Por un lado están las noticias falsas de los medios progres, totalmente fuera de la realidad, y por otro lado están las políticas de éxitos y de promesas cumplidas del presidente Donald Trump. Mientras los demócratas permanecen fuera de contacto con lo que sucede, reflejado en unos candidatos absolutamente inútiles y escorados a posiciones socialistas radicales, los estadounidenses están tomando nota del impacto positivo de las políticas pro-crecimiento económico, pro-negocios, pro-vida, pro-defensa fuerte y pro-nación del presidente Tump. Un conjunto de políticas que están favoreciendo a las familias y a las empresas estadounidenses.
El radicalismo de los demócratas, que va en aumento en paralelo con su furia anti Trump, se ha exhibido una vez más en el último debate celebrado en Houston. Veamos: a pesar de que el debate tuvo lugar en la capital energética del mundo, los candidatos de las elecciones primarias argumentaron a favor de políticas que destruirían los empleos de la industria energética norteamericana. Hicieron lo mismo el mes pasado en Detroit, el centro automotriz y de fabricación de Estados Unidos, donde no presentaron planes para ayudar a nuestra industria manufacturera. Y lo mismo en Miami, hogar de innumerables víctimas del socialismo, y donde abrazaron abiertamente las políticas de las que las comunidades hispanas locales huyeron en el pasado con el sacrificio que ello conllevó. No serán las únicas oportunidades en que los veamos despotricar. El próximo debate en Ohio en octubre, volverán a presentar su agenda radical socialista.
Mientras esto sucede, un fenómeno nuevo ha irrumpido con fuerza: la comunidad hispana está tomando buena nota de cómo las políticas de Trump están favoreciendo y ayudando a prosperar a los latinos. No sólo la aprobación del presidente entre hispanos está creciendo en estados como Texas, donde se ha incrementado en torno a un 20%, es decir, un millón de hispanos más que lo apoyan que en 2016, sino también en estados como Arizona, Nevada, New Mexico, Florida, Colorado, Illinois, Nueva York, Georgia, Nueva York y California. Esto sorprenderá a los demócratas, que han dado por sentado los votos hispanos durante demasiado tiempo, pero éstos están respondiendo a los resultados positivos de la Administración Trump. Y hay motivos para que suceda: la comunidad hispana ha logrado avances evidentes en estos tres años.
Gracias a las políticas del presidente republicano, el desempleo hispano ha alcanzado mínimos históricos y las familias en todo el país están disfrutando de una reducción de impuestos que ha puesto más dinero en los bolsillos y las cuentas bancarias. Los hispanos propietarios de empresas están creciendo rápidamente: más del doble de la tasa de todas las empresas desde 2012. Millones de empresas de propiedad de hispanos representan más de setecientos mil millones de dólares en la economía nacional cada año. Cabe destacar que las empresas hispanas propiedad de mujeres son el segmento comercial de más rápido crecimiento en el país. Cifras que los demócratas no pueden rebatir.
Mientras los demócratas se empeñan en defender una agenda socialista radical, el presidente Trump ha continuado luchando por la ratificación del acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA), que creará miles de nuevos empleos en Estados Unidos y apoya a los trabajadores e industrias nacionales. Por ello, no es casualidad que los negocios estén creciendo, que sectores de industrias enteras estén recuperándose y que la confianza del consumidor esté en su nivel más alto en 19 años. Son realidades de una gestión presidencial brillante contra la que nada pueden los medios manipuladores ni los demócratas radicales.
Estos son sólo algunos de los logros históricos que los candidatos demócratas quieren eliminar con sus promesas de aumentar los impuestos a todos los estadounidenses y paralizar nuestras industrias. Para los votantes hispanos, no pasa desapercibido el hecho de que los demócratas continúen moviéndose más hacia la izquierda en apoyo de políticas socialistas con un control total del gobierno de las vidas de los ciudadanos, lo cual dañaría a nuestras comunidades y haría retroceder a nuestro país.
Los discursos y los debates importan. A través de ellos podemos conocer cómo los demócratas son ajenos a las realidades de las comunidades hispanas que dicen que les importan. Ellos complacen a los votantes hispanos, pero ignoran los problemas que nos preocupan, como la libertad religiosa y el derecho a la vida de los no nacidos. Tampoco reconocen los éxitos del presidente Trump, aunque sean evidentes para todos. Los demócratas no quieren admitir el hecho de que las comunidades hispanas aprecian el compromiso del presidente Trump de mantener a todos los estadounidenses seguros a través de la seguridad fronteriza y fortalecer el estado de derecho. No quieren que los votantes se den cuenta de que mientras predican la dependencia, esta Administración apoya a las personas, los trabajadores y las familias para lograr sus sueños. De hecho, se les indigesta que Trump sea el presidente que mejor conecta con las inquietudes y esperanzas de los ciudadanos.
Para la comunidad hispana de Estados Unidos, las elecciones presidenciales de 2020 son una elección entre la agenda de oportunidades del presidente Trump y un experimento socialista que ha fallado cada vez que fue aplicado en cualquier parte del mundo. Los votantes hispanos saben que sólo hay una opción realista en 2020 que evitará que el socialismo cause estragos en nuestro país y, en cambio, lo mantenga en el camino hacia un futuro mejor y más brillante: el presidente Donald Trump.