Revista Cultura y Ocio

Treviño, el bastión castellano en Vasconia

Por Zogoibi @pabloacalvino

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Muchas rutas tengo ya hechas por Euskal Herria y aún estoy por ver, de Vitoria hacia el sur, algo que no sea castellano; y es por esto que digo: el hecho de que la llanada alavesa pertenezca al País Vasco y, peor aún, que sus municpios se alineen con el anhelo independentista euskaldún, son cuestiones que superan mi entendimiento.

Hoy visitaré con la moto el muy disputado y polémico Condado de Treviño, que encaja en la serie Vasconia en dos ruedas no por ser vascuence, sino precisamente por no serlo: se trata de un exclave burgalés en Álava, un anacrónico –y también simbólico– último reducto que Castilla se resiste a perder. Invito al lector a que me acompañe en este bonito e interesante recorrido.

Una radiante y calurosa mañana del mes de agosto me calo el casco y los guantes, saco a Rosaura del garaje y salgo de Vitoria hacia el suroeste por la A-3102, hermosa y poco transitada carretera que, a los pocos quilómetros, entre frondosos hayedos corona el límite provincial alavés en el puerto de Zaldiarán, desde el que puede puede ya verse una buena parte de este extenso condado (cuya historia ha sido tan sibilinamente reescrita por el Gobierno Vasco para adaptarla a sus intereses expansionistas).

Doroño. Condado de Treviño.

Doroño. Condado de Treviño.

Ya en la provincia de Burgos encuentro en primer lugar, sobre una elevación a la izquierda de la carretera, la idílica aldea de Doroño, formada por apenas una docena de casas que dormitan bajo el sol del estío en torno a una vieja iglesia. Tomo el desvío y me acerco hasta la plaza; y al apagar el motor me envuelve el silencio, sólo cortado por el canto de una pequeña fuente cuyo enclenque chorro va llenando el cubo de alguna puesto a llenar. Doy una vuelta por el pueblo y veo dos o tres casas con el cartel de SE VENDE. Dan ganas de venirse a vivir a este perdido rincón del mundo, tan agradable. Y por cierto que no soy el primero en sentir así: al pie de la loma, por bajo la aldea, hay una urbanización reciente, varias veces el tamaño de aquélla.

Fuentecilla sobre el muro de una casa en Doroño.

Fuentecilla sobre el muro de una casa en Doroño.

De Doroño dice la engañosa enciclopedia Auñamendi (instrumento vasco para la desinformación cultural) que es un “lugar alavés”, siendo lo cierto que se trata de un lugar burgalés de toda la vida. Pero así reinventan los separatistas la historia y manipulan con su desinformación el presente.

Apenas unos quilómetros más al sur, en el centro mismo del condado, se asienta la villa de Treviño sobre la ladera de un monte, mirando hacia el sur y en bella armonía con la tierra. Allá por el año 1000 de nuestra era, esta región ya pagaba tributos al hoy riojano (y entonces navarro) monasterio de San Millán. Se cree que hasta aquí llegaron las aceifas sarracenas, y que donde hoy está el pueblo hubo entonces una oscura población cenobítica.

Tierras de Treviño

Tierras de Treviño

 

Treviño a mi espalda contra el monte y el cielo

Treviño a mi espalda contra el monte y el cielo

Hubo también, después, un castillo navarro (hoy desaparecido), sobre el cual Treviño fue fundado por por el rey Sancho VI en 1161 al otorgarle el fuero de población (semejante al de Logroño). A la nueva villa se le dio el trazado característico de las de esta zona, como Salvatierra, Peñacerrada, Antoñana muchas otras: tres calles paralelas a lo largo de la falda del monte, conectadas entre sí por cantones y pasadizos.

Una de las tres calles paralelas de Treviño

Una de las tres calles paralelas de Treviño

Según voy explorando las calles, llenas de duras sombras bajo este sol, entro a uno de sus bares para tomar un pincho y un chacolí, mi ritual insoslayable en las rutas de esta serie. Las costumbres locales son más alavesas que burgalesas, al estar Treviño tan cerca de Vitoria y rodeado de Álava por todas partes; y por eso se tapea al estilo vascongado y se bebe vino chacolí o de rioja. Desde el s XVII, varias veces la gente del condado ha querido incorporarse a Álava (sobre todo por razones de orden práctico y económico, al ser los tributos forales más bajos que los castellanos), pero Burgos siempre se ha opuesto.

Fachada de un palacio nobiliario en Treviño

Fachada de un palacio nobiliario en Treviño

A lo largo de la calle principal encuentro la típica arquitectura de esta tierra, sobria pero elegante. Fachadas de mampostería o de ladrillo, a veces con columnas y soportales.

Fachada en la calle principal de Treviño

Fachada en la calle principal de Treviño

Una arquitectura, por cierto, más castellana que vasca, como ocurre en toda la llanada alavesa. Para ser justos, hay que admitir que geográfica y culturalmente le correspondería más, al Condado de Treviño, pertenecer a Álava que no a Burgos (amén de que una amplia mayoría de sus habitantes así lo prefiere); pero en virtud de los mismos fundamentos, amén de por sólidas razones históricas, habría que admitir igualmente que todo el sur de Álava debería pertenecer a Catilla, o como mucho a Navarra, pero no a Euskadi.

Romántica estatuilla olvidada en un minúsculo jardín. Treviño.

Romántica estatuilla olvidada en un minúsculo jardín

 

Ayuntamiento de Treviño.

Bandera castellano-leonesa en el balcón del Ayuntamiento

Ahora bien, ¿en qué se basa el pleito que mantiene Vasconia con Castilla por este condado? Desde hace casi un siglo los vascos vienen aduciendo falaces razones históricas. Falaces por tres razones: primero porque Treviño fue villa fundada por los navarros, no por los vascos; segundo porque cuatro décadas después Navarra permutó el municipio, sin mediar batalla, con otros conquistados por Castilla, de manera que Treviño es tierra castellana desde el año 1200 sin solución de continuidad. Ocho siglos frente a cuatro décadas, ¿qué pesa más?

La tercera razón tiene que ver con el principal argumento de la Diputación de Álava para reclamar hacia sí este condado, a saber: que en el siglo XV Treviño perteneció a Álava, inexactitud histórica en base a la cual califican su pretensión como de reincorporación de Treviño, para darle apariencia de más peso. Pero, puesto que Treviño jamás perteneció a Álava, ¿a qué re-incorporación se refieren? La única verdad documentada (y reflejada en la propia enciclopedia Auñamendi, herramienta de vasconización) es que Treviño, siendo señorío de los Manrique por donación pura y perpetua para siempre jamás, se unió con Vitoria y Salvatierra en 1417 para fundar la Hermandad de Álava, la cual, si bien germen de la futura provincia, no tuvo entonces otra finalidad que la de luchar en común contra el bandidaje; y de la cual, además, separóse unas décadas más tarde (sin que se conozcan fecha ni causa ciertas).

Esta es la realidad del asunto; de manera que no puede haber “reincorporación” de Treviño a Álava que valga; lo que los nacionalistas quieren es incorporarse el Condado. Expansionismo puro y duro.

Mas continuemos con la ruta. Una vez visitada la cabeza del municipio, tomo en Treviño hacia el este por la carretera que sube valle arriba y llego a otra aldea de curioso nombre: Franco.

Franco, en el Condado de Treviño

Franco, en el Condado de Treviño

No es que se llame así por el Caudillo, desde luego, pero resulta irónico que Álava encierre dentro de sus límites, apenas a un tiro de piedra de la capital autonómica, un lugar con nombre de memoria tan poco grata para los vascos.

Franco es un lugar diminuto y agradable, apenas un caserío con tres calles, sin un sólo bar donde un conductor ocasional pueda apagar la sed; ni falta que a los vecinos les hace, pues allí han de vivir poco menos que en familia, como en familia parece que se apropian y reparten el pórtico de la iglesia para aparcar sus coches a la sombra, no sea que les dé una insolación a las pobres máquinas.

Lateral de la iglesia en Franco, municipio de Treviño.

Lateral de la iglesia en Franco, municipio de Treviño

Y desde Franco, junto al cruce de carreteras central del condado, cualquiera de ellas es buena para seguir haciendo una ruta motera. En otros viajes de esta serie he ido hacia Bernedo o hacia Peñacerrada, y en un futuro visitaré Samaniego; pero hoy ya he cumplido con lo que me propuse, que era conocer Treviño y hacer honor a la verdad de su historia, así que completo el círculo regresando por la carretera de Vitoria.

Sólo un detalle me falta por ampliar, que pone de manifiesto hasta qué punto el mundo se rige por el dinero, siendo las razones históricas no más que disculpas: cuando en 1646, dos siglos después de haber salido de la Hermandad de Álava, los habitantes del condado quisieron unirse a la provincia que de aquélla había ido naciendo, fueron los propios señores alaveses quienes pusieron el veto, objetando que, al estar sus municipios exentos de pagar gabela a Castilla y el de Treviño sujeto, caso de admitir a éste en Álava podría querer la Corona tomar precedente y extender el tributo al resto; así que, a fin de aceptarlos, pusieron a los solicitantes la condición de, primero, obtener del rey exención del temido impuesto; mas, como quiera que Castilla no les concediera esta merced, Álava no quiso al Condado de Treviño.

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