En un rinconcito muy entrañable del Casco Antiguo de Cuenca nos topamos con una estatua cuyo simbolismo va ligado a la historia de la capital conquense: la estatua del rey Alfonso VIII, sita en la Plaza de Obispo Valero.
Cuenca debe a Alfonso VIII que, allá por el lejano año de 1177, concretamente durante la festividad de San Mateo, 21 de septiembre, este rey y sus huestes toman Cuenca para el bando cristiano. Nueve meses de duro asedio es el tiempo que les costó retirársela a los almohades.
Quien me conozca un poco sabe que, aunque no suela decir nada, soy una picajosa, por no decir una rompehu…narices. Todo el día me estoy fijando en los “errores” de los demás (laísmo, leísmo, queísmo, dequeísmo, simplificaciones de grupos cultos, etc.) y no podía dejar mi esencia a un lado al ver la estatua de este noble rey.
Javier Barrios es el escultor conquense que ve inaugurada en el 2009 su obra sobre este rey medieval, sin embargo, el hombre no debió de documentarse en demasía a la hora de llevar a cabo su representación de Alfonso VIII el Noble.
Error 1
Si comenzamos de arriba a abajo, observaremos que la testa de esta escultura se enmarca en una corona. Por todos es sabido que uno de los atributos de los reyes es la corona. Pues… ¡Catapúm! La primera en la frente (literalmente). Alfonso VIII porta en su noble cabeza de bronce una corona ducal.
Rey = corona real
Duque = corona ducal
Nadie sabemos lo que consultó Barrios…
Error 2
Desde la Antigüedad hasta hoy en día las estatuas ecuestres se encuentran regladas bajo un código conocido por todos:
a) Si el jinete muere en combate, se representará con las patas delanteras del equino en el aire. Es decir, un caballo rampante.
b) Si el jinete muere por heridas de batalla, su corcel levantará una de sus patas delanteras.
c) Si el jinete fallece por causas ajenas a la batalla o por muerte natural, los aplomos del equino se mantendrán en el suelo.
Si observamos la representación de Barrios, concluiremos que el rey Alfonso VIII murió a causa de unas heridas sufridas durante la batalla… ¡Pues no! Este escultor no se documentó muy allá que digamos porque, según la historia, este rey noble murió al contraer unas fiebres.
Continuamos sin saber si Barrios consultó alguna fuente a la hora de inspirarse en su creación…
Error 3
Se nota de lejos que Barrios no era ningún Miguel Ángel y el tema del juego de perspectivas en escultura tiene que seguir trabajándolo.
Yo quiero entender que, al igual que el David de Miguel Ángel o que cualquier escultura hecha a gran escala para ser vista desde una altura media, Barrios quiso hacer la parte superior más grande que la inferior para que el ojo humano recomponga la escena y todo resulte equilibrado. Este resultado lo obtenemos en el mencionado David de Miguel Ángel, cuyas extremidades y cabeza son más grandes, aunque a nuestros ojos, todo el conjunto se encuentra en una pasmosa armonía.
En Cuenca lo que encontramos es un jinete cabezudo cuyos pies aparentan estar más cerca del suelo de lo que debieran, haciendo que el corcel se asemeje más a un pequeño pony que al majestuoso caballo que se entiende que posee un rey. La figura humana es demasiado grande de acuerdo a las dimensiones planteadas al equino.
Además, en la documentación histórica, se comenta que Alfonso VIII medía, nada más y nada menos, que seis pies de altura. Es decir, lo que hoy en día atribuimos a 1’80m. Para un soriano del siglo XII esta altura no está nada mal, sin embargo, en la estatua del XXI parece más bien que tenemos a un castellano-manchego to retaquete.
Yo no tengo ni idea de las fuentes consultadas por Barrios, aunque a estas alturas de la película, me atrevo a decir que no miró na de na.
¿Y vosotros? ¿Conocéis algún error más en las estatuas de vuestras ciudades?
No os cortéis y contádmelo en los comentarios.