Generan un ambiente ácido que incide en el mal funcionamiento de la tiroides
Los refrescos de dieta, igual que los regulares, contienen ácido fosfórico, el cual contribuye a generar un ambiente ácido en el cuerpo.
El rango de acidez y alcalinidad va de 0 a 14. El ácido clorhídrico del estómago es 1, el refresco es 2.5 (de dieta o normal). En general las verduras y frutas son alimentos alcalinos. La sangre debe mantenerse entre un 7-7.3 para funcionar correctamente.
Otros alimentos que aumentan el pH ácido del organismo son el café, el azúcar, los alimentos procesados, el alcohol, la comida rápida, la carne roja, las harinas blancas.
Imagínense entonces si una persona come alimentos procesados, toma refresco, café, panes blancos y dulces, alcohol, vive estresado y NO consume vegetales…el resultado obvio es un exceso de acidez en el cuerpo.
Cuando no se consumen alimentos alcalinos para balancear la acidez o cuando su ingesta no es suficiente, el cuerpo se ve obligado a extraer minerales que se encuentran en el organismo como calcio, magnesio, zinc o yodo, para recuperar el balance del pH. Cuando esto se vuelve crónico, puede causar descalcificación, osteoporosis o un mal funcionamiento de la tiroides (por la deficiencia de yodo). Sin yodo suficiente la tiroides no tiene materia prima suficiente para producir la hormona tiroidea, lo que causa que se aumente la producción de TSH (Hormona Estimulante de la Tiroides) y aumenta el tamño de la misma, para que produzca la cantidad que necesitamos.
Una de las funciones principales de la tiroides es regular el metabolismo. La deficiencia de yodo es una de las principales causas de un metabolismo lento, el cual se manifiesta con niveles bajos de energía, piel seca o amarillenta, aumento de peso e incapacidad para bajarlo, mala memoria, cambios en el estado de ánimo, estreñimiento, aumento del colesterol en sangre, pérdida del apetito.
Los endulzantes no calóricos confunden al cuerpo y a las hormonas encargadas de regular el hambre y la saciedad
Los refrescos de dieta y los alimentos libres de azúcar, utilizan endulzantes bajos en calorías o sin calorías que brindan un sabor dulce. Los principales son: Sacarina (Sweet n’ low), Aspartame (Canderel, Equal y Nutrasweet), Acesulfame-K, Sucralosa (Splenda), los azúcares derivados del alcohol (xylitol, manitol y todo lo terminado el –ol).
Lo que ocurre es que cuando el cuerpo detecta el sabor dulce, se envía una señal para que empiece a prepararse para recibir y procesar calorías.
El simple hecho de pensar u oler comida desencadena una serie de procesos en el cuerpo que lo prepararan para recibir alimentos. Específicamente, los sabores dulces envían señales al páncreas para que produzca insulina y se prepare para procesar la glucosa.
Cuando esa glucosa no llega, se genera un exceso de insulina en sangre lo cual causan sensación de ansiedad y hambre (lo que nos lleva a comer más, sobre todo carbohidratos), disminuye la habilidad para asimilar la glucosa, lo cual favorece una acumulación excesiva de grasa y a puede causar resistencia al insulina y posteriormente diabetes.
Engañan psicológicamente
Se ha comprobado que las personas que consumen alimentos o bebidas de dieta, light, sugar-free, perciben que pueden entonces comer: o mayor cantidad de ese alimento o comer otros alimentos no saludables, para compensar.
Conclusiones
Como has leído, los refrescos de dieta no son ni una alternativa más saludable a los refrescos regulares, ni ayudan a mantener un peso sano.
Los refrescos, sean de dieta o regulares, ni siquiera pueden llamarse comida. Tu cuerpo no necesita ni azúcar ni endulzantes artificiales, ni ninguno de los aditivos que conforman estas bebidas. Hoy se sabe que además, varios de estos compuestos, empezando por el azúcar pueden causar adicción y por lo tanto, debe tratarse como tal.
Texto original escrito por Ana.
Referencias:
Swithers, Davidson. A role for sweet taste: calorie predictive relations in energy regulation by rats. Department of Psychological Sciences, Ingestive Behavior Research Center, Purdue University, West Lafayette, IN 47907, USA. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18298259
Fowler, Williams, et.al. Fueling the Obesity Epidemic? Artificially Sweetened Beverage Use and Long-term Weight Gain. Department of Medicine, Division of Clinical Epidemiology, The University of Texas Health Science Center at San Antonio, San Antonio, Texas, USA, 2008. http://www.nature.com/oby/journal/v16/n8/abs/oby2008284a.html
Malik, Schulze, Hu. Intake of sugar-sweetened beverages and weight gain: a systematic review. Department of Nutrition, Harvard School of Public Health, Boston, MA, USA, 2006. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16895873