Revista Opinión
Que puedo decir yo de esta Odisea de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados en la Mina San José (norte de Copiapó) el jueves cinco de agosto pasado; muy poco y nada.Ya ha sido todo dicho, vendrá ahora el tiempo del reencuentro con sus familiares, con sus amigos, con sus afectos, el comenzar de nuevo, y seguramente aunque la vida con su andar vuelva a poner las cosas en su lugar para estos 33 hombres todo se verá diferente.Las redacciones del mundo, que siguieron con expectativa los hechos que se fueron sucediendo, (al igual que aquella otra tragedia ocurrida el 13 de octubre de 1972 a los pasajeros y tripulantes del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, salvando el lugar y las circunstancias) pretenderán reportajes, entrevistas exclusivas, algún libro, una película, en fin lo usual en esta sociedad de consumo.La Mina San José, curioso haber colocado el nombre de un carpintero a una mina de oro y cobre.Curioso por ser carpintero y haber tenido el privilegio de ser el padre terrenal de Jesús de Nazareth, aquel que murió en la cruz a la edad de 33 años.Porque está todo o casi todo dicho, porque los mineros chilenos volverán a ver la luz del sol, solo se me ocurre hilvanar doce letras, que combinadas apropiadamente forman las tres palabras que me parecen más justas para la ocasión: "GRACIAS A DIOS"
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