“He atravesado toda la ciudad.
Después he subido una cuesta,
al principio poblada, más allá desierta,
que un pequeño muro clausura:
un rincón en el que, solo,
me siento. Donde él acaba
diría que se acaba la ciudad.
Trieste posee una gracia
arisca. Si gusta
es como un golfillo brusco y voraz,
de ojos azules y manos demasiado grandes
para regalar una flor;
como un amor
con celos.
Desde esta cuesta, diviso cada iglesia
y cada una de sus calles, se encaminen a la playa ocupada
o a la colina donde, en su cima
pedregosa, una casa, la última, se aferra.
Alrededor
de cada cosa circula
un aire extraño, un aire de tormenta,
el aire nativo.
Mi ciudad, que allí donde mires está viva,
tiene el rincón hecho para mí, para mi vivir
pensativo y esquivo.”
Umberto Saba de “Trieste e una donna”
Trieste es una encrucijada Norte-Sur. Trieste es el encuentro entre los Alpes y el mar. Es sobre todo un punto de encuentro de la civilización germánica y la civilización eslava con el Adriático veneciano.