Más allá de las polémicas artificiales que crean los medios y la prensa para atacar y derribar a Trump, encontramos las medidas reales y eficaces que el presidente aprueba cada día para la reapertura segura del país y la reactivación económica.
De todas las aprobadas en las últimas semanas, destaca la firma de la orden ejecutiva de desregulación que ha firmado el pasado martes 19 de mayo: Executive Order on Regulatory Relief to Support Economic Recovery. Así, podemos ver claramente que la
respuesta del presidente Trump ante la crisis nacional que afrontamos es la desregulación, no la expansión del control del gobierno federal. Esta nueva orden ejecutiva es importante porque está destinada a acelerar la recuperación económica del país al rescindir u omitir las regulaciones que están inhibiendo el rápido crecimiento del empleo. Es decir, Trump va al meollo del asunto y pone las bases del crecimiento económico, al igual que hizo nada más entrar en la Casa Blanca. Si entonces logró una creación de empleo histórica, ahora está impulsando un rebote económico colosal que veremos en muy pocos meses.
Con la desregulación recién planteada por Trump, las agencias gubernamentales son alentadas a promover la recuperación económica a través de acciones no regulatorias y sí muy flexibles. Este impulso desregulador ayudará a la economía estadounidense a recuperarse del impacto de la crisis del COVID-19 mucho más rápidamente.
La orden ejecutiva ordena a las agencias federales que identifiquen normas reguladoras que puedan inhibir la recuperación económica y tomen las medidas apropiadas, incluida la emisión de normas propuestas según sea necesario, para rescindir, modificar, o eximir temporal o permanentemente a personas o entidades de esos requisitos con el propósito de promover la creación de empleo y el crecimiento económico. Este es el momento adecuado para derogar las regulaciones más costosas que se han acumulado durante la última década, en especial durante la nefasta Administración Obama.
La orden ejecutiva ordena a los jefes de todas las agencias federales que brinden orientación a las empresas sobre lo que exige la ley para que se sientan más seguras en la reapertura que ya se está llevando a cabo.
El presidente Trump ha resumido su política en este aspecto de forma clara y directa: "Así como continuamos luchando contra el COVID-19, también debemos unirnos para superar los efectos que el virus ha tenido en nuestra economía. El éxito requerirá los esfuerzos no sólo del Gobierno Federal, sino también de cada estado, territorio y localidad; de negocios, organizaciones sin fines de lucro y lugares de culto; y del pueblo estadounidense. Para ayudar a esos esfuerzos, las agencias federales deben continuar eliminando las barreras al mayor motor de prosperidad económica que el mundo haya conocido: la innovación, la iniciativa y el impulso del pueblo estadounidense".
La eliminación de las restricciones sociales, se ven así acompañadas y apoyadas económicamente por la derogación de regulaciones innecesarias. Esta es la política de Trump que favorece el crecimiento y la prosperidad de los ciudadanos, y que favorece también la extensión en el tiempo de la declaración de impuestos para conceder un apoyo vital a los trabajadores, permitiendo que regresen al mercado laboral de una forma rápida y fácil.
Es cierto que en todas partes vivimos en sociedades excesivamente reguladas, y que con la excusa del coronavirus los gobernantes de tendencia socialista, pretenden imponer nuevas restricciones, normas y regulaciones de todo tipo.
Gracias al presidente Trump, por primera vez en mucho tiempo comenzamos a rechazar esta clase de regulaciones excesivas. Este esfuerzo para reducir la burocracia en cualquier nivel de gobierno y la presión económica y social, es recibido con los brazos abiertos.
Trump está garantizando que no sólo las grandes, medianas y pequeñas empresas reabran con mayor seguridad y garantías, sino que los ciudadanos vuelvan al mercado laboral con la flexibilidad necesaria. Los beneficios de la desregulación alcanza a todos.
La orden ejecutiva es de vital importancia porque evitará regulaciones costosas y la pérdida de un tiempo valioso en excesiva burocracia. Algo que ayudará a las empresas y a los trabajadores a salir más rápidamente de esta crisis del coronavirus.
Hasta el 28 de abril de este año, la Administración Trump había implementado 277 órdenes de desregulación desde que el presidente asumió el cargo, de acuerdo a los datos de The Brookings Institution. Y había agregado 3.281 reglas al Registro Federal, que es el menor número desde que comenzaron los registros en la década de 1970, según el Competitive Enterprise Institute.
Con la nueva orden ejecutiva, más de 600 regulaciones serán revisadas y posiblemente eliminadas.
Son este tipo de medias reales y eficaces las que aúpan a Trump a buenos índices de aprobación entre los ciudadanos y las que lo sitúan con claridad liderando la carrera electoral para ser reelegido el 3 de noviembre.