Revista En Femenino

Tres veces reina, María de Molina (1264 – 1321)

Por Sandra @sandraferrerv
Tres veces reina, María de Molina (1264 – 1321) María de Molina fue una de las reinas más determinantes de la Edad Media en los reinos hispanos. A lo largo de tres reinados, los de su marido, su hijo y su nieto, tuvo un papel primordial en la defensa de los derechos de su linaje. Prudente, inteligente y valiente, María, señora de Molina, no pudo nunca alejarse del poder pero lo ostentó con gran dignidad.

La infanta que no tenía que reinar María Alfonso de Meneses nació alrededor de 1264. María era hija del Infante Alfonso de Molina, quien a su vez era hijo del rey Alfonso IX de León y la reina Berenguela la Grande. Su madre se llamaba doña Mayor Alfonso de Meneses y fue la tercera esposa del infante.


La infancia de María transcurrió tranquila en Tierra de Campos donde nadie pensaba en ella como una futura reina. Pero como tantas otras veces en la historia de las dinastías reales, el destino hizo que María pasara en poco tiempo al primer plano de la escena política.


En 1282 María se casaba con Sancho, el segundo hijo del rey Alfonso X y la reina Violante. El matrimonio no empezó con buen pie pues no sólo se enfrentaban a la nulidad por una consanguinidad de tercer grado sino que, además, Sancho ya había celebrado esponsales años atrás con Guillerma de Montcada, hija del Vizconde de Bearne, pero nunca los había revocado.


En 1275 había fallecido Fernando de la Cerda, hermano mayor de Sancho y heredero de la corona castellana. Al morir el príncipe, los derechos sucesorios pasaban directamente a sus hijos, los infantes de la Cerda, algo que Sancho nunca aceptó.


El mismo año en el que se casaba con María, Sancho se hacía proclamar heredero y regente de Castilla y León, enfrentándose abiertamente a su padre.


Reina de Castilla
Cuando el 4 de abril de 1284 falleció Alfonso X, Sancho se proclamó rey iniciando así un conflicto abierto con sus sobrinos, los infantes de la Cerda, con la nobleza defensora de los legítimos herederos y con el papado, que seguía sin legitimar su matrimonio con María y que nunca conseguiría en vida.

Antes de convertirse en reyes, Sancho y María habían sido padres de una hija, Isabel, nacida en 1283 en Toro. Después de Isabel llegarían Fernando, Alfonso, Enrique, Pedro, Felipe y Beatriz. La reina María luchó durante mucho tiempo no sólo para conseguir la legitimidad de su matrimonio sino también la de sus hijos para poder así afianzarse en el poder con alianzas matrimoniales.


Reina madre
En 1295 moría el rey Sancho IV conocido como El Bravo sin haber conseguido la legitimidad de su matrimonio. María se convertía en tutora del rey niño Fernando, de tan sólo 11 años y no declarado legítimo. Empezaba la dura y ardua tarea de conseguir los apoyos suficientes para la causa de su hijo, apoyos que encontró en las oligarquías urbanas las cuales dieron su apoyo al joven rey en las Cortes de Valladolid.

Años después en 1301 conseguía su otro objetivo, la bula del papa Bonifacio VIII en la que daba por válido el matrimonio de Sancho IV y María de Molina y consecuentemente Fernando IV se convertía en un rey legítimo.


Señora de Molina
En 1293, año en el que nació el último de sus hijos, María recibía el señorío de Molina de su marido quien a su vez lo había heredado de Blanca, medio hermana de María. Así, María se convertía para Castilla y para la historia en María de Molina.

De nuevo reina
Cuando la reina madre presenció el matrimonio entre su hijo Fernando y Constanza de Portugal y el posterior nacimiento de un heredero, María se retiró discretamente del poder. Pero en 1312, en una campaña contra los moros fallecía Fernando IV conocido como el Emplazado. De nuevo Castilla se encontraba con un rey de corta edad, Alfonso XI, de poco más de un año.

Para complicar aún más la situación, la reina Constanza fallecía súbitamente dejando a María de nuevo la tarea de llevar las riendas del poder. Desde entonces hasta su muerte 9 años después, la reina abuela volvió a poner en su sitio a la nobleza castellana y a defender con sabiduría y prudencia el trono para su nieto.


Cuando María de Molina moría el 1 de julio de 1321 dejaba todo dispuesto para que el rey Alfonso XI reinara sin ella. Fue enterrada en el monasterio de las Huelgas Reales en Valladolid.

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