Como tengo que empezar de alguna manera, voy a comenzar hablándoos de Orna. Ella es la primera que conozco, es decir, la primera persona que aparece en este libro y también la primera de las mujeres que lo protagonizan. Cabría también decir de ella que es la primera de las víctimas de esta historia. Creo, sin embargo, que lo más acertado sería decir que es la primera de ese tres que es el título de la novela de la que os vengo a hablar. Así, pues, comencemos por ella:
"Orna se observa a sí misma desde fuera [...], moviéndose [...] casi con violencia, despertando en ella repugnancia a la vez que el deseo de seguir, como si quisiera provocar o enfadar a alguien que no se halla en la habitación. [...] Y puede que también él se sienta culpable ante Orna. Ahora es ella quien le está utilizando, y aunque él también la había utilizado antes, Orna no se siente bien y sabe que no podrá comportarse así mucho tiempo".
Sí, Orna es a quien primero conozco. Inmediatamente a ella lo conozco a él: Guil. Orna se ha registrado en una página web de contactos para divorciados. No sabe muy bien por qué lo ha hecho. En realidad, no tiene intención de iniciar ningún tipo de contacto con ninguno de los usuarios de la web. Quizás se trata tan solo de un primer paso para demostrarse a sí misma que es capaz de comenzar de nuevo. Sea cual fuere el motivo, el caso es que en una de sus incursiones por la página de contactos da con el perfil de Guil. Su presentación no es para nada pretenciosa, al contrario que la de la mayoría de hombres sobre los que Orna ha estado cotilleando, y eso es precisamente lo que a ella le llama la atención y lo que la mueve a enviarle un mensaje a través de la web.
Lo que sí es pretencioso por mi parte es decir que conozco a Guil. Orna tampoco llegará a conocerlo a lo largo de las citas que mantendrán. Probablemente ni siquiera llega a conocerse a ella misma del todo. Afirmar a la ligera que nos conocemos es algo que, al fin y al cabo, también puede resultar pretencioso.
Pero yo conozco a Orna. La conozco porque Dror Mishani me permite conocerla. Amo su rabia, incluso. La amo porque sé de dónde nace. Se siente amenazada y se revuelve. Se contiene y esa rabia es su derecho al pataleo.
Orna es una mujer que aún se duele de las heridas de su divorcio pero que está más ocupada en curar las heridas que esa ruptura ha dejado en su hijo que en tratar las suyas propias. De Guil casi podría decirse que es un personaje secundario en su historia. Es un tipo paciente, comprensivo, con algún detalle que a Orna le escama y que a mí también, aunque a mí no me escama que me escame porque, a diferencia de Orna, yo sabía un poco a lo que había ido.
Había ido a leer un thriller. Ahora que lo he leído incluso me atrevo a decir que también he leído una novela policiaca. Lo que también he leído es un thriller y una novela policiaca bastante atípicos. Su ritmo es pausado, aunque, a su vez, me ha llevado por las páginas sin darme cuenta y ha hecho que cuando no me encontraba leyendo me encontrara con ganas de seguir leyendo. De hecho, estoy tan sumergida en la historia de Orna que cuando esta llega a su fin estoy por ejercer yo también mi derecho al pataleo. Quiero más y me da mucha rabia quedarme así. Me entran dudas. Me han quitado algo que me estaba gustando mucho y no sé si lo que me van a dar a continuación me va a gustar igual. De hecho, sigo sin saber si ha sido así. Lo que sí sé es que lo que me da Dror Mishani a continuación compensa al menos lo que me acaba de quitar. Y es que el escritor israelí tiene la virtud de saber atraparme desde la primera frase, de anclarme y de hacerme vivir el momento presente de la lectura. Es por ello por lo que en cuanto comienzo a leer la historia de Emilia me sumerjo en ella y puedo superar así el trance de haber dejado a Orna como la he dejado. Emilia, como seguro os estaréis ya imaginando, es la segunda de las mujeres que protagonizan Tres. Es la segunda de ese tres.
"Le preguntó cómo se pronunciaba su apellido y, cuando ella le repitió dos veces Nodyeves porque a Guil le costaba pronunciarlo, pensó que hacía mucho tiempo que no decía su apellido, como si el único nombre que le quedara fuera Emilia: E-mi-lia, aunque también estuviera desapareciendo, ya que Adina no la llamaba por su nombre, como sí hacían Nahum y Ester; y por un momento su nombre volvía a ella gracias a Guil".
Emilia es una inmigrante letona que apenas habla hebreo. Trabaja cuidando de enfermos de edad avanzada. Tras la muerte de Nahum, con quien tenía y sigue sintiendo una fuerte conexión, ha de abandonar la casa del anciano y esperar otra colocación. Se siente perdida. Sin familia ni amigos vive momentos que rayan la desesperación. Duda entre volver a su país y quedarse en Israel. Será Ester, la viuda de Nahum, quien le recomiende a Guil, de profesión abogado, para que le eche una mano y le aclare ciertas dudas sobre su permiso de trabajo. Su encuentro con Guil será para Emilia algo así como una señal que estuviera esperando, algo a lo que aferrarse, quizás, para continuar con su vida y darle un sentido a su precaria situación.
Emilia es una persona invisible. Su soledad es una omnipresencia en su historia. Pero Emilia, en realidad, no está sola o, mejor dicho, no es sola. Su historia no es única. Hay muchas Emilias en cualquiera de nuestras ciudades. Lo que cabe preguntarse es: si una de esas Emilias, por ejemplo, desapareciera ¿quién preguntaría por ella? ¿quién se preocuparía por encontrarla? ¿quién se ocuparía de que la busquen? Nadie echa de menos a las Emilias del mundo porque las Emilias están de más en nuestro mundo, aunque ellas se ocupen, incluso algunas se preocupen, de lo que no queremos o no nos podemos ocupar.
Sin embargo, todos somos una Emilia en determinados momentos. A todos, aunque rodeados de familia y amigos, nos embarga la soledad en ocasiones. Todos podemos volvernos invisibles. Lo paradójico es que, habitualmente, somos los responsables de nuestra propia invisibilidad. Protegemos nuestra vulnerabilidad con celo. No hacemos a nadie partícipe de nuestra soledad. Callamos determinados actos y comportamientos porque no nos gustan cómo nos dejan, porque no queremos que nos juzguen y menos aún que el juicio ajeno nos obligue a autojuzgarnos. Puede que tengamos quien se ocupe, incluso quien se preocupe, pero seguimos sin tener quien sepa dónde se ubica la barrera de silencio que nos hemos construido y lo que se oculta tras ella.
La historia de Emilia termina. No siento esta vez que con su fin me hayan quitado nada. La historia de Emilia es la que es. La historia de Orna ha sido la que tenía que ser para esta novela aunque, más allá de esta novela y con otro final, siento que podría ser una historia con más recorrido.
Así, sin traumas, es como llego a ella, a Ella. A la tercera mujer. A la número tres.
"Cuando hablaba con Guil, decía frases que un momento antes no sabía que diría y que si le hubiesen pedido que explicara por qué las había dicho o si eran ciertas, habría preferido no contestar y no pensar en ello".
Ella acude todas las mañanas a un café con su portátil. Allí prepara su tesis doctoral. Esas horas de trabajo son en realidad un oasis dentro de sus perennes obligaciones familiares. Recientemente ha dado a luz a su tercera hija. A su marido lo ve tan solo al final del día. Adora a las niñas, pero, francamente y como ella misma llega a verbalizar, su vida no es lo que hace unos años esperaba que sería.
Guil acude con frecuencia al mismo café. Una mañana que la ve fumando fuera sale a pedirle un cigarrillo. Desde entonces, salen juntos a fumar.
Conozco a Ella, aunque siento que Dror Mishani me permite conocerla menos que a Orna y a Emilia. Exigencias del guion, supongo, es decir, de una novela que, en esta última parte (Uno, Dos y Tres, se titulan cada una de las partes que la componen), ha de resolverse. Agradezco, además, que esa deriva hacia la resolución no haga cambiar el tono de la novela, no me chirríe, no me saque de una lectura que me está gustando mucho y en la que todo fluye con inquietante y a la vez tranquila naturalidad. Claro que pudiera ser también que Ella se me esconda, que se esconda de ella misma, que no quiera enfrentarse con lo que la relación que entabla con Guil la hace descubrir de sí misma. Es algo que podría dejarse caer al final de la novela y sobre lo que no tengo claro si el autor juega realmente a esa ambigüedad o si soy yo quien lo interpreta así. Respecto al final de la novela, es un final cerrado y claro, sobre eso no quiero que queden dudas.
A quien me quedo sin conocer es a Guil. Las diferentes relaciones que estable con Orna, Emilia y Ella siguen cierto patrón común pero a la vez muestran una evolución en su comportamiento. Este es cada vez más osado y con una mayor toma de la iniciativa. En cada una de las relaciones voy conociendo, además, algo más de él, así como discerniendo qué cosas de las que cuenta son verdad o mentira ( o medio verdad o medio mentira).
Lo que conozco de Guil lo hago a través de Orna, Emilia y Ella. La narración es en tercera persona pero desde el punto de vista de cada una de las tres protagonistas. Tan solo en la parte correspondiente a Ella se alterna esa tercera persona con la segunda. Es algo que me llama la atención, que me anuncia algo así como un cambio en el registro de la novela, y que me hace preguntarme a quién pertenece esa voz.
En un principio eché de menos saber de las motivaciones de Guil y me asaltó la duda de si indagar sobre ello hubiera sumado o restado a esta lectura. No obstante, tras meditar sobre el asunto, pienso que la novela está bien como está. Para qué explicar lo que probablemente no se vaya a alcanzar a explicar. Para qué estropear con explicaciones una novela que se explica sola cuando en realidad la literatura no ha de explicar nada. No obstante, la explicación más cercana sobre las motivaciones de Guil me la ofrece él mismo:
"Ella lo escuchará con atención como una niña que escucha por primera vez las cosas más importantes que jamás le hayan contado. Y cuando ella pregunte:
-Pero ¿por qué necesitas hacer eso? Explícamelo.
-Yo no lo necesito para nada. Es algo que simplemente pasa y, desde luego, no es lógico pensar que va a dejar de ocurrir porque nos casemos o nos hagamos un poco más mayores, ¿no crees?
-¿Qué es lo que no va a dejar de ocurrir?
-Que queramos conocer a gente nueva, acercarnos a ella. Lo que me atrae mucho no es el sexo, sino el mero hecho de acercarse, de tener de repente una intimidad verdadera con alguien que no conocías y que ahora poco a poco se descubre ante ti. Eso es lo que excita, ¿no te parece?"
De Guil, lo poco que sé me lo callo y os dejo que seáis vosotros, si os apetece leer esta novela, los que lo descubráis. De quién si os cuento un poco más es de Dror Mishani. El israelí es un reputado escritor de novela negra conocido por su serie policiaca protagonizada por el inspector Abraham Abraham. Tres es su primera novela independiente a esta serie. Aun así, me he encontrado en ella un personaje que responde al nombre de inspector A., algo que me he tomado como un guiño al detective que protagoniza sus otras historias. La prosa de esta novela me ha recordado en parte a la de la Delphine de Vigan de Las lealtades.
La trama de Tres se desarrolla en su mayor parte en la zona de Tel Aviv, ciudad en la que vive el autor, si bien es muy trasladable a cualquier ciudad de otro país. Si no fuera por la alusión a festividades judías o, por ejemplo, a los viernes y sábados como fines de semana en lugar de nuestros sábados y domingos, apenas nos daríamos cuenta de que estamos en Israel.
En cuanto al título de esta novela, en mi opinión obedece al deseo del autor de personalizar con ella cada uno de esos números en los que tristemente suelen convertirse las víctimas, de darles un nombre propio en este caso a Uno, Dos y Tres. Es por eso por lo que no hay una cuarta parte para Guil. No es que Mishani no quiera explorar ese personaje, sino que no quiere concederle protagonismo. Cabe, además, la posibilidad de que el autor haya tenido un especial interés en que Uno, Dos y Tres sean todas ellas mujeres.
Ella "está escribiendo su tesis sobre el gueto de Lodz. Sí, sobre el Holocausto. En realidad, va de un edificio de ese gueto entre los años 1941 y 1944 y sobre la vida de la gente que vivió en él durante ese periodo. Decenas de personas, decenas de historias muy diferentes entre sí, decenas de muertes, a cual más trágica". Cuando Guil le pregunta por qué está escribiendo sobre ese tema, ella contesta: "yo ya no sé realmente cómo llegué a él". Me pregunto si acaso tampoco Dror Mishani sabrá ya cómo llegó a plantearse escribir esta novela. Me pregunto si, al igual que Ella, "sentía que esas personas [...] me estaban pidiendo que no las olvidase".
Traductora: Sonia de Pedro
Si te ha gustado...