‘Tribute’: nostalgia de marcianitos y pizza patrocinada

Por Juan Manuel Llerena.

Nacho Vigalondo firma con Tribute un breve recorrido autobiográfico por la historia del videojuego español, un sentido homenaje que, a pesar de su tono celebratorio y sus limitaciones, logra transmitir orgullo generacional. ‘Tribute’: nostalgia de marcianitos y pizza patrocinada Hay películas que nos hacen sentir en casa y otras que nos recuerdan, con cierta crueldad, que hay casas a las que nunca fuimos invitados. Tribute, el nuevo documental de Nacho Vigalondo —coescrito junto a Rubén Ajaú—, que se estrena en Prime Video el próximo 11 de septiembre, me ha recordado que jamás he sentido el mínimo interés por los videojuegos. Y claro, así es difícil sentirse parte de la fiesta. ‘Tribute’: nostalgia de marcianitos y pizza patrocinada
Lo cierto es que Vigalondo está imparable. Cuando no está metiéndose en la piel de algún personaje, está produciendo, dirigiendo o embarcándose en un documental como este, en el que vuelve a reivindicar sin pudor el frikismo que siempre ha llevado por bandera. Su filmografía no será la más ordenada, pero sí una de las más personales, caprichosas e inconfundibles del cine español.En "Tribute", Nacho Vigalondo recorre de la mano de Domino's Pizza la historia del videojuego español, con la emoción de quien regresa a su adolescencia. En el documental aparecen los pioneros de los años ochenta, Paco Pastor, Pablo Ruiz y compañía recordando la llamada “edad de oro del software español”. También periodistas que contaron aquello, creadores de nueva hornada como Conrad Roset o youtubers que acumulan millones de seguidores como Illo Juan. Todo contado con un montaje ágil —realizado también por Rubén Ajaú— y un aire de celebración. ‘Tribute’: nostalgia de marcianitos y pizza patrocinada
Hay algo importante en esta mezcla de nostalgia y orgullo que recupera Vigalondo: la sensación de que, por primera vez, el videojuego español se atreve a reivindicarse en voz alta. Mi problema con el documental es otro, y es que, mientras los protagonistas se emocionan, yo estoy esperando que llegue cuanto antes el final para poder irme a mi casa. Como un partido de fútbol entre equipos que no me interesan: reconozco el talento, la pasión de los jugadores, pero estoy en la grada, contando los minutos. No porque el documental esté mal hecho; el talento de Vigalondo es indiscutible, sino porque exige un conocimiento, un cariño previo, que yo no tengo al mundo de los videojuegos. Para hablar con verdadero conocimiento de causa necesitaría saber al menos cómo funciona el mando de una consola, y no es el caso. ‘Tribute’: nostalgia de marcianitos y pizza patrocinada
"Tribute" es, en definitiva, un regalo para los suyos. Quien haya crecido con videojuegos lo disfrutará con emoción; quienes no, lo veremos con respeto, cierto sopor y el reconocimiento de aceptar que no todos los homenajes son para nosotros.

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##check## Lo bueno

El documental reivindica con orgullo el valor del videojuego español. El montaje es ágil y dinámico, con recursos narrativos y visuales que lo hacen muy ameno y disfrutable.
La ambientación en el Museo del Videojuego de Madrid, acompañada de las retroproyecciones durante las entrevistas, es uno de sus puntos más fuertes.

##times## Lo malo

El mayor límite del documental es su propio nicho. Está claramente dirigido a los jugadores de videojuegos, por lo que resulta difícil que conecte con quienes no tienen relación con este universo.
Al final, es más un caramelo de nostalgia patrocinado que un documental con vocación universal. Y como caramelo, se deshace rápido, dejando solo un regusto dulzón. Aunque hay que reconocer que Vigalondo tiene gracia hasta para introducir la publicidad.