Antonio Basagoiti, el moderado líder del PP vasco, acaba de decirle al Gobierno que si la Policía no podía seguir legalmente al etarra asesino en serie Antonio Troitiño, tras salir libre de la cárcel por una incuria judicial, sí podía vigilarlo el CNI, el Centro Nacional de Inteligencia.
Basagoiti no debería ser tan ingenuo al admitir la explicación de Rubalcaba sobre los impedimentos legales de la policía y la guardia civil para vigilar a quien poco tiempo después de quedar en libertad iba a huir para evitar otra detención.
Es una justificación muy ingenua porque el Ministerio de Interior puede controlar legalmente a numerosos delincuentes en previsión de sus nuevos crímenes, y posee sistemas de vigilancia, incluyendo el de espionaje de las telecomunicaciones, SITEL.
Y aparte está el CNI, que es un organismo público autónomo con capacidad para montar operaciones que podrían no gustarle al presidente del Gobierno, del que depende.
Nadie debería creer que el CNI no ha seguido a ese asesino de 22 personas, por cuyo exterminio pagó solamente 24 años de cárcel, y que por la extrañísima incuria de un tribunal se ahorró seis más.
El Gobierno no admitirá que Troitiño está vigilado permanentemente. Pero lo está, y él lo sabe, afirman los expertos en inteligencia.
La pregunta es por qué no se le ha detenido desde que huyó al amparo de una orden judicial no sólo española, sino también europea.
Una respuesta es que quieran hacernos creer que lo siguen para descubrir a otros etarras en alguna guarida donde iría a esconderse. Pero Troitiño, sabiendo que lo siguen, no cometería tal torpeza.
Otra explicación profundamente inquietante sería que este Gobierno quiere tenerlo en libertad porque quizás es parte de la negociación secreta con ETA para alcanzar una poco honorable LPZ, “La Paz de Zapatero”.
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SALAS. Una cosa es lo que se dice...