Mañana empieza el Trumpazo. Donald Trump será investido Presidente de los USA y podremos comprobar si las barbaridades que muchos políticos y comentaristas han anunciado se producen y son de tanta gravedad como la prevista.
Aunque soy de los que opina que la presidencia de Trump implica graves riesgos para todos, también es cierto que siempre, sin excepciones, que la opinión pública internacional da la señal de alarma en relación con algún acontecimiento, si llega a producirse jamás alcanza el nivel de gravedad que se había anticipado.
Mis preocupaciones en relación con el Trumpazo son tres, en primer lugar según sea su forma de apoyar a Israel puede llevar el conflicto de Oriente Medio a un paroxismo extremadamente peligroso, segundo, su buena relación con Putin es cualquier cosa menos tranquilizadora, y por último su tendencia a acabar con la globalización, una vez más, según como la lleve a cabo puede provocar un conflicto económico que podría acabar calentándose.
Lo que, en mi opinión, puede ser beneficioso de la presidencia de Trump es, paradójicamente también la posible modificación de la globalización que ha fracasado estrepitosamente porque su único resultado positivo ha sido el desarrollo económico, industrial e internacional de China, India y otros países de muy menores dimensiones, pero en los países que se consideraban desarrollados en el momento que entre los 80 y los 90 se inició el viaje a la globalización y el liberalismo salvaje el impacto ha sido muy negativo. Lo malo es que, una vez más, según como Trump lleve a cabo ese regreso a cierto proteccionismo el resultado puede ser el Trumpazo.
En el Forum Económico Mundial de Davos, inaugurado el martes 17, el presidente de China Xi Jinping tuvo los santos bemoles de hacer una ruidosa defensa de la globalización, advirtiendo, con tintes de amenaza contra cualquier intento de proteccionismo, cuando la China es uno de los países que incumple indirectamente la globalización por los graves y numerosos obstáculos que un extranjero debe solucionar para acceder al mercado chino, aparte de ser uno de los dos países, junto con la India, responsables del fracaso de la globalización porque si aparte el desarrollo industrial y económico se hubiese producido el cambio social correspondiente, el aumento en la demanda de consumo con los nuevos consumidores chinos e indios con ingresos más cercanos a los de los obreros occidentales habría mejorado notablemente la economía global, pero ambos países han mantenido los salarios y las condiciones de trabajo a niveles miserables con lo que mantienen un nivel competitivo que ha obligado a los países occidentales a limitar e incluso rebajar sus salarios, y además consiguen una inmensa capitalización por vía de beneficios, y hoy en día China es uno de los banqueros del mundo y muchos de los disparates de nuevo rico los cometen millonarios chinos. Lo han podido hacer porque China es capitalista en lo económico pero sigue siendo comunista en lo político, que solo es una excusa para justificar una dictadura y la prohibición de sindicatos libres no controlados por el gobierno y el partido. En la India ocurren tres cuartos de lo mismo, democracia mediatizada por el sistema de castas y sindicatos inexistentes.
Lo único que puede romper este esquema que cada día hace más fuerte a la China y más débil a Occidente sería regresar a un cierto proteccionismo por grandes bloques que obligase a chinos e hindúes a llevar a cabo los cambios sociales necesarios para hacer de la globalización un instrumento eficaz y beneficioso, pero no tengo la más mínima esperanza que Trump vaya a actuar de esa forma.
Como planteó Andreu Buenafuente en un sensacional sketch, ¿Cómo vamos a preocuparnos los españoles por la presidencia de Trump sin entender cómo pueden haber norteamericanos que lo han votado cuando tenemos el gobierno de Rajoy que hace bueno el de Trump haga las barbaridades que haga y que fue votado por muchos, demasiados, españoles?. Las barbaridades y demostraciones de mala gestión, corrupción y desfachatez son diarias, y quien no lo crea que repase las fechas recientes.
El lunes Cospedal montó un magno numerito de cinismo y deshonestidad sobre el caso del Yak-42 en el que quedó más que claro que la inmensa chorizada va a quedarse como está y como mucho la mayor concesión a la opinión pública y los familiares de las víctimas fue pedir perdón en nombre del Estado cuando, como muy acertadamente apuntó Gabilondo, quien debe pedir perdón no es el Estado que no es nadie concreto sino los responsables de la atrocidad: el gobierno, Trillo, Aznar y Rajoy.
El martes la reunión de presidentes de CCAA donde no acudió Puigdemont porque hace mucho tiempo que el gobierno central incumple sistemáticamente cualquier acuerdo con la Generalitat catalana y en declaraciones posteriores a la reunión la vicepresidenta Sáez de Santamaría hizo una gran demostración de que Puigdemont tenía toda la razón no acudiendo cuando dudaba de que la Generalitat vaya a colaborar en lo que, con suma exageración, calificó como producto de la reunión planes de emergencia en los temas de pobreza energética y el de los refugiados, cuando el TC recortó a fondo la Ley catalana de pobreza energética a instancias del PP y sobre los refugiados tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona, tal como reconoció la propia vicepresidenta, llevan muchos meses mandando cartas a Madrid indicando que están listos para acoger refugiados, cartas que quedaron sin respuesta mientras el gobierno Rajoy incumplía a niveles ridículos sus compromisos de acogida de refugiados.
Ayer el PP y el PSOE llegaron a un acuerdo sobre la devolución de los cargos por clausulas suelo y como era de esperar no aplica la claridad del fallo del Tribunal Europeo y da buenas oportunidades a la banca para evitar la devolución.
Y suma y sigue………….
Aunque probablemente no va a ocurrir, me gustaría que Catalunya llegase a la independencia para perder de vista la España del Partido Podrido y el PSOE que de obrero no tiene nada a pesar de la O.