Revista Educación

Tristura

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Faith

Foto: Jill Greenberg

No hay mayor verdad que esa que asevera que “Hay gente pa’tó”. Porque hay gente pa’tó y pa’más.

Está, por ejemplo, ese tipo de gente pronta a la tristeza. Esa que responde a un Re menor como si esperara en el semáforo jugando con el embrague y el acelerador para entrar chillando rueda en la nostalgia. Son esos que ante la primera nube no piensan en el alivio del fresquito, sino en que se jodió la playa. Los que empezaron la última temporada de Juego de Tronos rumiando que ya se acercaba el final. Los que ríen con Louie porque con Louie se ríe, pero. Son los mismos que tienen una biblioteca llena de gente triste. Y son bibliotecas abultadas porque esos libros ocupan más, que llevan dentro a gente de verdad. Son esos que ven en cada puesta de sol una despedida, en cada despedida un vacío, en cada vacío una muerte y en cada muerte… Bueno, son esos que evitan pensar en la muerte.

Los del pero, el aunque, el y si, el total pa’qué y la madre que los parió.

Es esa gente que colecciona discos de The National y espera años por lo nuevo de Damien Rice. Los que consideran que lo último de Sufjan Stevens es una puta maravilla. Los que le pedirían al DJ Hallelujah (de Jeff Buckley, obviamente) a las 4 de la mañana en Amnesia. Son aquellos que escuchando “Un buen día” pasan por encima del Marca, de Spiderman, Mendieta y los cuatro millones de rayas y asienten cuando Jota explica que “no me he acordado de ti hasta que he llegado a casa, y ya no he podido dormir como siempre me pasa”.

No sé si me entienden, ni voy a explicar qué tipo de gente soy yo. Solo diré que ayer se me acabaron las vacaciones.

Háganse una idea.


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