Ganado: dos toros para rejones de Fermín Bohórquez, y cuatro para lidia ordinaria de Fernando Sampedro, bien presentados y de juego desigual.
Lea Vicens: pinchazo y rejón (oreja); y rejón (dos orejas).
Enrique Ponce: estocada (oreja); y metisca, pinchazo, estocada y dos descabellos (saludos desde el tercio).
Emilio de Justo: estocada y seis descabellos (saludos desde el tercio); y dos pinchazos y media estocada (saludos desde el tercio tras aviso).
Plaza: Monumental Coso de Las Canteras (Priego). El aforo permitido debido al coronavirus (980 localidades) se cubrió en algo más de la mitad en noche agradable. Tras el paseíllo se guardó un minuto se silencio por las víctimas del Covid-19.
El encierro de Fernando Sampedro para la lidia a pie condicionó en gran medida el desarrollo de la corrida mixta nocturna celebrada ayer en Priego, en la que se cumplieron escrupulosamente las medidas puestas en práctica con motivo de la pandemia sanitaria, convirtiéndose de paso en el primer festejo mayor que se celebra en la provincia en esta atípica temporada taurina.
Abrió el cartel la rejoneadora Lea Vicens, que en su primero, en una faena breve, estuvo más acertada toreando con el caballo que a la hora de clavar, premiando el público su labor con una oreja. Más entonada estuvo en su segundo, cuarto de la tarde, mejor presentado que el que abría plaza y con más aguante, lo que permitió a la amazona gustarse en los pares de poder a poder, colocando a su antagonista en suerte con un ajustado toreo de costadillo, muy del gusto del respetable, que premió en esta ocasión su labor con dos orejas que la convirtieron en la triunfadora del festejo.
Queda dicho que las reses de Fernando Sampedro condicionaron en gran medida las actuaciones de Enrique Ponce y Emilio de Justo, más si cabe las del maestro de Chiva, que se las tuvo que ver con el garbanzo negro del encierro, que hacía de quinto de la tarde, al que por vergüenza torera intentó sacar algún muletazo entre gañafones y tarascadas en un esfuerzo que resultó baldío.
En su primero, al que recibió con unas airosas verónicas, fue limando la bruta embestida del animal a base de mucho oficio, dejando varias tandas con la derecha de gran mérito, en las que tenía que tapar la salida de su antagonista para que éste no se desentendiera por completo de la pelea que Ponce le planteaba.
Por su parte, Emilio de Justo dejó los mejores pasajes de la noche, particularmente con el capote, con el que ofreció todo un recital en su primero, con unas acompasadas verónicas de recibo y un posterior galleo por chicuelinas con el que colocó el toro ante el caballo. Con la muleta, faena a media altura en la que tras las probaturas iniciales destacaron dos tantas por la derecha en las que crujieron los tendidos, cambiando al pitón contrario sin la rotundidad alcanzada en los pasajes anteriores. Lo volvió a intentar de Justo con la derecha, aunque ya prácticamente sin toro, perdiendo con los aceros y particularmente con el sainete que ofreció con el descabello, los máximos trofeos.
En el que cerraba plaza, al que recibió con unas verónicas genuflexas de bella factura, lo intentó por ambos pitones, destacando dos tantas por la derecha que hacían presagiar lo mejor, aunque como le ocurrió en su primero, el toro fue perdiendo fuelle y con él la intensidad de la faena. Ajustadísimas manoletinas para terminar su actuación y nuevamente el mal uso de los aceros volvía a quitarle de las manos unos trofeos más que merecidos en una noche en la que, pese al coronavirus y otros no pocos obstáculos, los festejos taurinos se mantuvieron en Priego como es tradicional.