¡Hola lectores!
Hace ya un tiempo que me ronda por la cabeza un tema del que quería hablar en el blog, pero no había tomado forma suficiente como para sentarme y escribir una entrada sobre ello. Hasta ahora.
Antes de nada, he de decir que últimamente he estado más desconectada de la literatura juvenil que antes, porque hay otros géneros que me llaman más la atención y que disfruto más. Sin embargo, hay una moda en este tipo de libros -sobre todo antes, puede que ahora se haya erradicado un poco- que me está empezando a tocar las narices: la manía de poner a una protagonista "fuerte e independiente".
No me malinterpretéis: me parece que este modelo de personaje no es malo en sí mismo y desde luego lo prefiero al de la damisela en apuros, pero hay ciertas cosas que me chirrían.
Para empezar, hay un cliché muy usado en literatura juvenil y es que la protagonista en cuestión es una malota que sabe pelear y patear el culo a los hombres, además de que no se preocupa por su aspecto ni por la ropa que viste -eso sí, luego son todas guapísimas y maravillosas-. Sin embargo, a menudo estas chicas tan fuertes y tan independientes luego pierden toda su personalidad cuando aparece el interés amoroso en cuestión y entonces todo su mundo pasa a girar en torno al galán. ¿De verdad son estas protagonistas tan "fuertes e independientes" como nos las pintan?
Creo que un personaje femenino, igual que cualquier otro personaje, no necesita ser un hacha con la espada o con los puños para ser un personaje fuerte y que no dependa de un hombre. No es que solo haya dos categorías: o damisela en apuros o chica malota, sino que hay toda una gama de personalidades de por medio.
Una protagonista puede ser débil físicamente, puede preocuparse por su aspecto, puede ser femenina, enamoradiza y le puede gustar el rosa, y aún así puede ser un personaje fuerte y con personalidad, que sepa actuar por su propia cuenta y que, básicamente, no sea tonta de remate. Vamos, es que parece que la única manera que tenemos de crear un personaje femenino que se valga por sí mismo es que sepa artes marciales y sea anti-femenina, al estilo Katniss Everdeen, y no es así para nada.
Un ejemplo son los personajes de George R. Martin. Personajes como Cersei Lannister, Sansa Stark, Daenerys Targaryen o incluso la mujer roja no cumplen ese estereotipo y son unos personajazos. En fin, tal y como dice el propio autor, las mujeres simplemente son personas y la clave es crear personajes reales, tal y como se haría con uno masculino.