Luisana Colomine
En el año 2011, Donald Trump asistió a la cena de corresponsales de la Casa Blanca, invitado por el entonces presidente Barack Obama. Es un evento casi centenario de EEUU, pensado para aliviar tensiones entre el gobierno y los medios o, más bien, para sobar el ego de la prensa norteamericana y evitar investigaciones molestas. Pero la cosa ha terminado siendo un espectáculo más de la industria del entretenimiento. Hasta alfombra roja tiene para que los y las periodistas que asisten, confundidos con celebridades de Hollywood, muestren a los paparazzi sus trapos de alta costura, sus escotes y sus traseros. Es un exclusivo bonche donde el invitado especial no es precisamente el periodismo sino el poder y todo lo que éste representa.Esa noche Trump fue víctima de bullying presidencial. Obama lo ridiculizó ya que en esos días el magnate de misses había afirmado que el Presidente no era norteamericano y en consecuencia su gestión era ilegal. La Casa Blanca se vio obligada a publicar el certificado de nacimiento de su principal inquilino para callar los rumores. Los chistes sobre Trump no pararon en toda la cena y las risas de los más de 2000 invitados aún deben perforar la dorada cabeza del flamante nuevo Presidente…Obama le dijo con cinismo: “Creo que todos sabemos cuáles son tus credenciales y amplia experiencia” Y muchos periodistas creen que en ese momento Trump decidió ser el sustituto de la oficina oval (la venganza es dulce…).
El otro hito importante de aquella celebración de abril de 2011, es que mientras brindaban y comían y se reían de Donald, Obama dio la orden para aniquilar a Osama Bin Laden.
Aunque el festejo se oficializó en 1921, ya desde mucho antes la Casa Blanca había intentado acercamientos con los medios debido a los reportajes que ya asomaban sobre lo malo del poder político, económico y financiero.
El 14 de abril de 1906, el presidente Theodor Roosevelt bautizó a los periodistas con el nombre de muckraker, nombre que tomó de un personaje de la novela de John Bunyan, Pilgrim’s Progress (El Progreso del Peregrino, 1678) sobre el hombre que prefiere recoger la inmundicia y rechaza la salvación. Aquí un fragmento de aquel discurso que tituló “El hombre con el rastrillo de estiércol”:
“Los rastrilladores de estiércol (muckrakers) son a menudo indispensables para el bienestar de la sociedad, pero sólo si saben cuándo dejar el rastrillo y cuándo parar de remover en las heces, alzando la vista hacia la corona celestial que hay sobre ellos, la corona de la dignidad. Porque existen razones maravillosas por encima y en sus proximidades. La utilidad de los hombres del rastrillo desaparece si poco a poco acaban convencidos de que el mundo entero no es más que porquería, suciedad e inmundicia (…) Hay inmundicia en el suelo y ésta debe ser raspada con el rastrillo; existen tiempos y lugares donde este trabajo es el más importante de todos los que se pueden realizar. Pero el hombre que nunca hace otra cosa, que nunca piensa, habla o escribe, salvo acerca de sus hazañas con el rastrillo, se convierte, no en una ayuda a la sociedad, no en una incitación hacia el bien, sino en una de las más potentes fuerzas del mal”.
Lejos de ofender a los periodistas el término fue asumido con orgullo en una época en que también se temía que los medios dieran un viraje de apoyo al comunismo.
Tal vez esos mismos “rastrilladores” siguieron el consejo de Roosevelt y terminaron alzando la vista hacia la corona celestial. Se dejaron embelesar por el joven millonario Donald Trump, y no escarbaron en los orígenes de su fortuna. Lo adoptaron como “nuestro playboy nacional” según el periodista Howard Kurtz. Luego de eso la cambiante prensa norteamericana se apresuró a cuadrarse con Hilary Clinton en la carrera presidencial y por último cayó en desgracia con el otrora “playboy” que ahora no sólo se reserva el derecho de admisión en la Casa Blanca sino que ni siquiera atiende la invitación al circo mediático del cual alguna vez él mismo hizo comparsa.
Quizás esos rastrilladores ahora seleccionan el estiércol donde escarban, para que la inmundicia que puedan encontrar no les salpique…
Moraleja: las fiestas de periodistas son pavosas Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.
@LuisanaC16 Anuncios