La verdad se abre paso en el panorama informativo pese a las manipulaciones de los grandes medios progres de izquierda y su afán por ocultar ésta a la sociedad. Esa realidad nos muestra cómo Donald Trump está ganando popularidad mientras Joe Biden se hunde en todas las encuestas de opinión. No son sólo las crisis provocadas por Biden, sino la información que sale continuamente sobre el fraude electoral. Los resultados de la auditoría del condado de Maricopa, Arizona, han vuelto a dar la razón a Trump al evidenciar graves irregularidades y un fraude electoral sistémico allí donde los demócratas gobiernan.
Actualmente, tal y como reflejan los sondeos, los votantes probables de Estados Unidos están muy molestos y enfadados con Biden y el Partido Demócrata. Entretanto, la figura de Trump gana enteros y no deja de acumular apoyos y llamamientos para que vuelva a la Casa Blanca. Estas son grandes noticias para Trump, que lo animan más a querer postularse de nuevo en 2024.
La última encuesta de septiembre de McLaughlin indica que mientras los estadounidenses sufren bajo las pésimas políticas de Biden en todo: la economía, la seguridad fronteriza y la política exterior, los votantes probables están suspirando por el regreso de Donald Trump en 2024.
Veamos algunos datos reveladores sobre los votantes probables: la mayoría de ellos no están seguros de que Biden termine su mandato de cuatro años. Casi seis de cada diez votantes, dicen que dado que Biden cumplirá 82 años en 2024 y su estado de salud mental y físico, es probable que no termine su mandato. La creencia popular para un 62% aproximadamente (el dato varía de un mes a otro) es que Kamala Harris asumirá la presidencia antes de que finalice el mandato de cuatro años de Biden. Si se llevara a cabo una primaria presidencial demócrata en 2024 sin Biden, entonces Harris saldría como la favorita con el 29% de los votantes probables que apoyan su candidatura. En segundo lugar, Michelle Obama obtendría el 17% de los votos, la representante Alexandria Ocasio-Cortez, demócrata por Nueva York, obtendría el 7%, el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, el 7% y Stacey Abrams, de Georgia, el 5%. Un 18% está indeciso o no sabe por dónde le da el aire.
En términos de posibles elecciones primarias y nacionales republicanas en 2024, a medida que fracasan las políticas socialistas de la Administración Biden, el apoyo a Donald Trump se hace más fuerte entre el electorado, y ya lo era mucho cuando éste le ganó limpiamente en las urnas en noviembre de 2020 y los demócratas le robaron las elecciones vía fraude electoral.
El 71% de todos los votantes probables republicanos, incluidos los independientes que votan en las primarias republicanas, quieren que el presidente Trump se presente nuevamente en 2024. Este porcentaje está aumentando considerablemente semana a semana, tal y como demuestra el monitoreo de esta tendencia. Si Trump se presenta de nuevo, algo muy probable a fecha actual, un 84% de estos votantes de las primarias republicanas lo apoyarán. En un campo de 15 posibles oponentes en las primarias, Trump recibe su voto más alto hasta el momento, un 59%, y supera con mucho el apoyo a Mike Pence, que tendría un 10%, al Gobernador de Florida Ron DeSantis, que sumaría un 8%, mientras que otros reciben menos; sólo el 6% de republicanos está indeciso o desorientado. Es de suponer que son los RINOs habituales que ya no encuentran candidatos traidores.
En el caso de que Trump decidiera no postularse, el Gobernador DeSantis lideraría la intención de los votantes en las primarias con un 22%, Donald Trump, Jr., un 19%, Mike Pence el 15% y el senador por Texas Ted Cruz un 7%, seguidos de otros 11 probables candidatos con un porcentaje menor y un 12% de indecisos o RINOs.
En una posible elección nacional de 2024, sin que Biden se postule, Trump lidera sobre Harris 49% a 47% y lidera entre los votantes suburbanos 52% a 43% y entre las mujeres 50% a 47%.
Hay un fenómeno nuevo que hace tiritar las canillas a la prensa y los medios de izquierdas: a raíz de los numerosos fracasos de Biden, que es imposible ocultar aunque esos medios lo intentan, las opiniones de muchos votantes sobre el presidente Trump están reevaluándose a medida que los hechos le dan la razón en los principales temas y el remordimiento se instala entre ellos por haber votado a Biden o criticado a Trump.
Cuando se pregunta a los votantes si están de acuerdo o en desacuerdo con las siguientes declaraciones, las opiniones sobre Donald Trump están aumentando favorablemente: la mayoría de los votantes probables, el 52% estuvo de acuerdo con lo siguiente: "Solía desagradarme el estilo agresivo y de confrontación de Trump, pero ahora que veo lo débil que es Biden al tratar con los Talibán en Afganistán o con los inmigrantes y los narcos en la frontera, creo que Trump no era tan malo como lo pintaban los medios".
Lo sorprendente y destacable es que el 28% de los demócratas y el 23% de los votantes de Biden de 2020 también estuvieron de acuerdo con esa declaración. El porcentaje entre los republicanos se dispara a más del 93%.
La mayoría de los votantes, el 56%, estuvo de acuerdo con lo siguiente: "Se necesita un hombre duro para ser un buen presidente. Cuando veo lo débil que es Biden, aprecio más a Trump y creo que necesitamos un poco más de la dureza de Trump".
El 57% de los probables votantes suburbanos estuvo de acuerdo con esa declaración, y el 51% de los probables independientes también estuvo de acuerdo. Además, y esto es significativo de su popularidad al alza, el 27% de los votantes probables demócratas estuvieron de acuerdo y el 23% de los votantes de Biden de 2020 estuvo de acuerdo también.
Seis de cada diez votantes, el 60%, están de acuerdo con lo siguiente: "Diga lo que quiera sobre Donald Trump, pero tuvimos una inflación muy baja, menos inmigración ilegal, los precios de la gasolina y los impuestos eran mucho más bajos y hubo mucho menos crimen cuando era presidente". Las altas tasas de criminalidad en las grandes ciudades, antes y ahora, son responsabilidad de sus gobernantes demócratas, que son un desastre. El 61% de los probables votantes suburbanos estuvieron de acuerdo, al igual que el 58% de los menores de 55 años, el 55% de los independientes, el 55% de los hispanos, el 32% de los afroamericanos, el 32% de los demócratas y el 28% de los votantes de Biden en 2020.
La encuesta refleja que en un enfrentamiento directo entre Trump y Biden en 2024, Trump ganaría con un 50% a 47%. Traducido en votos del Colegio Electoral significaría una victoria aplastante, un landslide, de Trump. Por supuesto, ya lo obtuvo en 2020, por lo que para que se materialice sería necesario evitar otro fraude electoral masivo de los demócratas.
Los datos que me llegan señalan que la caída del apoyo de los votantes probables a Biden o a Harris se ha acelerado hasta convertirse en un colapso político en toda regla. No son apreciaciones personales o ideológicas, son realidades apoyadas en datos reales y fidedignos.
Un análisis de las encuestas de opinión de todos los espectros ideológicos durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre, muestra que la crisis en la frontera sur, que se agudiza por momentos; los delitos violentos urbanos fuera de control; los precios elevados de la gasolina; el aumento de la inflación; el resurgimiento de las preocupaciones por el coronavirus; la subida de impuestos; y el desastre de la retirada de Afganistán, han estado y están erosionando el optimismo de Estados Unidos y la confianza, ya antes muy escasa, en la Administración Biden. Los índices de aprobación a Biden no dejan de descender. Al afrontar el mes de octubre se sitúan en torno al 40% y bajando en picado.
El abandono de Afganistán y su entrega en bandeja a los Talibán y a los terroristas de Al Qaeda e ISIS ha sido el revés definitivo para los socialistas del régimen de Biden, que ha terminado por hundir la confianza de los votantes estadounidenses.
Todas estas crisis y fallos políticos han sumido a la nación en una profunda negatividad con respecto al futuro del país. Trump está recogiendo ese espíritu y de nuevo se configura, al igual que en 2016, como la gran esperanza para recuperar el optimismo y lo mejor de Estados Unidos.
Una vez más, los datos no mienten: según las encuestas alrededor del 59% de los votantes probables dicen que Estados Unidos está en el camino equivocado. Sólo un 38% de votantes demócratas que no se enteran de la misa la mitad dice que Estados Unidos va en la dirección correcta. E incluso muchos de éstos empiezan a abrir los ojos a la realidad y reconocen en privado que todo está empeorando rápidamente.
Esas cifras importan porque el pesimismo del país está alcanzando los mismos niveles que precedieron a las elecciones de 2016. Del mismo modo, en una mala noticia para los demócratas, los segmentos clave de votantes que dicen que Estados Unidos está en el camino equivocado abarcan todo el espectro político, lo que hace prever un voto masivo a Trump y los republicanos.
Más datos reveladores: el 73% de los votantes indecisos para las elecciones midterm del Congreso en 2022 y el 65% de los independientes están de acuerdo con esa afirmación, el 56% de los moderados, el 29% de los votantes de Biden en 2020 e incluso el 25% de los demócratas dicen que el país va por el camino equivocado.
A nivel ejecutivo, la aprobación del trabajo de Biden se ha disparado hacia abajo desde un 54% de aprobación al principio hasta un 57% que lo desaprueba en septiembre. Y la desaprobación sigue aumentando mientras escribo estas líneas.
Del mismo modo, la desaprobación de Biden es relativamente alta entre aquellos que están indecisos para el Congreso en un 58%, votantes suburbanos en un 56%, mujeres en un 55%, independientes en un 54%, moderados en un 47%, hispanos en un 37%, afroamericanos en un 19%., Demócratas con 14% y votantes de Biden en 2020 con un 14%. Lo destacable es que esta negatividad no afecta sólo a Biden, el liderazgo del Partido Demócrata nacional ni la mayoría de sus candidatos tampoco son del agrado de los votantes. Así, Kamala Harris sigue siendo enormemente impopular. Más del 50% de los votantes probables la encontró desfavorable y equiparable a una hiena. Su risa histérica desde luego no ayuda. Algunos sondeos elevan ese porcentaje al 65% e incluso más. El senador Chuck Schumer de Nueva York tiene una calificación desfavorable del 49%. El presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de California, tiene una calificación desfavorable del 56% o más entre los votantes probables. Su impopularidad está impulsando a los votantes indecisos hacia los republicanos. Posiblemente también llevará a los votantes demócratas indecisos al Partido Republicano y a Trump.
Si echamos un ojo a los datos de las encuestas para las elecciones intermedias de 2022, vemos que la tendencia de voto entre los votantes probables sugiere que los republicanos lideran a los demócratas en el voto general para el Congreso con un 47% frente al 46% y con un 7% de indecisos. Esto significa que los votantes probables están más dispuestos a apoyar a un grupo genérico de republicanos que a un grupo genérico de candidatos demócratas al Congreso.
Otra conclusión importante del análisis de las encuestas nacionales más confiables es que las políticas socialistas de los demócratas y de Biden no tienen repercusión ni apoyo en el pueblo estadounidense. Por ejemplo, la mayoría de los votantes, el 53%, dice que la economía está empeorando a pasos agigantados. Sólo ese 38% de los votantes probables (demócratas que no distinguen entre 8 y 80), cree que la economía está mejorando.
Esto explica por qué, por primera vez desde 2019, la mayoría de los votantes prefieren un gobierno más pequeño y no invasivo de las libertades individuales.
En el frente de la política exterior, nunca un presidente estadounidense se había rendido a los terroristas, hasta que llegó Biden de la mano de un fraude colosal y una Camarilla tan inútil como él. Este fracaso histórico de Biden y Harris ha derrumbado el apoyo a esta Administración fraudulenta entre la mayoría de los votantes estadounidenses.
El 58% de ellos no estuvo de acuerdo cuando Biden dijo aquella tontería de: "La retirada de Estados Unidos de Afganistán fue un éxito extraordinario". Normal que la inmensa mayoría del país se riera de él y su ridícula Administración de incompetentes.
En contraste, la mayoría de los votantes, el 58%, estuvo de acuerdo en que: "el presidente Biden entregó Afganistán al mismo grupo Talibán que ayudó a los terroristas que atacaron a Estados Unidos el 11 de septiembre". Sólo un 30% de demócratas radicales de izquierda no estuvo de acuerdo con esa declaración de puro sentido común. Hasta un 35% de los votantes de Biden en 2020 y el 38% de los demócratas estuvieron de acuerdo en que la retirada fue una gran cagada muy mal ejecutada.
Entre todos los votantes, el 52% cree que Biden dejó a los estadounidenses varados en Afganistán como probables rehenes de los Talibán. Sólo un 30% de socialistas muy fumados se piensan que no se les abandonó a su suerte.
En general, un 48% de los votantes afirman que su confianza en la Administración Biden ha disminuido considerablemente. Seis de cada diez votantes dicen que no comparten la creencia de Biden de que los Talibán no ayudarán ni tolerarán actividades terroristas. La mayoría de los votantes probables, el 53%, dice que la retirada de Afganistán y la toma del país por los Talibán nos ha hecho menos seguros. Sólo un 10% de socialistas demócratas emperrados en defender lo indefendible dijo que Estados Unidos ahora es más seguro.
Por un margen del 59% al 17%, la mayoría dijo que Estados Unidos no debería reconocer a los Talibán como los gobernantes legítimos de Afganistán.
La fallida retirada de Afganistán ha minado de forma irrecuperable la confianza de los votantes estadounidenses en que Biden puede liderarnos como debe hacer un presidente y Comandante en Jefe. La mayoría piensa que Biden no es competente para liderar este país.
Tal y como apunta Trump cada día, la Administración Biden parece que está redoblando sus políticas fallidas en vez de rectificar. Las encuestas sugieren que los votantes estadounidenses estarán ansiosos por emitir sus votos sobre estas políticas en 2022 y 2024. Trump lo espera con expectación dado que el futuro político de Biden y Harris parece más sombrío que nunca, y a la vista de que los votantes probables en todo Estados Unidos están adoptando una actitud cada vez más pesimista hacia esta Administración. Por el contrario, las encuestas reflejan que la figura de Donald Trump sigue siendo fuerte y se ve con optimismo entre los posibles votantes.
Al preguntar a éstos sobre unas futuras primarias republicanas si realmente apoyarían o se opondrían al presidente Trump para la nominación si se postula nuevamente en 2024, el 82% lo apoyaría si volviera a presentarse.
Los resultados de los sondeos muestran que el presidente Trump sigue siendo abrumadoramente dominante entre los votantes republicanos, incluidos los independientes.
En otras palabras, el presidente Trump sigue siendo el favorito del Partido Republicano y el de los votantes a la vista de cómo el régimen de Biden se desliza hacia una dictadura. Lo hemos visto en estas pasadas semanas marcadas por purgas políticas y edictos diseñados para controlar la vida de las personas en un grado totalitario. Mientras leen este artículo, sigue en marcha la purga que la Administración Biden ha emprendido a gran escala de los cargos nombrados por Trump que se sientan en las juntas y comisiones asesoras del gobierno federal.
A las personas designadas por Trump en su momento, se les enviaron cartas solicitando sus renuncias. Las cartas también decían que los designados serían despedidos si no renunciaban. Ese es el estilo matón y mafioso de Biden y compañía, al que los medios aplauden con las orejas.
Veamos unos ejemplos de la purga: el ex secretario de prensa de la Casa Blanca de Trump, Sean Spicer, y el ex director de la Oficina de Administración y Presupuesto, Russ Vought, fueron destituidos de la Junta de Visitantes de la Academia Naval, mientras que la ex asesora principal de Trump, Kellyanne Conway, fue destituida de su puesto en la Junta de la Academia de la Fuerza Aérea. El ex consejero de seguridad nacional el teniente general retirado H.R. McMaster fue destituido de su puesto en West Point.
Esta venganza no quedará sin respuesta. De momento, Sean Spicer y Russ Vought han demandado a Biden por su destitución. La demanda, que fue presentada en un tribunal federal en Washington, D.C., por el grupo America First Legal, afirma que Biden "no tiene autoridad legal para rescindir los nombramientos de Spicer y Vought en la Junta".
La Administración Biden extendió la purga durante el mes de septiembre a 18 miembros de las juntas asesoras del servicio militar, incluidos 11 funcionarios designados por Trump, para que renunciaran o serían despedidos. Pero no sólo las juntas directivas de las academias militares fueron atacadas. La purga también afectó posiciones en organizaciones que la mayoría de los estadounidenses ni siquiera saben que existen, como la Comisión de Investigación del Ártico. O a organizaciones respetadas por todos, como el Consejo Nacional de las Artes, de donde ha echado al cantante pro Trump Lee Greengood, quien fue nombrado por el presidente George W. Bush y reelegido por Barack Obama y Donald Trump.
Sólo unos pocos a los que no pueden despedirnos, ni chantajearnos, ni forzarnos, ni sobornarnos, ni corrompernos, y que hacemos frente a las amenazas, nos libramos de esta purga general.
La Administración de Biden incluso se ha negado a convocar a ciertas comisiones, como la Junta Nacional de Ciencias de la Educación, para negar a cualquier persona designada por Trump una voz en la Administración actual. Ese es el nivel de dictadura que tenemos y no tiene precedentes en la historia de Estados Unidos. Ninguna Administración ha tratado de purgar a todos los nombramientos no políticos de una Administración anterior de esta manera. Es algo inaudito y típico de los regímenes socialistas.
La única motivación detrás de esta acción de purga es eliminar a aquellos que no están "alineados" con la agenda política radical del régimen de Biden. Ésta es la definición misma de totalitarismo.
Otro ejemplo de este autoritarismo es la orden ejecutiva que ordena vacunas COVID-19 para hasta 100 millones de estadounidenses, incluidos militares. Lo hace obligando a las empresas privadas y las Fuerzas Armadas a actuar como ejecutores, poniendo a los líderes empresariales y militares en la posición de recopilar información médica privada de todos los empleados y usarla como base para decidir quién puede trabajar para ellos.
Es el mismo enfoque de convertir a los ciudadanos en informantes y ejecutores contra sus conciudadanos, que innumerables gobiernos totalitarios han empleado a lo largo de la historia para mejorar su poder y control sobre la población.
Esta interferencia en la atención médica personal de millones de estadounidenses es inmoral e inconstitucional, y es lógico que numerosos Gobernadores republicanos ya hayan manifestado que harán todo lo posible para bloquearla.
Trump ya ha avisado al pueblo estadounidense que esté preparado para más esfuerzos de la Administración Biden para alterar fundamentalmente el estilo de vida estadounidense y transformar el país de facto en una dictadura. Sus palabras iluminan lo que está pasando: "La Administración Biden va a seguir empujando los límites porque ya se han salido con la suya en lo que está en contra de lo que representa esta república constitucional y de lo que quiere el pueblo estadounidense".
Sólo nosotros, el pueblo, podemos evitar que lleven a este país a una dictadura. Trump es consciente de ello, por eso mantiene activos los mítines políticos para movilizar a millones de ciudadanos. Trump comprende al pueblo estadounidense mejor que cualquier consultor político. Él sabe que la mayoría silenciosa de los votantes todavía lo apoya abrumadoramente. Siempre ha sido una voz para aquellos que han sido ignorados por el gobierno y los medios de comunicación. Las personas a las que siempre se ha referido como los estadounidenses anteriormente "olvidados" que fueron defraudados por el establishment durante décadas son las mismas personas que forman la llamada "mayoría silenciosa", cuyo corazón y voto apoyan a Trump, porque saben que siempre defenderá a todos los estadounidenses, especialmente a aquellos que son habitualmente olvidados y abandonados por los políticos.
Trump tiene un as bajo la manga que le dará una ventaja electoral en las elecciones presidenciales de 2024 si decide postularse: la inmensa popularidad de su agenda política "America First".
De acuerdo a una encuesta de Grinnell College, más del 70% de los adultos estadounidenses se identifican como creyentes de "America First", un porcentaje que sube mes a mes. Esta misma encuesta reveló un hallazgo muy alentador: sólo el 19% de los encuestados (los atolondrados habituales) se identificaron como socialistas, que es la etiqueta adoptada por Biden, Harris y prácticamente todos los candidatos demócratas.
Esa brecha ideológica se agranda cada día a la luz de los desastres de las políticas de la Administración Biden / Harris en comparación con las políticas exitosas de la Administración Trump durante cuatro años.
Cada vez más ciudadanos son conscientes de la eficacia de las políticas "America First" no sólo en la esfera de la economía y el comercio, sino también de la política exterior al priorizar el desarrollo interno sobre el intervencionismo mundial, en contraste con las continuas crisis que provoca Biden.
El desarrollo de los acontecimientos se ha precipitado en este inicio de otoño, de tal forma que los datos de Trump y Biden reflejan bien la evolución de la sociedad. Según otra encuesta reciente realizada por Rasmussen Reports, Trump arrasaría a Biden en una revancha en 2024 por un margen de ventaja del 51% frente al 41% y a Harris por 13 puntos de diferencia.
Sobre la cuestión general de si es una buena idea que Trump vuelva a presentarse, una pluralidad del 48% dijo que sí. Un dato al alza en cada nuevo sondeo.
Si Trump goza de buena salud en 2024, personalmente creo que debería volver a presentarse. En primer lugar, tiene la garantía de ganar la nominación republicana. Ahora mismo, Trump tiene automáticamente una probabilidad del 50/50 de convertirse en presidente.
En segundo lugar, Trump haría historia, algo que le encanta. Sería el primer presidente al que han hecho un fraude descomunal en ganar una revancha electoral para recuperar la Casa Blanca.
Finalmente, nunca he visto a un presidente conservar tan fiel y masivamente sus bases de apoyo y de votantes como lo ha hecho Trump. Simplemente es un fenómeno social incuestionable.
A cualquier parte a la que vayas en Estados Unidos, se pueden ver las banderas de "Trump Ganó" y las pancartas de apoyo y reivindicación de Trump, y las banderas con el eslogan: "Biden, Jódete" y *"Los demócratas amañaron y robaron la elección". El espíritu de revancha se respira por todas partes y no tiene precedentes. Este nivel de lealtad, de apoyo a Trump, es enorme y emocionante.
Si alguien piensa por casualidad en Kamala Harris, déjenme decirles que Trump podría vencerla sin siquiera hacer campaña. Ya le saca 13 puntos de ventaja. Es una mujer odiada por la mayoría de los ciudadanos, otra bruja radical de izquierdas del estilo de Nancy Pelosi, una cacatúa parlante a la que nadie hace el menor caso, una neurótica ambulante con un coeficiente intelectual a temperatura ambiente que no ganó ni un solo voto en las primarias demócratas de 2020 porque se vio obligada a abandonar antes de que comenzara la votación. En suma, un cero a la izquierda que ni fu ni fa.
Es Trump quien sigue subiendo en popularidad y Biden y Harris quienes siguen bajando a los infiernos.