Por sus características, los teléfonos de última generación disparan su consumo de energía, pero unos sencillos trucos permiten que dure más.
Un teléfono inteligente o smartphone y un teléfono móvil clásico apenas comparten una función: la posibilidad de realizar llamadas. El concepto actual de "móvil" evoca más a un computador portátil que a un aparato para hablar por teléfono, debido a su creciente complejidad. Esta misma hace que su consumo de energía sea muy superior al de los modelos antiguos más sencillos. Una serie de trucos alargan la batería del teléfono y permiten usarlo durante más tiempo sin cargar.
La batería de los primeros teléfonos móviles tenía una duración media de 48 horas o más. Para comparar la diferencia con respecto a un smartphone, basta hacer una prueba con un modelo antiguo. Siempre que sea compatible y del mismo operador, es posible utilizarlo con la tarjeta SIM del teléfono actual hasta que se acabe la batería. La misma prueba en el smartphone permite comprobar la diferencia en la duración de la batería, que puede llegar a ser superior a 24 horas. Es decir, un teléfono de última generación a pleno uso puede consumir su energía en menos de un día e, incluso, en una hora si se usa el GPS combinado con un mapa de Google.
La multiplicidad de funciones dota al teléfono de infinitas posibilidades, pero obliga a estar siempre cerca del enchufe, esperar a que se descubran baterías de mayor duración sin incrementar ni su tamaño ni su peso, o aplicar una serie de recomendaciones que, si bien no harán que la pila dure tanto como las anteriores, al menos sí puede prolongar su carga en una situación de necesidad, como un viaje o una reunión de varias horas.
Valorar el protocolo de red que se quiere usar. No es lo mismo navegar por la red de datos 2G -denominada GSM-, que hacerlo por GPRS -también conocida como 2,5G-. Incluso se consume todavía más si se usa el protocolo de red 3G. Cada uno de estos tiene una velocidad de acceso creciente a la red de datos, pero su consumo de energía aumenta. Por otro lado, en algunas zonas la cobertura 3G pueda ser mala y no merecerá la pena tenerla activada. Si el teléfono lo permite, es conveniente entonces desactivarla y usar la red GSM o GPRS por defecto. Se navegará más despacio, pero se ahorra batería.
Cuidado con el "modo wifi". Entrar en una zona wifi con el móvil es cómodo porque no se consumen datos de la tarifa plana propia. Sin embargo, el usuario no siempre está en esa situación y, en cambio, sigue con la opción wifi activada, que busca de continuo redes a las que conectarse. No está de más conectarla solo cuando se está seguro de que hay una red con acceso cerca.
Evitar el Bluetooth. Este tipo de conectividad inalámbrica solo es útil para determinadas funciones, como el tethering o pasarse archivos con otro usuario. Por lo demás, es una de las funciones que más batería consume. Hay que vigilar siempre que esté apagado, salvo que se desee usarlo.
Las funciones de geolocalización consumen mucho. Tener activado un GPS o un programa de geolocalización para que otros usuarios sepan dónde estamos puede ser interesante, pero supone tener un programa en el móvil en funcionamiento continuo y con un consumo de recursos que puede ser alto. Se debe valorar si merece la pena.
La mensajería instantánea, solo si no queda más remedio. Lo mismo sucede con los programas de mensajería instantánea móvil, como el MSN Messenger, Fring o eBuddy. Son muy útiles y permiten dialogar con los contactos, pero están latentes en segundo plano y consumen batería. Es preferible encenderlos en cada uso y luego apagarlos.
Hacer la consulta del correo electrónico mediante el servicio web. Los servicios tipo "mail push", que descargan de manera periódica el correo que llega a la página web del servicio del usuario, tienen un gran consumo energético. Es mejor desactivarlos o fijar el periodo de descarga en varias horas.
La pantalla, siempre apagada. Los smartphones cuentan con un botón conocido como "dimmer", que sirve para apagar manualmente la pantalla del teléfono y no esperar a que el apagado se haga cumplido el tiempo estipulado, que oscila de 30 a 15 segundos. Hacer un uso intensivo de esta función puede ahorrar un tiempo de batería importante, incluso superior a una hora.
Evitar los modos de vibración. Pueden ser útiles en reuniones o en el cine, pero suponen un consumo importante si el teléfono suena. Conviene bajar el volumen o usar el modo vuelo, que se desactivará al salir de la reunión.
Regular el sonido. No siempre es necesario tener el volumen muy alto. Una conversación a medio tono, si se está en un sitio tranquilo, distorsiona menos la voz y ahorra batería.
Regular el brillo de la pantalla. En la mayoría de smartphones se puede regular esta característica desde los controles o ajustes del sistema. Se recomienda tenerlo lo más bajo posible, ya que es un factor de gran consumo.
Usar aplicaciones para ahorro de energía. Las principales son Battery Go y myBatteryLife, para iPhone; NB BattStat y Radio Saver, para BlackBerry; Best BatterySaver, para móviles Symbian (Nokia y Sony Ericsson); Android lleva por defecto un programa llamado "control de energía".
Fuente: Consumer Eroski