Revista Sociedad
En la tarde de este viernes 20 de Enero, a las 18 horas, tomará posesión como 45º Presidente de los Estados Unidos de América el empresario, magnate y millonario Donald Trump.
Trump es una de las sorpresas que nos han deparado diversas votaciones populares en 2016, como la victoria del Brexit en el Reino Unido o la derrota de la propuesta del Tratado de Paz con la guerrilla en Colombia. Y ello se debe, creo, a que cada vez más cuando el elector deposita su voto no lo hace tanto pensando directamente en aquello que está votando, sino más bien en la forma que tiene a su disposición de que a través de su voto se manifieste su descontento, su desmoralización, su ira o su enfado.
Por este mismo mecanismo, vemos en diversos países de Europa la progresión inesperada, y a menudo inexplicable, de ciertas fuerzas políticas marginales, que se sitúan abiertamente en contra de los políticos de toda la vida y ofrecen fórmulas populistas, entendiendo por tales las que sugieren que soluciones sencillas, cuando no simplistas, pueden resolver problemas complejos.
Trump tiene una personalidad desbordante, exuberante y a menudo histriónica que, hasta ahora por lo menos, no se ha preocupado en absoluto de disimular o mitigar. De carácter básicamente irrespetuoso, su convicción principal es que cualquiera que no haya conseguido ser Donald Trump, o al menos como Donald Trump, ha puesto de manifiesto su clara inferioridad y ya es un lastre para la sociedad.
Desde luego no es el primer millonario que accede a la Presidencia de los Estados Unidos. Pero, seguramente, sí sea el primero para el que la Presidencia vaya a ser su primer cargo en la Administración Pública. La mayoría de Presidentes han tenido una carrera previa en la que han desempeñado cargos de congresista, de senador o de gobernador de su estado. Trump va a pasar directamente desde la Trump Tower en la Quinta Avenida de Nueva York, a la Casa Blanca en la Pennsylvania Avenue de Washington DC. Por todo ello, el mandato presidencial de Trump es una completa sorpresa.
Desde que se convirtió en Presidente Electo, el pasado 8 de Noviembre, ha ido reclutando al que será su equipo de gobierno. Los perfiles de los que se ha rodeado pertenecen a lo más retrógrado y antiprogresista que ofrece la multicolor sociedad norteamericana. En conjunto, un equipo que refuerza el temor de los que ven (vemos) a Donald Trump como un presunto elefante en la tienda de porcelana.
Como ciudadano español, las decisiones que tome el Presidente de los Estados Unidos en clave interna me afectan relativamente poco. Pero el mundo en su conjunto, y todos sus conflictos, son lo que son y como son, en buena parte debido a la política y las decisiones que emanan de la administración norteamericana de Washington. Y existe, además, el riesgo de que los políticos pequeños que abundan en Europa, donde los estadistas parecen una raza en peligro de extinción, sucumban al mimetismo de las formas de Trump y su administración, y acaben seducidos, cuando no abducidos, por ellas, y las exporten a nuestro entorno europeo.
No me parece que la elección de Trump sea, en general, una buena noticia. Además, tiene el rechazo de la mayoría de zonas de Estados Unidos que son prácticamente las únicas que conocemos un poco los que nunca hemos vivido de forma permanente allí. California ha llegado a hablar de un Calexit para separarse de los Estados Unidos, y en Nueva York hay continuas manifestaciones antiTrump.
De todas formas, y a pesar del enorme poder que atesora el Presidente de los Estados Unidos, el país tiene desplegada una pesada maquinaria para el gobierno del día a día, con una enorme inercia, que es la que garantiza que, todos los días, se levante la persiana del país, y todos se pongan a trabajar. Con ello quiero decir que hay una parte enorme del presupuesto de cualquier país cuyo uso ya está comprometido y que el gobernante tiene unas posibilidades muy limitadas de modificar o cambiar.
En buena lid, debemos darle a Trump 100 días de gracia, para ver cómo se desempeña en su nuevo cargo. Para verificar si, ya en la Presidencia, sigue con las formas irrespetuosas del Trump candidato, o si se modera para, de alguna manera, parecerse un poco más a todos los Presidentes que le han precedido.
Algunos afirman que Obama ha sido el peor Presidente en los últimos 40 años. No tengo muchos criterios para poder confirmar o desmentir esta afirmación. Posiblemente generó unas expectativas muy elevadas, que luego la realidad se ha encargado de moderar o anular. Pero, personalmente, me parece que Obama ha sido un Presidente muy presentable, excelente orador y con ideas razonablemente progresistas, para lo que es la muy conservadora sociedad estadounidense.
En resumen, Obama me gusta y Trump no.
Estemos atentos y, dentro de 100 días ya estaremos a finales de Abril, en plena primavera, que nos habrá hecho olvidar, sin duda, esta terrible ola de frío que ha llevado nieve a lugares absolutamente insospechados.
Y sabremos si Trump ha confirmado lo que apunta o ya se habrá convertido en otro Presidente amaestrado.
JMBA