Revista Sociedad

Trilce

Por Estudiasocial

Escribo estas palabras como ciudadano que podría entrar en la categoría joven, categoría que puede estirarse por encima de edades que acatar y circunscribirse a escalones de paso por éste, nuestro mundo. Acatar, puede, también tomar la mesura de los pulsos y retratarlos fielmente, sirviendo para esto la poco comercial recia voz de jota. Sin duda, aquel natural “a la mierda“ increpando a determinados miembros de la bancada cuyo comportamiento mezcla extraordinariamente la pose cutre de chulería y desvergüenza, no fue porque sintiera ningún tipo de pudor ante el motivo de las risas que se echaban al coleto quienes tanto hablan de amor a su país y que probablemente no conozcan con la misma exactitud que Usted. Debe saber que ser o haber sido mochilero es una ordinariez de pobre. Podríamos discutir que significa ser pobre en según qué mentalidades, pero no hará falta. No son ellos los que centran mi atención en estos momentos, sino Usted.

El caso es que estas palabras son para decirle que nos ha hecho una faena de las gordas. Déjeme y le explico: vemos como personas que no es que no conozcan a su país sino siquiera a sus gentes, se pasan el día hablando de SU país y de SUS gentes (de sus “recursos humanos”, vaya). Vemos dolidos pero no atónitos plegarse las banderas del progreso social ante los intereses económicos de quienes tras adoctrinar acerca de las prácticas de las virtudes veniales del capitalismo salvaje desgobernaron, desinformaron del mismo modo, liándola al romper incluso el injusto juego que debían soportar muchos para poder comer. El resultado fue el archiconocido y que tanto nos mosquea a muchos. Hablo de que unos perdieron hipotéticos beneficios y otros la vida misma. Como siempre. Ahora también seguirán perdiendo vida y poder adquisitivo con lo que se nos avecina. A la mierda, si señor.

Cada vez mas me ocurre que cuando alguien habla de libertad, tiemblo, pero tembleque, tembleque. No porque ello amenace ninguno de mis intereses, como suele ocurrir al contrario, sino porque la libertad de algunos esconde un cinismo que a las personas de bien entre las que me incluyo chirría. Precisamos de una firmeza que no ceda por mas que las olas embistan el faro en la tormenta mas cruenta. Firmeza, porque su deber es iluminar para guiar la arribada de barcos a la costa y no oscurecer para facilitar a los piratas su abordaje. Si alguien quiere, que apague el faro a pedradas, no ha de faltarles experiencia aunque si puntería, con esos tics, vaya. La luz mientras sea luz seguirá alumbrando.

Me apena el tener que escribir esta efeméride, pero como sé que Usted es y fue capaz de alzar su pensamiento por encima de la condición finita, del número singular, aprovecho la misma para rogarle que tenga a bien el echarnos un cable desde cualquiera de las dimensiones en las que se encuentre: el tener que afrontar la que nos viene, faltos de personas que acudan a la Cámara en mangas de camisa, de gente de la que se rían por haber trabajado con esa humildad, es una tarea ciclópea. No muchos saben de esto, ni de humildad ni de trabajo. Desgraciadamente, algunos no lo sabrán nunca y demasiados de los que si lo saben olvidan que el paro sería también su destino de hipersaturado licenciado en.

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