Vivimos tiempos convulsos en los que la democracia americana y mundial enfrenta amenazas graves procedentes de la izquierda. Donald Trump y algunos de sus más cercanos colaboradores trabajan intensamente para fomentar un espíritu nacional de unidad que combata estas amenazas. Sin duda, la lucha por un proceso electoral transparente y justo es una de las más importantes, habida cuenta del enorme fraude que los demócratas y sus aliados en el establishment mediático, político y empresarial cometieron en las elecciones de 2020. Pero no es la única lucha abierta. Trump está recomendando a los estadounidenses que se tomen en serio sus responsabilidades como ciudadanos involucrándose en las juntas escolares locales, en sus comunidades y en la política local, así como alentando a aquellos que tienen habilidades de liderazgo a dar un paso al frente para defender los valores y las políticas MAGA. Es el mayor esfuerzo para expandir el auténtico conservadurismo desde el movimiento que puso en marcha Ronald Reagan.
Trump está repitiendo un mensaje que es necesario inculcar en la sociedad: si los estadounidenses no comienzan a involucrarse en la política y defender sus derechos constitucionales, el país se sumirá en la tiranía y la anarquía. Un proceso que los demócratas aceleran cada vez que llegan a puestos de poder.
El reciente desastre de la retirada de Afganistán, con la caída de Kabul en una espiral de caos, producto de un plan mal ejecutado por parte del régimen de Biden; la agresión de China hacia Taiwán; y el rearme de Irán, nos han dado otros toques de atención sobre el peligro que corre la supremacía estadounidense. O la sociedad y el país reaccionan, o nos veremos en graves problemas. Las políticas de Trump se han demostrado acertadas y las de Biden completamente equivocadas. Si Trump representa como pocos la esperanza en el sueño americano, Biden está liquidando ese sueño a pasos agigantados con una política débil en política exterior y caótica en política interior.
Estados Unidos todavía tiene muchas cosas a su favor para seguir liderando el mundo, pero la clase política es, sin duda, una de nuestras mayores debilidades, si exceptuamos a Donald Trump y algunos líderes conservadores; y ya sabemos que Trump no es un político profesional, de ahí que haya resultado tan buen presidente.
Por el contrario, Biden nos ha llevado a un momento histórico de crisis masiva. No es extraño, pues, que estén surgiendo iniciativas de congresistas como Lindsey Graham y Marjorie Taylor Green, entre otros, y del candidato al Senado por Pennsylvania, el republicano Sean Parnell, para plantear un impeachment a Biden por poner en riesgo la seguridad nacional con la caótica retirada de Afganistán y la crisis de inmigración en la frontera, que ya nos ha dejado más de 1.100.000 inmigrantes ilegales entrando en el país en los primeros seis meses del año. Eso, sin contar con los más de 100.000 refugiados afganos que se ha traído de Afganistán. Todo con tal de asegurarse una reserva de votos ilegales y cautivos para el Partido Demócrata de cara al futuro y seguir expandiendo el gobierno federal.
Es fácil caer en el pesimismo viendo el panorama actual, sin embargo, al igual que Trump, soy optimista y creo firmemente que Estados Unidos puede superar lo que estamos enfrentando con las políticas adecuadas. Sin embargo, tenemos que hacer que la gente de este país tome conciencia del desastroso rumbo que ha tomado bajo Biden y Harris, algo que ya está sucediendo, y que no den por sentado todo lo que tenemos: nuestras libertades, la prosperidad y la seguridad de nuestras comunidades y nuestro país.
Es lo primero que necesitamos, porque Biden y la Camarilla aliada en el fraude están quitando los derechos constitucionales a los ciudadanos. Un proceso que no sólo se ciñe a Estados Unidos. Como globalistas que son, están extendiendo ese modelo a todo el mundo, y sólo gobiernos con gente sensata, como en Hungría, Polonia, Austria, Brasil, y otros pocos, están actuando para frenar esta nueva dictadura global.
Trump está advirtiendo de estos riesgos y despertando a los ciudadanos sobre las opciones que todavía tenemos. Opciones que pasan por sus políticas y no por las de Biden y la izquierda, que han rendido el honor y la dignidad estadounidenses. Hoy, a diferencia de lo que ocurría con Trump, la política exterior estadounidense la dictan nuestros enemigos, muchos de los cuales están ahora dentro del gobierno o en puestos de influencia directa sobre el mismo.
Después del desastre total y completo de la retirada de Afganistán, responsabilidad única de la Administración Biden / Harris, es evidente que toda la cadena de mando debería dimitir inmediatamente, incluidos los propios Biden y Harris, que se han demostrado incapaces de tomar decisiones firmes y de colocar la seguridad de los ciudadanos estadounidenses como su máxima prioridad, que es lo que se supone que deben hacer un presidente y un vicepresidente, y lo que hizo Trump durante cuatro años.
No hay forma amable o suave de decirlo: la política exterior y de defensa de Biden y Harris está en ruinas y, por lo tanto, nuestra seguridad nacional está en grave peligro. De modo que nuestros adversarios como China, Rusia, Irán, Afganistán y Corea del Norte, y grupos terroristas como ISIS-K, Al-Qaeda y Hezbollah, por nombrar sólo algunos, están aumentando su poder y avanzando.
Todo ello se une a una larga serie de fracasos y desafíos internos: incrementos brutales de ilegales que ingresan a nuestro país; un sistema electoral en el que los estadounidenses ya no confían debido al fraude demócrata; la pérdida total de fe del electorado estadounidense en cualquier institución federal; confusión sobre el COVID y con todas nuestras libertades de salud, de libertad de expresión, de reunión, etc, en grave riesgo; una verdadera pandemia de salud que emana del mercado ilegal de estupefacientes donde los cárteles de la droga son las "farmacias" del siglo XXI; tráfico de personas y niños donde el abuso sexual se ha "normalizado"...
La lista de despropósitos de la que es responsable la Administración Biden / Harris va camino de dejar al inútil del presidente Carter como alguien competente.
Tal y como Trump se encarga de recordar cada día, hoy las libertades religiosas son socavadas continuamente y el cristianismo está bajo ataque y es removido de nuestra sociedad; ataques que son permitidos por nuestra débil clase política e incluso por "líderes" religiosos todavía más débiles y manipulables por la izquierda; un sistema educativo dirigido a nivel de junta escolar por políticas dictadas por un sistema federal de burócratas que se atreven a cuestionar si permitir que el Juramento a la Bandera comience el día e incluso nuestra historia; y los continuos esfuerzos para eliminar el financiamiento de la policía en una época de tasas de criminalidad peligrosas y mortales en aumento.
Y sí, apreciado lector inteligente, efectivamente estas no son las únicas amenazas que afrontamos. La lista es más larga que la marcha de la muerte de Bataán que afrontaron en Filipinas nuestros heroicos soldados estadounidenses durante la II Guerra Mundial.
Ante esta caída y destrucción de todo cuanto ha hecho grande a Estados Unidos, Trump y sus más fieles colaboradores nos rebelamos y nos ponemos en pie para luchar en contra de tanta idiotez socialista que está destruyendo nuestro país y la sociedad. Para ello es necesario que los ciudadanos se conciencien y se involucren activamente en sus comunidades y a nivel nacional. Una de las mejores formas de hacerlo es apoyar el movimiento MAGA y al presidente Trump.
Lo cierto es que todavía tenemos opciones en Afganistán, al igual que tenemos opciones en las juntas escolares de todo el país y en el debate público de ideas.
Este es el momento de dar un paso adelante y defender los valores de nuestros Padres Fundadores, de la Constitución y del movimiento conservador. Estados Unidos necesita retomar las políticas de Trump y efectuar un renacimiento como nación. Recordemos que cuando nuestros fundadores crearon la democracia estadounidense, pudieron hacerlo a partir de algo que no existía y que ha funcionado durante 245 años.
Actualmente, todavía tenemos nuestra base constitucional y millones de ciudadanos con sentido común, pero bajo Biden y los demócratas de izquierda hemos perdido el rumbo. Es hora de que volvamos a reencontrarnos con lo mejor de este país, algo para lo que Donald Trump es una garantía de éxito. De nada sirve quejarse y lamentarse como plañideras desconsoladas, esa es una actitud cómplice para ayudar a fracasar al país. Necesitamos ciudadanos comprometidos con la democracia, ilusionados, valientes, que se pongan en pie y luchen con entusiasmo por esa idea de una América mejor para todos.
De la retirada desastrosa de Afganistán impulsada por la Administración Biden, también las elites y el establishment republicano pueden sacar valiosas lecciones. Ya no se trata de apoyar o no al presidente. Trump; ahora se trata de salvar a Estados Unidos de los fracasos de décadas de impulsar una agenda de extrema izquierda bien organizada y financiada por personas que intentan apoderarse de Estados Unidos, pero que no es apoyada por la inmensa mayoría de la sociedad. También esta sociedad estadounidense necesita aprender que no se puede permanecer apática y dar por sentadas nuestras libertades, porque tal y como decía con acierto nuestro admirado Ronald Reagan: "la libertad no está a más de una generación de extinguirse. No se la transmitimos a nuestros hijos a través de la sangre. Debemos luchar, protegerla y entregársela a ellos para que hagan lo mismo, o un día pasaremos nuestros años de retiro contándoles a nuestros hijos que alguna vez en los Estados Unidos los hombres eran libres".
Con Trump al frente tenemos un fime compromiso con la democracia americana que la salvará de la destrucción provocada por el socialismo.