En la ciudad del Guadalquivir, a 4 de mayo de 2012.
Creo recordar que nunca he escrito sobre los triunfos o las derrotas del eterno rival en modo presente, cosa que entiendo de mal gusto, pero curiosamente mis rivales sí se fijan mucho en si perdemos en UEFA, en el Campeonato de España, incluso en Liga, en muchas ocasiones refiriéndose a mí, pero creo que esta vez haré una excepción porque la ocasión la merece, sobre todo en respuesta a ellos.
Debo confesar, dentro de la dinámica de la guasa sevillana que nos caracteriza y que también he tenido que soportar, lógicamente -no en vano vi el ex-derbi con algún amigo bético- que me sorprendió la cantidad de criaturitas de dios que iban ayer con la camiseta verdiblanca. E inmerso en toda esta parafernalia, no pude evitar el pensamiento de confirmar que, tantísimos, hayan tenido que sufrir en silencio durante tantos años la dictadura sevillista en esta ciudad, como las hemorroides.
Tener al rival metido en un baúl durante tanto tiempo, pensándolo bien, tampoco es bueno. El rival tiene que sacar la cabeza de vez en cuando estirando el pescuezo, porque si no, dejaría de ser rival y esto es nada más y nada menos que lo que ha ocurrido en los poco más de 103 años de historia. Esto es como que dos más dos son cuatro. Es la diferencia necesaria y el precio a pagar para tener un rival, en cuyo caso contrario tendríamos enfrente a un equipo como el Calavera, grandísimo equipo por cierto al que admiramos.
Estas cosillas de ganar ex-derbis les hace pensar (…) les da una sensación de cierta igualdad entre los clubes sevillanos, una ilusión o fantasía animada de ayer y hoy, pero no se dan cuenta de nada. Si el Sevilla FC desapareciese hoy mismo necesitarían 22 años, mínimos, (sin contar títulos europeos y nacionales que dejamos aparte), para poder igualarnos en prácticamente todos los conceptos estadísticos. Eso sí, al desaparecer, no podrían igualarnos jamás en derbis ganados.
Mi gran duda es si los seguidores sevillistas, acostumbrados a ganar copas europeas y nacionales, amén de trofeos al mejor equipo del mundo, todo ello de manera consecutiva además y de forma continuada una y otra vez, hubiesen celebrado una victoria sobre el equipo rival de la misma forma que ellos lo han hecho. Otras voces aseguran que este fenómeno se debe a lo que se denomina como de “esmayaera de títulos”, algo en lo que, por supuesto, no estamos de acuerdo.
Lo que no quiere decir que en la parroquia palangana no hubiese el lógico alegrón “pa que se callen un rato”, pero poco más. Pero no me cabe la menor duda, que la próxima vez que les hagamos morder el polvo, como hemos hecho la mayoría de las veces a lo largo de la historia, la alegría sevillista sea mayor por lo que hemos tenido que soportar estos días en los que parece que una nueva copa de Europa ha llegado a la ciudad. Que por cierto, la última llegó a través del río, Guadalquivir llamado a día de hoy, nombre que supone un golpe de realidad para muchos.
Y que nadie les quite el mérito de haber ganado el partido de Liga en buena lid al equipo republicano coronado por su majestad, no seré yo el que lo ponga en duda, en cuyo caso contrario, si hubiese ganado el Sevilla FC, siempre habría un penalti no pitado a su favor, o entradas muy duras por parte sevillista, o mismamente que ese día no llovieron garbanzos a gusto de todos, (ejecute su motivación o excusa aquí). El caso es que ese victimismo endémico forma parte de la relación interclubes sevillanos per saecula saeculorum, como la cacareada prepotencia sevillista, justificadísima por cierto, porque prepotente, lo que se dice prepotente, solo lo es el que puede serlo, porque para ser victimistas siempre hay tiempo.
Mi único temor en todo esto será que hagan lo mismo con Beñat que lo que hicieron con aquella pobre copa de España, y esto es pasearlo por todas las peñas, bodas, bautizos y comuniones. Tan solo espero que el pobre Beñat no acabe “aboyao” como la copa, que necesitó de una reparación a fondo y que hoy descansa para siempre en campo sevillista, porque la tenemos en propiedad. Deseamos que lo de Beñat solo acabe en “beatificación”, algo mucho menos nocivo, inocuo e indoloro para el pobre hombre, dónde va a parar, a no ser que se les ocurra ponerles el aura con una chincheta.
Los sevillistas no queremos que a Beñat le pase algo en la pierna de disparar ni nada de eso.
Hay quien pueda decir, de forma irrisoria, “¡ah! te escudas en los datos históricos”. Pero esto es como si yo le respondiese “¡ah! pero no vale hablar de fútbol”. Siguen en su realidad paralela como podemos comprobar y hay quien pueda preguntarse si donOliver, personaje al que achacar el mérito de este Betis, no hubiese comprado a esos grandísimos jugadores sin pagarlos, hoy estarían aquí. Cosas que siempre se olvidan comentar, pero que haberlas hay las, como las meigas.
En fin, no se me enfade usted, señor verderón por estas gracietas sin maldad, porque estos días, al menos, deben dejarnos el derecho a réplica, porque para darnos caña, nadie más duros que los propios sevillistas, como podemos comprobar estos días.
Una de las cosas que siempre agradeceré a mi padre, es que heredase de él la inteligencia suficiente como para ser sevillista y para no tener que pasear un cartón en celebraciones de este tipo. A buen entendedor pocas palabras bastan.
Viva el fútbol sevillano y su guasita de los cojones.
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