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Tres vidas de santos - Eduardo Mendoza

Publicado el 01 junio 2012 por Esperanza Redondo Morales @esperedondo
Publicación: Barcelona: Seix Barral, 2009Edición: 1ª ed.Descripción física: 189 p.; 21 cm.ISBN: 978-84-322-1274-1CDU: 821.134.2-32"19"Signatura: N MEN trePrecio: 6,95 euros en la Casa del LibroSANTOS DE OTRA CLASEHace unos días me tocaba viajar a nuestra oficina de Ciudad Real con unos compañeros; para variar fui la primera en llegar a Atocha, así que como veía que en breve me iba a quedar sin lectura, y eso de acabar un libro y no tener otro a continuación para poder seguir leyendo me agobia un poco, me di una vuelta por el tenderete de prensa y libros que hay en la misma estación. Eché un vistazo rápido, porque tampoco tenía mucho tiempo para entretenerme, y cuando vi que tenían este libro de Eduardo Mendoza, que no había leído, me lo llevé puesto.Los relatos. Mis impresionesComo son tres relatos bastante cortos, creo que en este caso no merece la pena dedicar un apartado exclusivo dedicado al argumento y a los personajes, sino que contaré en uno solo lo que me ha parecido cada uno de los relatos por separado. En ellos, sin embargo, sí hay un rasgo común, y es que sus personajes principales son personas de a pie, normales y corrientes, pero el autor los califica de santos, aunque no lo sean en sentido estricto, porque están dispuestos a renunciar a todo por una idea. Así, no son de los que realizan milagros o sufren ningún tipo de martirio, pero sí tienen claro que cuando se ama una idea hay que hacer todo lo posible por perseguirla.La ballenaEste relato se desarrolla en Barcelona, y aunque no tenemos claro exactamente cuándo tiene lugar, sí podemos hacernos una ligera idea, ya que se cita de pasada que son los años de la guerra fría. El caso es que en la ciudad va a tener lugar un evento episcopal al que asistirán obispos de todo el mundo, y en el obispado se encargan de buscarles acomodo para los días que va a durar el evento. A casa de la tía Conchita (se trata de la tía del niño que nos relata esta historia) llega el obispo Putucás, oriundo de un país de Centroamérica que casi ni aparece en los mapas. Pero a la familia no le importa, ya que no todos los días tiene uno la ocasión de recibir en su casa nada menos que a un obispo, y se preparan todos convenientemente para recibirlo. El momento en el que el protagonista nos cuenta cómo es la llegada del obispo a casa de su tía, yo me partía de risa leyéndolo; tanto preparativo y tanto ensayo para recibirlo, y luego se llevan todos una desilusión... Al final la cosa se complica un poco y el obispo Putucás se ve obligado a quedarse en Barcelona una temporada más, porque justo cuando está allí estalla una guerra civil en su país; como además el obispo era conocido por su oposición a las ideologías del nuevo gobierno, no se le permite la entrada en su tierra. Y claro, la tía Conchita, tan religiosa ella, ahora ya se siente un poco incómoda de tener en su casa alojado a un fraile que es medio comunista. El pobre hombre acaba siendo Fulgencio a secas, nada de llamarle señor obispo, y se ve dando tumbos de un sitio a otro.Además de conocer la historia del obispo (no quiero destripar nada más), Mendoza hará un retrato de toda la familia con la que se relaciona Fulgencio Putucás en el relato. Y, como suele hacer el autor en todas sus historias, hará un retrato perfecto del carácter de cada uno, desde la mujer que se casa por dinero y se cree superior, hasta la familia más humilde que a pesar de todo vive feliz. No me esperaba para nada el final de este relato, y me sorprendió bastante, a la vez que me dejó una sensación un poco agridulce.El final de DubslavEn este caso se nos cuenta la historia de Dubslav, que comienza cuando éste recibe una carta en la que le notifican que su madre ha fallecido, justo el mismo día en el que le han concedido el Premio Europeo a la Realización Científica por sus investigaciones en el campo de la oftalmología. Dubslav se encuentra en esos momentos en uno de sus viajes por el mundo, y da un salto en el tiempo para contarnos cómo ha llegado hasta allí. Después iremos conociendo más facetas suyas, de su infancia y de su relación (más bien no-relación) con su madre, que vivía por y para la ciencia.Poco a poco nos iremos dando cuenta de que en realidad la mala de la película no es la madre de Dubslav, sino que él mismo es un poco pasota y aunque su madre no se lo haya puesto fácil para tener una relación más estrecha entre ellos, debido a su trabajo, la verdad es que él tampoco ha puesto nada de su parte nunca por conseguirlo. Se ha pasado media vida viajando y viviendo del cuento, ya que su madre ha dispuesto para él una asignación mensual con la que puede vivir sin pegar un palo al agua; y a mí me dio la sensación de que a este personaje le da igual absolutamente todo. Vamos, que se ha dedicado a viajar como se podría haber dedicado a aprender encaje de bolillos, más o menos...Tras conocer más detenidamente cómo ha sido la vida de Dubslav hasta el momento en el que comienza la historia, lo que nos queda por saber es si llegará a tiempo para recoger el premio en nombre de su madre; porque ya desde el principio nos daremos cuenta (y él también) de que no va a llegar a tiempo para poder asistir a su entierro. Y el caso es que en el fondo parece que también esto le da un poco igual; a lo mejor era percepción mía, pero de verdad es que me puso un poco de los nervios que fuera tan huevón este muchacho.El malentendidoEn este último relato nos iremos a un escenario totalmente distinto; se trata esta vez de una cárcel, en la que entre otros se encuentra recluido Antolín Cabrales, que para que le reduzcan la pena por buen comportamiento se dedica a apuntarse a todos los cursos que se organizan en la prisión; en realidad ninguno de ellos le interesa y ni siquiera llega a terminarlos, pero lo hace por cubrir el expediente y poco más.Las cosas cambiarán cuando llegue a la cárcel Inés Fornillo, una profesora de literatura que hará que Antolín empiece a ver las cosas de otra manera. Inés les da a leer a sus alumnos en clase extractos de obras literarias para que las analicen y den su opinión sobre ellas, y Antolín enseguida se dará cuenta de que realmente le gusta esto de leer... La profesora le empieza a recomendar libros y Antolín acaba por leerse todos los que hay en la biblioteca carcelaria; más tarde Inés le hace llegar algunos por correo (incluso sabiendo que está prohibido hacerlo), y sin embargo cuando él sale de la cárcel dejan de tener contacto.La pena es que pierden el contacto por un pequeño malentendido, y sin embargo ninguno de los dos consigue olvidar al otro durante muchísimos años. Por supuesto no voy a destripar el final, pero sí os adelanto que se trata de una historia que nos hará (por lo menos a mí) reflexionar sobre la importancia de hablar las cosas claramente y no callarnos nada, para que precisamente no nos ocurra lo mismo que a estas dos personas. Como dice el refrán, el uno por el otro y la casa sin barrer; esta frase podría ser perfectamente el resumen de este último relato.ConclusiónDespués de todo esto, supongo que sólo falta añadir si recomiendo esta novela o no... Al tratarse de relatos, y con tan pocas páginas, se lee bastante rápido así que como siempre digo, si al final resulta que no nos gusta no tendremos la sensación de haber perdido mucho tiempo con ella. En mi caso sí me ha gustado, aunque como suele ser lógico, unos relatos más que otros; lo que sí se nota, y si no lo hubiera leído en el prólogo habría visto que pasaba algo "raro", es que cada uno de los tres relatos está escrito en una época diferente. Dice el autor que los revisó para su publicación en un solo libro, pero no debió de retocarlos demasiado porque se nota claramente la diferencia temporal entre unos y otros; no sabría explicarlo muy bien, pero algo se nota.A pesar de que me ha gustado, desde luego no es mi obra favorita de Mendoza; sí que se observan sus típicos toques de humor en todos los relatos, pero tampoco es que se haya explayado mucho con esto. Desde luego, si es la primera vez que vais a leer a Mendoza sí que no lo recomendaría para estrenarse con este autor. Quizá es mejor leer primero otras cosas si uno no está acostumbrado a su estilo; pero que conste que no es que sea un libro malo, todo lo contrario. Es simplemente que en este caso no me ha parecido tan "mendoziano" como a mí me habría gustado...

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