Revista Comunicación

Tu agaporni

Publicado el 28 agosto 2022 por Jose_luis_torres

Tu agaporni

Vas por ahí buscando tu agaporni con la mochila cargada de un aplastante taco de fotocopias a color, costosas impresiones en las que figura la cara y cuerpo del ausente, y un gran número de teléfono en negrilla  que has decidido poner horizontal a la altura de su garganta como la pajarita de un smoking. Ninguna palabra figura. Ni la fecha de su desaparición ni la manzana  del barrio donde se encuentra tu vivienda, de la que escapó y en cuyas proximidades puede seguir deambulando. Crees que todo se sobreentiende. Que si pegas carteles en una avenida es porque precisamente ahí ha ocurrido el incidente pero ya hace tiempo que te has alejado del lugar de los hechos y aún así continuas empapelando las calles sin perder la esperanza de encontrarlo, parco en el mensaje, con esas valiosas ediciones de las que no podías permitirte hacer tantas y a pesar de eso has sacado dinero de donde no había comprometiendo tu suerte  y la de algunos de tus familiares.

Los chicos de la cancha, pelota en mano, interrumpen su juego para mirarte con pena. Dicen alguna cosa como “pobre, aún sigue intentándolo” cuando te ven cesar el paso ante alguna farola para plasmar otro loro, y al momento reanudan un baloncesto que ya  no es el mismo, sino que se torna más tristón, desanimado.

La señora del Schnauzer miniatura alimenta tu ilusión en un deseo de hacer el bien aunque sea con mentiras, inducida por el más acendrado de los aburrimientos. Se acerca a ti y te dice que la otra tarde vio a un ser parecido dando brincos de alegría “Un pájaro igualito. Si no era él, era su hermano gemelo”.  Recibes sus mismas palabras de siempre con tremendo tedio, sabiendo que muchas otras veces te ha querido engañar con lo mismo y que no lo recuerda. Ni el prófugo da saltos ni en la zona indicada por la anciana está, pues allí buscaste hasta en las sepulturas.

Tras impregnar con tus anuncios los pocos huecos que habías dejado de otras pegadas, regresas al comercio a por más. Has robado a tus abuelos, has pedido un préstamo al banco, incluso te has prostituido. Apenas te queda de donde rascar dinero y  lo poco que tienes lo pones sobre la mesa del  dependiente, pero este, que se está haciendo de oro gracias a ti, como camello que se conmisera de su cliente drogadicto, se apiada contigo y te dice que no, que ya no te vende más copias. Llevas un aspecto muy desmejorado( de días sin asear, sin alimentarte y con la ropa sucia) y le gritas. Trata de hacerte entrar en razón. Con la tranquilidad que le otorga su irrefutable lógica va y te dice “ no tiene sentido pegar carteles sobre los mismos ”. Le insistes que sí que lo tiene y suspira, dándose cuenta de que está hablando con una absoluta pared. “Déjalo, chaval. Lárgate de mi tienda”.

Sales de ahí muy excitado. Como si te hubieran echado de un gran casino sabiendo que esa noche iba a ser la tuya. Para una vez que podías, no te han dejado ganar. Te han hablado de otro establecimiento donde también hacen reprografías, que está relativamente cerca, a unos 5 kilometros que ya te dispones a recorrer a píe. No quieres gastar en transporte público lo escaso que te queda para adquirir más copias. Encontrarás a tu agaporni. Estoy convencido. Y cuando lo hayas hecho, te habrán echado de la segunda tienda y recorrerás desiertos en busca de una tercera.

Screenshot_2022-08-28-16-01-10-217_2


Volver a la Portada de Logo Paperblog