiento de Viena
Parlamento. Viena
Ópera Nacional de Viena (Wiener Staatsoper)
Por la tarde tengo entrada para ver la ópera Don Carlo. Voy sola (y eso que ante la afición de Luis insisto en que a mi no me gusta la ópera) y con tiempo suficiente para ver el edificio con detenimiento: las lujosas escaleras, las salitas con lámparas de araña, la cafetería que comunica con la terraza...Un lujo poder disfrutar de este lugar emblemático.
Veo la ópera desde el segundo piso, es una planta alta pero tiene una acústica muy buena.
En el descanso me paseo por el edificio, asomo a salitas exclusivas sin derecho de admisión y no paro de hacer fotos que envío a Luis.
A la salida no quiero perderme el espectáculo de ver salir a la gente vestida con sus mejores galas y la fila de taxis que los recogen a la puerta del teatro.
Palacio Belvedere
Belvedere. Viena
Después de desayunar en una de las cafeterías de la Estación Central me acerco, en un corto paseo de unos 10 minutos, hasta el Palacio Belvedere, la residencia de verano de uno de los primeros y a la vez más importantes homosexuales en la historia austriaca: El Príncipe Eugenio de Saboya (1663–1736). (Ver: Viena para gays y lesbianas)Este palacio de estilo barroco lo forman dos edificios separados por cuidadísimos jardines que bajan en escala. El Alto Belvedere, el palacio principal, y el Bajo Belvedere, un palacio más pequeño.
Belvedere. Viena
La mayoria de la gente que se acerca a Belvedere no deja pasar la oportunidad de visitar el museo y por supuesto su obra más famosa: “El Beso”, de Gustav Klimt, pero yo prefiero disfrutar el soleado día de primavera y cambio el museo por pasear por los jardines, sentarme en las plazoletas y escuchar el sonido de las fuentes.Belvedere. Viena
Salgo de Belvedere por el Bajo Palacio y me paseo por el barrio. Un cartel me indica que si voy en bicicleta puedo encontrar (la) "Gürtel"
Un poco mas adelante me sorprende el Monumento a los soldados rusos o fuente de los rusos en la Plaza de Schwarzenberg . Un monumento con aire soviético que ensalza la ayuda del ejercito ruso en la liberación de Viena.
Monumento a los soldados rusos. Viena
Comidas y bebidasMuy cerca de la catedral se encuentra el restaurante Figlmüller, famoso por su “Schnitzel”, escalope de lomo de cerdo de un tamaño que asusta, muy sabroso. No sirven cerveza pero ofrecen un vino de cosecha propia que acompaña muy bien.
Schnitzel en Figlmüller. Viena
Una salchicha en un puesto callejero en Albertinaplatz muy solicitado cerca de la ÓperaUnas costillas de cordero en Der Liebe Augustin (Casa Agustín)
Una nueva etiqueta de cerveza. Stiegl, cerveza que se fabrica en Salzburgo. Unos días más tarde visité la fábrica
A las cuatro de la tarde tengo billete para ir a Salzburgo. Vuelvo despacio al hotel para recoger la maleta e ir a la Estación Central a coger el tren. En un viaje de 2,30 h el tren me llevará a esta preciosa ciudad, presidida por su Fortaleza, que tiene el honor se de ser el lugar en el que nació Mozart.