Revista Coaching

Tres maneras diferentes de hacer cambios y lograr tus objetivos

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

3 gpor Aida Baida Gil

El tema de hacer cambios para conseguir tus objetivos me parece muy interesante, hay ciertos cambios que cuesta mucho hacer y por mucho que apliques todas las técnicas que conoces para conseguir objetivos, a veces parece imposible. Hasta ahora ya he hablado sobre tres puntos importantísimos a la hora de hacer cambios:

1. Saber lo que quieres

2. Diseñar objetivos SMART

3. Entender los principales errores (no planificar imprevistos, etc.)

Esto por sí solo ya es suficiente para que empieces a hacer cambios y tengas más probabilidades de conseguir tus objetivos. Pero ¿y cuando lo haces todo y aun así no consigues lo que quieres? Es cierto que en muchos casos la causa es uno de los errores que menciono antes: que en realidad no quieres lo que dices que quieres, que no eres realista, que no tienes en cuenta tu situación actual y posibles imprevistos, etc.; pero otras veces es cuestión del método que utilizas.

En el artículo anterior hablé de una de las principales razones por las que a veces no logras conseguir tus objetivos: que lo que te propones requiere más pasos de los que parece. Siguiendo con ese tema, cuando no eres capaz de conseguir algo en particular y de verdad quieres un cambio, ¿qué puedes hacer, aparte de asegurarte de que sea un objetivo bien planteado? Como explica Maria Brilaki en su libro “Surprisingly…Unstuck: Rewire your brain to exercise more, eat right, and truly enjoy doing so”, hay (al menos) tres métodos distintos para hacer cambios:

1. Plantearte un cambio radical. Esto es lo más difícil, requiere mucho esfuerzo, perseverancia y voluntad. Normalmente se realiza en un período de tiempo relativamente corto por lo que obtienes resultados rápidos y la admiración de los que te rodean. No es imposible y a mucha gente le motiva el desafío, pero es muy difícil y para muchos supone una alta probabilidad de fracaso. Rápidamente te ves incapaz, abandonas y dudas de ti misma. Un ejemplo sería dejar de fumar “a palo seco”.

2. Hacer pequeños cambios. Esto es lo más frecuente y funciona muy bien para muchas personas. Por ejemplo, plantearte escribir una hora al día si quieres escribir una novela, o hacer ejercicio 30 minutos al día, tres días a la semana. Es más realista que el método anterior y puede dar buenos resultados aunque se tarde un poco más (al fin y al cabo lo que importa no es el tiempo sino conseguir tu objetivo.) Sin embargo, para algunas personas esto tampoco es suficiente. ¿Por qué? Como mencioné en el artículo anterior, porque esos pequeños pasos, no son tan pequeños. Hacer ejercicio 30 minutos al día cuando no has hecho nada hasta ahora supone: cambiarte de ropa, ducharte, ir y venir del gimnasio, hacer el ejercicio en sí… Mucho más de lo que parece, por eso puede que tu no te pongas en marcha, porque ese pequeño paso requiere muchas cosas. Lo que nos lleva entonces a la tercera estrategia.

3. Hacer cambios ridículamente pequeños, diminutos, que no te supongan ningún esfuerzo. Como por ejemplo, simplemente ponerte las zapatillas de deporte nada más levantarte o, como le decía a una de mis clientas que se había propuesto beber dos litros de agua al día, poner una botella de agua en tu mesa. Nada más, ni tienes que correr, ni tienes que beber si no quieres. Durante una semana o unos días el único cambio al que te tienes que comprometer es tener la botella en la mesa. Empiezas por algo muy sencillo y a los pocos días das un paso más y te propones algo igual de fácil, por ejemplo, beber un sorbo de agua nada más sentarte a la mesa. Solo un sorbo y solo en ese momento. Que luego bebes más, muy bien, pero tu compromiso es solo ese. Fácil, ¿no? Y también efectivo porque sin apenas esfuerzo te irás acostumbrando al cambio.

Y ¿qué consigues con pasos tan minúsculos?

1. Ponerte en marcha ya. Se acabó seguir posponiendo, lo que te has propuesto es tan sencillo que no hay razón para no empezar ya mismo.

2. No desanimarte. Al contrario, estarás contenta porque vas consiguiendo lo que te propones.

3. Crear un nuevo hábito, porque al final lo harás automáticamente, lo incorporarás a tu rutina, y son los hábitos los que provocan el cambio.

4. Conseguir tu objetivo.

Tardarás más que con otro método, sí, pero lo importante es que lo conseguirás y sin agobios. La cuestión es ponerte las cosas fáciles y dejar de pensar que tienes que intentarlo más. Además, un punto clave de este método es plantearte sólo objetivos a corto plazo. Esto va en contra de todo lo que decimos habitualmente, pero piénsalo. Si durante media vida te has planteado algo en particular y has abandonado todas las veces, ¿no merece la pena probar algo distinto? En este caso, en lugar de objetivos a medio o largo plazo (y con eso me refiero a un período de tiempo mayor de dos semanas) lo que vas a hacer es, en primer lugar, tener muy claro lo que quieres conseguir (ej: hacer más ejercicio para estar en forma, controlar mis gastos, cambiar de trabajo, dormir más) y, en segundo lugar, proponerte pasos diminutos cada semana.

Pruébalo con los objetivos que mas se te han resistido hasta ahora y es probable que en menos de lo que esperas ya hayas hecho cambios.

Lo importante es que sepas que hay distintas formas de hacer cambios y que vayas probando, sabiendo que puedes cambiar de método en cualquier momento si no te da resultados. Puede que determinados objetivos los hayas conseguido toda la vida de una manera particular pero que con otros no haya forma, ahora ya sabes que hay más alternativas. No hay un método mágico que funcione en todos los casos y circunstancias. Y recuerda, aunque la mayoría de las personas piensan que necesitan más motivación o fuerza de voluntad, lo que de verdad se necesita es ponerte las cosas fáciles, tener recordatorios ya sean visuales (la botella de agua), auditivos o de otro tipo (quedar con una amiga para ir al gimnasio) y, por supuesto, una recompensa (evitar algo malo o recibir algo bueno).

¿Qué te parece? ¿Cuál vas a probar?

Autora Aida Baida Gil

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