La crisis del coronavirus ha estallado a nivel mundial de forma imprevisible y las respuestas de los distintos gobiernos de los países, dejan ver las fortalezas y debilidades de cada uno de forma clara. La gestión de este problema de salud pública, no es la misma dependiendo de cada gobierno.
El presidente Trump está siendo una vez más uno de los que mejor ha respondido y también quien más está siendo atacado por los medios de comunicación progresistas. Se cumple el guión. Nada nuevo bajo el sol. Trump salva a los Estados Unidos de una expansión masiva del coronavirus mientras los medios y el Partido Demócrata se embarcan en otra campaña de ataques sin fundamento para ver si así consiguen erosionar su liderazgo.
Los hechos, una vez más, demuestran la excelente gestión que está llevando a cabo Trump en esta crisis, por más que los demócratas y sus medios afines, o sea, casi todos, estén politizando el tema una y otra vez, incluso difundiendo información errónea sobre los esfuerzos de la Administración Trump para proteger al pueblo estadounidense.
Lo cierto es que la Administración Trump fue la primera en cerrar la entrada a Estados Unidos a los extranjeros procedentes de China para evitar que se propagara el coronavirus. Una medida inicial criticada, pero que se ha demostrado muy eficaz.
Después, el presidente colocó al vicepresidente Mike Pence para coordinar los trabajos en relación con el coronavirus, organizando un equipo de expertos de alto nivel, con el Dr. Anthony Fauci, del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta (CDC) a la cabeza. La gestión empezó siendo rigurosa, sin pánico, pero sin una actitud laxa, como en otros países. A continuación, Trump solicitó al Congreso 2.500 millones de dólares para acelerar el desarrollo de vacunas y otros programas de respuesta contra el coronavirus. Ya en esa primera fase de respuesta, se vio que la Administración se tomaba esta crisis en serio, pero sin alarmismos infundados.
En la siguiente fase, Trump se reunió con los directivos de las principales empresas farmacéuticas del país para acelerar el desarrollo de una vacuna y tratamientos contra el coronavirus. Esto pone de relieve la forma en que Trump ha cogido el toro por los cuernos, sin evitar dar la cara en todo momento. Cosa que, por ejemplo, no se ha hecho en otros países, como en España, cuyo presidente, Pedro Sánchez, está huido y escondido sin aparecer para dar explicaciones.
En la tercera fase, Trump adoptó nuevas medidas sin que le temblara la mano y sin tener en cuenta el vocerío de la prensa progre, apostada como buitres a ver si caía el presidente. Estas medidas fueron vetar la entrada de personas procedentes de Irán, uno de los países más afectados, y restricciones de viaje a personas procedentes de Italia y Corea del Sur. Esto fue un mes después de imponer restricciones a China. ¿Y qué demuestra esto? Pues que Trump ha reaccionado pronto y bien mandado para evitar el contagio, pero de una forma gradual y objetiva. No al tuntún.
A estas alturas, ya se ponía de manifiesto otra verdad como un templo sostenida por Trump: la importancia de fabricar de nuevo en Estados Unidos, sin depender de China como suministradora. Lo acertado de las políticas del presidente se adelantaron al coronavirus. La economía estadounidense nunca le estará lo suficientemente agradecido a Trump por esto. Y también por abogar de forma activa para que los medicamentos cruciales sean producidos en Estados Unidos y no en el quinto pino, por mucha mano de obra y costes baratos que tengan; por defender fronteras seguras que impidan la llegada de inmigrantes ilegales que también pueden ser portadores de infecciones, enfermedades y coronavirus; y por colocar a China en el punto de mira para defender la seguridad nacional.
La cuarta fase ha demostrado que Trump ha colocado al frente de esta crisis al equipo de personas más talentoso del mundo trabajando juntos para hacer frente al problema. En esta fase, el presidente se ha reunido personalmente con los ejecutivos de las aerolíneas, que le han informado sobre los esfuerzos para mantener los aviones limpios, compartir información con otras aerolíneas y los procedimientos para la detección de pasajeros procedentes de los puntos críticos de coronavirus.
En la quinta fase, que no es la última, la Administración Trump ha aplicado medidas de prevención para evitar la propagación del coronavirus en el sector turístico. Así, los pasajeros de buques serán escaneados a la entrada y la salida de los cruceros, se realizarán exámenes a bordo y se enviarán a los enfermos o infectados a suelo no comercial para ser tratados. Bajo las nuevas directrices, los médicos podrán prescribir tests para detectar coronavirus a cualquier estadounidense. De hecho, ya se han hecho más de un millón de tests y están previstos muchos más.
En esta fase, Trump ha firmado un proyecto de ley autorizando 8.300 millones de dólares para combatir el coronavirus en el país, haciendo una provisión de fondos generosa y necesaria para que la gestión de esta crisis se haga con celeridad, de forma gradual y adaptada a la evolución y expansión del coronavirus.
Trump, ha donado también su salario del cuatro trismestre al Departamento de Salud para combatir el coronavirus. Eso es simplemente un detalle, pero refleja el compromiso del presidente en atajar el problema.
Se puede concluir que el presidente Trump está gestionando este tema con inteligencia, sin alarmismos, pero con eficacia. 554 casos y 22 muertes en 31 estados, en un país de las dimensiones de Estados Unidos, da cuenta de que el problema está contenido.
Los esfuerzos de la sexta fase, que ahora empiezan, se centran en contener, mitigar y tratar los efectos de la propagación inevitable del coronavirus en la salud de las personas y también en la economía. Para hacerlo, la Administración Trump ya está tomando medidas activas para ayudar a los gobiernos estatales y locales a responder a esta crisis de salud con estos objetivos en mente: prevención, detección, control, tratamiento y contención del virus.