Revista Cine
Directora: Claire Denis
Seguimos con los vampiros... aunque yo no diría que ésta es precisamente una película de vampiros; tiene elementos, claro que sí, pero no se siente como tal, pues Denis hace un atípico ejercicio que ya está dentro de atípicos terrenos cinematográficos: francamente, ella está interesada en otros aspectos menos genéricos. Hace tiempo que quería ponerme al día con ella, pero la oportunidad no llegaba; por lo demás, hubiese preferido comenzar con su opera prima y seguir progresivamente sus filmes, pero así es como se dieron las cosas, un poco desordenadas. No mentiré diciendo que estoy completamente cautivado y que ahora sí comenzaré de lleno con la filmografía de Denis, pues tengo otros planes que de momento me emocionan más, pero claramente estamos ante una muy interesante y sólida propuesta que sale airosa y termina bien parada. Es una buena manera de comenzar con el cine de Claire Denis.
Es mejor ahorrarse los adelantos y leves detalles, así que lo haremos simple: Vincent Gallo viaja a París con su esposa con motivo de su luna de miel, y en la misma ciudad un doctor y su esposa pasan los días aguantando lo que la vida les lleve.
Como decía, una interesante propuesta cinematográfica la de Claire Denis, la cual está muy bien ejecutada y termina de pie, triunfante en sus propósitos y pretensiones, que básicamente consiste en crear una atmósfera sórdida y oscura que envuelva a sus personajes en todo momento, dominándolos y transparentándolos, desde lo más banal a lo más importante o intenso, siempre acechando y amenazando aunque físicamente nada esté realmente sucediendo. Puede que a algunos no les guste que "no pase nada" en pantalla, pero la atmósfera creada por Denis es poderosa y en sus mejores momentos brutal, justificando el tempo de la película y el ritmo de los personajes; todo fluye subyacentemente, pues los protagonistas y los secundarios se mueven y viven en el terreno de lo prohibido, lo que no se puede hacer; la gracia es abrumarlos de esa energía coercitiva para que nunca se deje de sentir esa pulsión, ese latido que los delata: por consiguiente, siempre está sucediendo algo. Su alta intensidad dramática y baja cinética -frase robada a una profesora, que de algún lado la habrá sacado, digo yo- nunca pierde los cimientos que construye desde el momento en que la película comienza, nunca pierde el equilibrio perfecto entre ambos términos, y ese es un enorme mérito: construir un lenguaje y fortalecerlo con cada plano, cada escena, cada sonido, etc. No he visto más de Denis, pero se nota de inmediato que es innegable e incuestionablemente una autora, con todas sus letras. Esta película es un contundente ejemplo de ello.
En la universidad siempre hablan de los cuerpos, tópico que le endilgan a cualquier cineasta con mayor o menor renombre: el cine de "xxxxx" es el cine del cuerpo, del blablá y del etcétera, al igual que el de "yyyyyy" y "zzzzzzz". No es que digan mucho más, y desgraciadamente yo soy el que está pagando para que me digan cosas que uno individualmente puede notar mirando una buena película -porque uno no es un muñeco de paja o trapo o arena u hojalata-. Aunque claro, nadie ha dicho que yo sea el genio de las finanzas y el más juicioso; por suerte no pasan la lista de asistencia y puedo faltar todo lo que quiero, que es siempre. En fin, estos tipos se llenan la boca con el cuerpo en el cine de quién sabe quién, pero lo cierto es que, viendo "Trouble every day", es imposible eludir el hecho de que a Claire Denis, efectivamente, le interesa el cuerpo, como aparato e imagen, y todo lo que de él surja, ya sea cierto candor, erotismo, deseo. Decía que los personajes de Denis se mueven, perdón, viven y existen en el valle de lo prohibido, lugar lleno de cuerpos, fuente de deseos eventualmente incontrolables, lugar donde la pasión se desata. Denis expresa su interés a través de un cine, naturalmente del todo personal e intransferible, constituido a base de miradas, silencios, suaves y tímidas caricias, quietud y mucha, muchísima piel. El de ella es un cine de sensaciones, cuya atmósfera sórdida e intrigante no parte de alguna certeza en particular o una amenaza en ciernes -como un secuestro o un aviso de bomba-, sino de las pulsiones de los personajes, verdaderas bombas de tiempo que dan la pauta a la hora de guiar el relato, muy fluido y rápido -al menos para mí, que se me pasó volando todo este extraño viaje-.
No hallo mucho más que decir salvo un par de anotaciones un tanto azarosas:
1.- Los actores me han parecido notables, en perfecta sintonía con la energía y atmósfera generada por la directora. Destaco a un apático Vincent Gallo, de una contención tremenda.
2.- La banda sonora, escasa en apariciones pero potente cuando hace acto de presencia, tiene un toque que eleva aún más la tensión sexual latente que rodea todo el universo retratado y explorado en el filme.
3.- Sí, hay vampirismo o lo que sea que se le parezca, pero está sabiamente utilizado como trasfondo y como excusa para explorar y reflexionar en torno a las pasiones inherentes de nosotros, los humanos, o cómo nuestras formas bestiales no humanas -en sentido figurado- simplemente exponen y desnudan lo que realmente somos: adictos. Denis logra traer a colación dicha palabra de manera sutil, sólo con la retórica cinematográfica, o, utilizando el lenguaje docente, "la retórica del cuerpo".
Lo dicho, me ha encantado la manera en que Claire Denis desarrolla la película, con un lenguaje y estilo de lo más estimulante, siempre en el ámbito de lo sensual, aunque no me logro explicar muy bien el porqué no he quedado particularmente cautivado con la película en sí misma, pues la trama, mínima y lo que quieras, me ha gustado y ha sido eficiente, el final es intrigante y un muy buen "cierre", y la mencionada atmósfera me ha encantado, pero tan, tan entusiasmado o cautivado no me siento. En fin, cosas mías, impresiones inefables e incomprensibles. "Trouble every day" está llena de grandes momentos y es un ejemplo de excelente cine, fruto de una autora que sabe lo que quiere hacer, y mejor aún, sabe como ejecutarlo: con precisión y mucha libertad. La veré de nuevo bajo la promesa de que esta vez sí la apreciaré de la manera que se merece: quedando cien por ciento cautivado. La recomiendo.
CAPTURAS SANGRIENTAS