Una de las grandes batallas de Donald Trump es contra la prensa y los medios de comunicación que se han vendido a los intereses de grandes corporaciones, fondos de inversión y países extranjeros. Es lo que se conoce como "Fake News", todas esas noticias falsas y manipuladas que llevan seis años apareciendo en los medios acerca de él. Es justo y necesario que Trump los llame "el enemigo del pueblo" porque realmente es lo que son. Mienten y engañan a la gente que no tiene acceso a información objetiva e independiente, sumiéndola en la ignorancia. Han perdido toda credibilidad ante el pueblo y lo grave es que no podemos tener un país verdaderamente democrático sin unos medios de comunicación libres y respetados.
Es representativa de esta lucha todo lo acontecido en torno a las informaciones que The New York Times y The Washington Post publicaron sobre Trump y la colusión rusa, luego replicadas por la mayoría de la prensa y los medios de comunicación. En su momento, a los periodistas responsables se les concedió el Premio Pulitzer, pese a que ya se sabía que todo era falso. Después, cuando se ha comprobado de forma fidedigna y se ha probado que aquellas informaciones formaban parte de un plan de Hillary Clinton y los demócratas para socavar la presidencia de Trump, y que todo eran mentiras, la Junta del Pulitzer se ha llevado cualquier pizca de credibilidad que le quedara con su respuesta respecto al Premio Pulitzer de Reportaje Nacional 2018, que fue otorgado a The New York Times y The Washington Post por flagrantes noticias falsas. En lugar de actuar con integridad, retirar los premios y brindar transparencia, la Junta Pulitzer sigue encubriendo el mayor fracaso informativo en la historia moderna: el falso engaño de la colusión rusa.
Lo grave es que la prensa y los medios están siguiendo el mismo plan de ataque y el mismo guión con todas las informaciones falsas en torno al comité del 6 de enero. Se le da una cobertura nacional y con apariencia oficial y en primera plana para prestigiarlo pese a que todos sabemos que son acusaciones falsas y partidistas. Existe de facto un monopolio virtual de las noticias, lo que hace que lo que se escuche o se lea en los medios sea en gran medida falso y manipulado.
The Washington Post y The New York Times, entre otros medios que hicieron y hacen seguidismo informativo sobre manipulaciones informativas con el fin de perjudicar a Trump, deberían admitir sus errores y sincerarse toda vez que sus informes y reportajes han quedado expuestos como falsos. En este sentido, se agradece que algunos periodistas, como Bret Stephens, del New York Times y ganador del Premio Pulitzer, admitan a título personal que la historia de la colusión rusa fue un "engaño" total. Ni siquiera los Premios Pulitzer pueden ocultar la verdad desvelada y lo único que consiguen al negarla es desprestigiar tales premios, que alguna vez representaron la excelencia, pero ya no. También Robby Mook, ex jefe de campaña de Hillary Clinton en 2016, ha confirmado la filtración de acusaciones falsas contra Trump a un periodista sin ninguna base real, con el visto bueno de Hillary Clinton.
¿Se disculparán los demás periodistas que han repetido esa narrativa falsa, entre otras, en Estados Unidos, España y otros países? Seguramente no, ya que les expondría como los manipuladores o ignorantes que son desde hace mucho tiempo.
Donald Trump ha reclamado de forma insistente que tales medios deberían devolver sus premios Pulitzer, lo cual sería lo más honorable que podrían hacer llegados a este punto. Hoy por hoy, la única forma en que The New York Times y The Washington Post, entre otros medios, podrían obtener un premio Pulitzer sería en una nueva categoría: desinformación y manipulación informativa, por ayudar a perpetrar historias falsas creadas y difundidas por el Partido Demócrata y por ciertos periodistas vendidos a oscuros intereses que no son la verdad ni la información. Todos los conocemos de sobra por sus flagrantes mentiras y Fake News en los grandes medios.
Hoy está plenamente demostrado que el Premio Pulitzer de 2018 se entregó por reportajes que simplemente repetían como un loro desinformación política, desinformación que fue fabricada por agentes extranjeros a sueldo del Partido Demócrata, la campaña de Hillary Clinton y periodistas más interesados en atacar a Trump que en contar la verdad. Hoy sabemos también que el guión se repite con los eventos del 6 de enero con el objetivo de evitar que Trump aparezca en la papeleta electoral en 2024.
Si el Premio Pulitzer se ha convertido, como así es, en un reconocimiento flagrante de la falsa propaganda política de izquierda radical y un engranaje más de la maquinaria que quiere destruir a Trump, entonces la Junta Pulitzer debería admitirlo. En cambio, ocultan sus supuestas "investigaciones independientes" en un velo de secreto, para que el público no pueda saber la verdad. Y esto ocurre con muchísimos otros premios periodísticos a lo largo del mundo.
Mientras esa prensa, medios y periodistas vendidos a intereses globalistas y corporativos sigan atacando a Trump con mentiras y ocultando el descarado fraude electoral ocurrido en 2020, mantendrán ese dudoso honor que se han ganado a pulso: ser los enemigos del pueblo.
Donald Trump continuará haciendo todo lo posible para corregir el error causado por el Premio Pulitzer 2018 y también para corregir el error que se está cometiendo en torno al comité de 6 de enero, donde no hay debido proceso, ni contrainterrogatorio, ni miembros republicanos reales, y que carece de legitimidad. Aun así, los mismos medios que mintieron sobre la colusión rusa y en los dos impeachments a Trump, continúan actuando como voceros de estas falsedades y miembros activos de la mayor persecución política que hemos visto en décadas. Por ello, Trump demandará a la junta que concede los premios Pulitzer si no rescinden los premios otorgados al Washinghton Post y al New York por la cobertura falsa de información referida a él y que perjudicó su reputación.
Ante las evidencias que prueban que los ataques a Trump son infundados y motivados políticamente, no sólo la prensa y los medios son culpables de connivencia, sino también aquellas personas que participan a título personal con sus opiniones y dan pábulo a las Fake News. Por ejemplo, el escándalo más grande de nuestro tiempo, el fraude electoral de 2020, no recibe absolutamente ninguna mención en los medios salvo para negarlo y ocultarlo. A pesar de todas las evidencias conocidas, nunca las muestran. Ni The New York Times, Washington Post, ABC, NBC, CBS, CNN, MSDNC, etc. Esto en sí mismo es un escándalo, el hecho de que una historia tan importante para el futuro de nuestra nación no obtenga cobertura, le dice todo lo que necesita saber sobre ellos. Al igual que tampoco hablan sobre los escándalos de corrupción de la familia Biden antes de las elecciones y ahora. Todo esto muestra cuán totalmente corruptos y desvergonzados son la mayoría de los medios de comunicación, con excepciones aisladas de algunos medios y periodistas independientes a los que marginan.
El Premio Pulitzer, Glenn Greenwald, ha desmontado todo el tinglado que acusaba falsamente a Trump y probado que fue un engaño total. Millones de personas crédulas y muy ignorantes creyeron estas mentiras de los medios. Y ahora siguen creyendo las nuevas Fake News que salen en los medios sobre Trump, sean sobre el 6 de enero o de cualquier tema que se inventen. ¿Cuántas veces tiene que suceder esto (los medios corporativos de izquierda publican historias virales que son fabricaciones completamente falsas siempre a favor de los demócratas y contra Trump) antes de que la gente vea que los verdaderos agentes de desinformación y los peores mentirosos son esos medios corporativos progres? Ahora nos encontramos ante los mismos demócratas de entonces que tratan de montar una campaña de presión sobre el fiscal general Merrick Garland para que actúe en contra de Trump, su familia y sus asociados en lo que sería una escalada explosiva del uso político partidista del poder del gobierno para derribar al favorito del Partido Republicano y de la mayoría de la gente para ganar en 2024.
Cuando vemos a algunos periodistas o personas repetir estas mentiras y manipulaciones en torno a Trump, sabemos inmediatamente que no son de fiar, que no tienen un conocimiento real de lo que ha pasado y está pasando, y que son meras marionetas de una izquierda radical con aliados poderosos en el establishment mediático, político y empresarial.
Por suerte para quienes buscan la verdad, todavía quedamos profesionales que no nos dejamos comprar y que luchamos hasta el final.
Los periodistas del Washington Post y del New York Times, entre otros medios en Estados Unidos, España, etc, que siguen ofreciendo historias que son completamente falsas, guardan silencio o mienten cuando se les expone en sus flagrantes mentiras. No se han retractado. No se han anulado premios. Tampoco se han devuelto. Siguen mintiendo a la gente. Siguen siendo los enemigos del pueblo porque eso no es periodismo. Es servilismo a sus amos y desinformar a sabiendas.
Sólo unos pocos periodistas independientes, como Darren Beattie y Tucker Carlson, que han expuesto gran parte de la falsa narrativa de los medios sobre el 6 de enero, mantienen el prestigio y la llama de la esperanza para que la verdad aflore. Esos sí merecen un premio, aunque el mejor no es el Pulitzer, ya no, sino el reconocimiento de la gente que sabe pensar por sí misma.